-Señor, por favor, deme otro asiento; señor, iré incomoda en este lugar, algo pasará aquí, señor escúcheme-, suplicaba la sesentona señora mientras acomodaba la pequeña maleta y tomaba el asiento del bus; el ayudante explicó que los boletos estaban enumerados y nada podía hacerse. Marito observaba la blanca cara desencajada de la mujer incapaz de controlar sus impulsos nerviosos, ella volvió a verlo con sus ojos desgarrados, Marito sonrió inspirando confianza, por fin la mujer se ubicó en el asiento de al lado; el pasillo del bus estaba siendo bien transitado por los pasajeros que buscaban donde sentarse para viajar a la ciudad del santo santuario, el sol había cubierto por completo la mañana de un agradable aire fresco, Marito regresaba a su ciudad y se negó a ser transportado por alguien de la agencia de viajes a la terminal, prefirió solicitar un taxi al h
A las cinco y treinta de la mañana del siguiente día despertó Marito asustado, unos zorzales cantaban en el solar de la casa, él se incorporó, meticuloso prestó atención para comprobar la veracidad del canto, buscó debajo de la cama sus pájaros artesanales, los extrajo y los tiró a un lado de la maleta, fue al baño para darse una ducha rápida, el agua estaba bastante fría; sin perder tiempo se vistió con la ropa que había asistido a la capacitación en la casa matriz, untó bastante vaselina en su cabello y se peinó con su estilo habitual; arregló la maleta y salió del dormitorio. La tía estaba afanada en la cocina preparando el desayuno, Marito agradeció la hospitalidad al momento que se despedía, -espera desayunar, dispones de tiempo para llegar
Marito se graduó de antropólogo con altos honores en la Universidad Nacional un año después del planificado, la neurosis depresiva sufrida en el penúltimo año fue la causa principal del retraso; bastaron tres días para que él asumiera la realidad, el forcejeo con su padre lo hizo reflexionar al despertar del sueño profundo en el que cayó después del incidente, el viejo cara demacrada desapareció de su vista, -debo recuperarme y regresar a la normalidad todo ha sido como un sueño-, dijo acostado en la cama al amanecer. Evitó causar preocupaciones a sus padres; callado, sin hablar más que lo necesario, miraba la televisión o escuchaba música variada. En el tercer día sus padres dejaron que regresara la ciudad capital a retomar sus estudios universitarios, sólo le recomendaron tomar siempre el medicamento indicado por el neurólogo. En la universida
En la mañana, Marito fue a sentarse en los bordes de la pila ubicada en la parte trasera de la casa, tenía una pantaloneta color gris puesta y los pies extendidos sobre los bordes, distante contemplaba las finas heridas comenzando a cicatrizar a lo largo de sus largas piernas blancas, “son las mismas heridas hechas a Jesucristo en el día de crucifixión en el calvario”, pensó a solas, el sol comenzaba a iluminar el azul cielo y la hermosa ciudad, los rayos suaves llegaban hasta su cuerpo haciéndolo brillar en medio de la tempestad. El sueño había huido de los ojos de Marito, toda la noche pasó en vela recordando la exhortación del apóstol Pablo a los tesalonicenses que la venida del Señor sería como ladrón en la noche, así que debería permanecer en ayuno y oración; justo a la
Calculando sus pasos Marito caminó a través de la obscuridad en la habitación asignada en la clínica, hizo girar la cerradura de la puerta, sin hacer ningún ruido salió al pasillo en penumbras y siguió avanzando sigiloso, el silencio se imponía insolente haciendo sombra a sus pies, llegó a la oficina de recepción, apartó una de las cortinas de los celosías, con cuidado miró hacia las limpias y amplias calles iluminadas por las farolas amarillentas, los arbustos de benjamines sembrados en las aceras de ambas calles soplaban un viento fresco trayendo un agradable perfume de limonaria, “este sin duda es el cielo”, pensó Marito, “ya he ascendido al reino de los cielos”; una camioneta 4x4 pasó frente a la clínica sin hacer mucho ruido, -vaya, en el cielo también circulan vehículos, era imposible que Dios en su magnificencia y grandeza
La estadía de Marito en el centro de rehabilitación mental duró más de lo que su padre pudo haber imaginado, el doctor arguyó que debía desestructurarse toda su personalidad para luego volver a estructurarla bajo su supervisión. Al personal del centro les parecía un enfermo inofensivo, de trato agradable, locuaz, con una conversación sobre temas de cultura universal y arte, además de atractivo encanto personal y físico; las primeras noches fueron de estarse enfrentando al espectro del ministro evangélico identificado como ladrón de los diezmos otorgados por la feligresía quien llegaba en compañía del diablo, por eso llegó a llamarlo el apóstol del diablo, ángel de luz salido del mundo de las tinieblas, cada noche los exhortaba en el nombre del Altísimo, al final se alejaron de su habitación para nunca volver después de
La historiadora antigua mantuvo comunicación fluida con Marito tanto vía telefónica y por correo electrónico, ella disfrutaba de las conversaciones sobre cultura general y arte con el joven antropólogo, él aprovechaba para mejorar su acento latino al hablar en inglés, las miradas azules del paraíso las miraba en todos lados, en la almohada cuando llegaba a la cama, corrían con el agua caída de la ducha, estaban clavadas en el pizarrón y en todos los ladrillos del aula, aquellas miradas exóticas lo tenían obsesionado al límite de la desesperación y la desdicha, añorando sensaciones imposibles de obtener por las barreras creadas en la distancia. En las vacaciones de verano decidió ir a visitarla al pueblo turístico cercano a la ciudad capital, fue visita de un solo día que a &eacut
Confuso y molesto decidió Marito regresar a su casa el siguiente día antes de lo previsto, -diga cuanto diga, algo extraño está ocurriendo con él-, dijo a su mujer el pariente político, -debemos llamar a su papá para que estén prevenidos, él padece un mal parecido al más delicado cristal, cuando menos lo esperas explota y te destroza-, respondió la prima con cara de preocupación; con ese argumento, decidieron llamar a casa de sus padres para solicitarles llevar de cerca la evolución de Marito en esos días. El padre agradeció el gesto pero se mostró escéptico por la conducta observada en los últimos meses en su hijo, “ese es un espectro del pasado”, dijo a sí mismo después de colgar el teléfono, sin embargo preguntó a su otro hijo sobre cómo observaba a Marito, -se ve normal, pero mientras él evite af
-Lo correcto, es llevarlo de nuevo donde el mismo siquiatra que parece entender el mal suyo, se enloquecerá de una forma que va a ser difícil controlarlo-, dijo el padre a sus hijos mayores en relación a Marito, la conducta del joven antropólogo había desilusionado a sus familiares, ellos creían que cada uno de sus conflictos internos estaban resueltos, pero los recientes hechos demostraban todo lo contrario. Habían pasado dos días después del partido de fútbol de la selección nacional, Marito estaba sumido en una profunda crisis existencial agudizada por la presencia de las estatuas mayas en la noche cuando él consideraba que acabaría todo para la humanidad, sin embargo, la noche hizo su recorrido como siempre sin que nada haya ocurrido en su paso. Atento en su habitación escuchó la conversació