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Todos los capítulos de Una Mente Bipolar: Capítulo 1 - Capítulo 10
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Cuando Todo Parecía Llegar a Su Fin
“Padre nuestro haz que pase sobre mí esta copa pero no como yo diga sino como tú lo órdenes”, balbuceaba Marito arrodillado frente a uno de los bordos de su cama y repitiendo las mismas palabras con que Jesús de Nazaret se dirigía en oración a Dios en la noche de su prendimiento.            Marito llevaba una semana en vigilia obligatoria, era imposible para él conciliar el sueño, los problemas con el comité estudiantil por la huelga desatada tres semanas atrás lo tenían a lo sumo preocupado, andaba buscando la forma de encontrar una salida diplomática donde todos salieran ganando en el conflicto entre estudiantes y maestros, esa noche había estado hablando con una amiga sobre la perfección humana, -Dios diseñó al hombre y la mujer perfectos, por lo tanto uno tiene la obligación ontoló
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El Huracán Psíquico
Marito se tiró sobre la cama con la intención de no volverse a levantar, alrededor de su cabeza giraban una nebulosa de ideas difusas estremeciendo todos sus pensamientos, -levántate para ir a cenar-, dijo la madre desde la puerta del dormitorio,-no voy a comer, sólo tráeme un vaso con agua para beberme una pastilla de las que me recetó el doctor y poder conciliar el sueño-,respondió él; la mujer sin querer contrariarlo, (tenerlo satisfecho era una ganancia) fue a la cocina y regresó hasta donde el hijo; Marito se incorporó, agarró el vaso entre sus manos, fue a buscar en su mesita de noche las pastillas recetadas, ingirió una ante la mirada escurridiza de su madre, “Dios me ha fallado”, pensó, suspiró profundó y regresó a la cama, con su mirada trémula, perdida en ningún lugar del globo terráqueo.    &nbs
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La Depresión
-He decidido retirarme del colegio al menos por este año mientras me recupero-, declaró Marito al orientador y a la asistente cuando llegaron a su casa en horas de la tarde a visitarle, ya habían pasado más de dos semanas desde que el estudiante de último año de bachillerato se había alejado de la institución sin tener conocimiento oficial de su situación, los compañeros del frente ocultaban su estado para no ser señalados de algún grado de responsabilidad en su desvarío psíquico, los otros estudiantes tuvieron el caso como tema de conversación atribuyéndolo a una posesión demoniaca los primeros días de la semana y el doctor practicante de siquiatría aseguraba que su nuevo estado era el resultado de los efectos secundarios de las pastillas azules administradas pero era una necesidad beberlas porque de lo contario no se controlarían los estados d
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La Liberación
-¿Qué pudo provocarte fuertes nauseas hijo?-, dijo el padre en voz alta parado en el centro de la sala, -no sé, a lo mejor fue un jugo bebido en la despensa-, dijo Marito  desde la cama esperando la próxima arcada, el veneno para ratas había provocado un movimiento violento en el estómago que desencadenó fuertes vómitos, uno tras otro hasta que expulsaba el veneno ingerido, -¿necesitas alguna esencia para contenerlo?-,volvió a preguntar el papá inquieto, -vete a dormir, todo va a estar bien conmigo, no te preocupes-, respondió Marito; la muerte había rehusado llegar a su alcoba en un desprecio nunca estimado, “aún la muerte me ofrece la espalda” pensó, decidió limpiar la habitación por el mal olor del vómito, -eso hiede a gasolina-, comento el papá desde la puerta de su dormitorio, -ahorita mismo limpio, duerme en paz-, respondió
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Años de Libertad
En la mañana Marito confesó a su familia que había intentado irse a la ciudad capital del país,-en ese afán llegué hasta la ciudad del lago pero viajando a la orilla del lago recapacité sobre la locura que estaba ejecutando y decidí regresar, tuve suerte, pues todo pareció como planificado, sólo caminé de la cabecera hasta aquí-, dijo sentado a la mesa, -creo que nos vamos a volver locos contigo-, expresó el padre con cara de asustado, sus hermanos volvieron a mirarle en silencio sin querer objetar nada, -nunca más volverá a ocurrir, a partir de hoy es como si hubiera nacido de nuevo-, confesó Marito con ambas manos en la boca en actitud de juramento, -debemos  confesarle a la curandera sobre ese viaje tuyo, ella tiene que saber-, dijo el padre, Marito apenas movió la cabeza en gesto afirmativo, dudaba del efecto del tratamiento de aquella mujer más reco
