Victoria salió de la habitación con un sabor amargo en la boca, hubiera querido llorar por la muerte de su padre, pero, para ella, era un total desconocido, sus recuerdos de cuando era niña, y vivía su madre, eran muy difusos, recordaba a su madre llorando después de haber discutido con su padre, que llegaba muy tarde o no llegaba a dormir, y no recordaba la última vez que había sido cariñoso con ella, de hecho, por más que se esforzaba, no le llegaba a la mente ningún recuerdo, que no fuera el día que la dejó en el internado en Londres, sin un beso y sin un abrazo, sólo recordaba sus palabras. “No llores Victoria, es lo mejor para ti, hay muchas niñas en el mundo que quisieran tener la oportunidad que tú tienes.” “Vamos mi amor date prisa, o nos dejará el vuelo a París” las palabras en voz de Dinora que se quedaron grabadas en su mente para siempre. Dinora esperaba en el consultorio del doctor Palacios, en cuanto la vieron entrar, su semblante les indicó que
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