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La Caída del Cielo
Sentado en los pasillos de la Universidad Nacional, Marito contemplaba el atardecer, acababa de dar los últimos retoques lingüísticos a un poema que venía tejiendo en su alma desde días atrás, se había inscrito en la carrera de Antropología en la cual había avanzado a máxima velocidad, tenía ansias por descubrir mundos diferentes aunque se vio obligado a abandonar la idea de estudiar Astronomía o cualquier otra relacionado con el espacio por la carencia de esos estudios en el país, aplicó a becas en diferentes universidades en el extranjero pero ninguna satisfizo su acuciosa intelectualidad, días atrás había reprochado la indiscreción de una ex compañera de bachillerato que encontró en la facultad de derecho de esa misma universidad, -estoy sorprendida, cómo pudiste superar tus problemas mentales e ingresar a la universidad, eso habla muy b
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Tarde de Confusión
Llegaron a casa. -Marito ha regresado como estuvo la vez pasada mientras cursaba el último año de bachillerato-; expuso el hermano mayor a sus padres quienes tomaban la merienda vespertina en el comedor, el papá se llevó ambas manos a la cabeza acariciando su entre canoso cabello, la mamá colocó la taza de café sobre la mesa haciendo múltiples esfuerzos por contener las lágrimas, -¿habla del fin del mundo con seguridad?-, preguntó el padre con gesto de extrema preocupación dibujado en el rostro, -sí, habla de temas místicos asociándolos con el cine, la literatura y conceptos antropológicos, pero lo peor de todo son los ataques de histeria que sufre, a mí me gritó enfrente del hospital público, esa misma hazaña quiso repetir en el taxi pero al ignorarlo se calmó, opté mejor por mantenernos en silencio durante el trayecto-, narr&oacu
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El Viaje
Marito regresó a la agencia de viajes el siguiente día después de visitar el neurólogo; durmió toda la noche con la nueva pastilla. Estuvo mirando una película en la televisión junto a sus primos antes de irse a la cama; recordó al viejo cara demacrada burlesco, se tomó la pastilla seguida de un vaso con agua, oró por primera vez en varios años a un Dios a quien poco creía y se tendió desnudo en la cama, lejos estuvo de enterarse del momento en que se quedó dormido en un sueño profundo del que despertó el siguiente día a las seis de la mañana. Sus ojos pesaban y la piel parecía arrugarse  a lo largo de su cuerpo, él ignoró esas sensaciones, tomó un baño ligero, se vistió con un pantalón azul marino combinándolo con una camisa blanca a rayas azules y sus notables mocasines de plantilla suave, escuch&
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El Entrenamiento
Confundido, se estiró a lo largo de la cama; tiró la sábana blanca hacia un lado quedando desnudo, había dormido en forma plácida gracias a los efectos de la Dormicum, acarició sus genitales dormidos, rehusó manipularlos creyendo estar en un proceso catártico, decidió levantarse, con movimientos lentos fue al baño y se dio una ducha rápida para terminar de despabilarse, regresó a la habitación con la piel remojada; aún sin vestirse agarró un poco de vaselina y se la untó en el cabello, con un peine largo procedió a peinarse mirándose en el espejo adjunto a la puerta del baño, sonrió a sí mismo, se vistió con unos calcetines blancos, luego su camisa marrón de botones que abotonó inmediatamente, agarró un calzoncillo negro y se lo colocó al revés para alejar las malas energías, dijo, se visti
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Regreso Entre Ángeles y Demonios
-Señor, por favor, deme otro asiento; señor, iré incomoda en este lugar, algo pasará aquí, señor escúcheme-, suplicaba la sesentona señora mientras acomodaba la pequeña maleta y tomaba el asiento del bus; el ayudante explicó que los boletos estaban enumerados y nada podía hacerse. Marito observaba la blanca cara desencajada de la mujer incapaz de controlar sus impulsos nerviosos, ella volvió a verlo con sus ojos desgarrados, Marito sonrió inspirando confianza, por fin la mujer se ubicó en el asiento de al lado; el pasillo del bus estaba siendo bien transitado por los pasajeros que buscaban donde sentarse para viajar a la ciudad del santo santuario, el sol había cubierto por completo la mañana de un agradable aire fresco, Marito regresaba a su ciudad y se negó a ser transportado por alguien de la agencia de viajes a la terminal, prefirió solicitar un taxi al h
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