Habían pasado dos años y la estrella del canto y la televisión no volvió a contestar ningún correo electrónico aun cuando él le escribía felicitándola por cada uno de sus triunfos en la farándula internacional, ella en forma maleducada quizá por su escasa formación académica propia de todos esos personajes o bien por tratarse de un absoluto desconocido que se atrevía a escribir a su correo personal, omitía los mensajes; después de soñar una noche con uno de sus primos quien le sugirió de buena gana dejar de rogar a esa corriente meretriz por carecer de ningún valor más que el monetario expresado en las acciones de Wall Street, fue que decidió no volver a escribirle por orgullo propio, empero estaba pendiente de su sitio web, las notas en la sección de escenarios de los periódicos del país o de los programas televisivo
La tormenta depresiva pasó más rápido de lo que su padre se pudo haber imaginado. Marito pasó tirado en su cama todo ese día sintiendo morir por dentro, se incorporó para almorzar, su madre lo miró en silencio con una mirada de tristeza mezclada con preocupación, él permaneció mustio y callado. En la noche, en su habitación después de un análisis introspectivo concluyo que él no era nadie más que un pobre diablo con ansias de poder y gloria quizá al nivel de un actor de cine o un cantante de rock estrafalario y cosmopolita, en definitiva debía renunciar a su afán protagónico y a ese deseo vehemente de fama personal si quería disfrutar de una vida plena sin conflictos ni contradicciones, “aún soy joven y puedo realizar grandes hazañas por m&iacu
Pajarillo José María NapoleónMaquillaje a granel usaba a diarioy vendía la piel a precio carode las ocho a las diez en una esquinaera joven y fiel, era rosa y espina;y se llamaba, no sé, nunca lo supenunca le pregunté, nunca dispusede su tiempo y su piel, era un mocosoy tan sólo le miré de pozo en pozo.Y era un pajarillo de blancas alasde balcón en balcón, de plaza en plaza,vendedora de amor, ofrecedorapara el mejor postor de su tonada.Cinco inviernos pasaron y ahí seguíala misma hora de ayer, la misma esquina,era joven y fiel, y aún teníala rosa de su
“Padre nuestro haz que pase sobre mí esta copa pero no como yo diga sino como tú lo órdenes”, balbuceaba Marito arrodillado frente a uno de los bordos de su cama y repitiendo las mismas palabras con que Jesús de Nazaret se dirigía en oración a Dios en la noche de su prendimiento. Marito llevaba una semana en vigilia obligatoria, era imposible para él conciliar el sueño, los problemas con el comité estudiantil por la huelga desatada tres semanas atrás lo tenían a lo sumo preocupado, andaba buscando la forma de encontrar una salida diplomática donde todos salieran ganando en el conflicto entre estudiantes y maestros, esa noche había estado hablando con una amiga sobre la perfección humana, -Dios diseñó al hombre y la mujer perfectos, por lo tanto uno tiene la obligación ontoló
Marito se tiró sobre la cama con la intención de no volverse a levantar, alrededor de su cabeza giraban una nebulosa de ideas difusas estremeciendo todos sus pensamientos, -levántate para ir a cenar-, dijo la madre desde la puerta del dormitorio,-no voy a comer, sólo tráeme un vaso con agua para beberme una pastilla de las que me recetó el doctor y poder conciliar el sueño-,respondió él; la mujer sin querer contrariarlo, (tenerlo satisfecho era una ganancia) fue a la cocina y regresó hasta donde el hijo; Marito se incorporó, agarró el vaso entre sus manos, fue a buscar en su mesita de noche las pastillas recetadas, ingirió una ante la mirada escurridiza de su madre, “Dios me ha fallado”, pensó, suspiró profundó y regresó a la cama, con su mirada trémula, perdida en ningún lugar del globo terráqueo.&nbs
-He decidido retirarme del colegio al menos por este año mientras me recupero-, declaró Marito al orientador y a la asistente cuando llegaron a su casa en horas de la tarde a visitarle, ya habían pasado más de dos semanas desde que el estudiante de último año de bachillerato se había alejado de la institución sin tener conocimiento oficial de su situación, los compañeros del frente ocultaban su estado para no ser señalados de algún grado de responsabilidad en su desvarío psíquico, los otros estudiantes tuvieron el caso como tema de conversación atribuyéndolo a una posesión demoniaca los primeros días de la semana y el doctor practicante de siquiatría aseguraba que su nuevo estado era el resultado de los efectos secundarios de las pastillas azules administradas pero era una necesidad beberlas porque de lo contario no se controlarían los estados d
-¿Qué pudo provocarte fuertes nauseas hijo?-, dijo el padre en voz alta parado en el centro de la sala, -no sé, a lo mejor fue un jugo bebido en la despensa-, dijo Marito desde la cama esperando la próxima arcada, el veneno para ratas había provocado un movimiento violento en el estómago que desencadenó fuertes vómitos, uno tras otro hasta que expulsaba el veneno ingerido, -¿necesitas alguna esencia para contenerlo?-,volvió a preguntar el papá inquieto, -vete a dormir, todo va a estar bien conmigo, no te preocupes-, respondió Marito; la muerte había rehusado llegar a su alcoba en un desprecio nunca estimado, “aún la muerte me ofrece la espalda” pensó, decidió limpiar la habitación por el mal olor del vómito, -eso hiede a gasolina-, comento el papá desde la puerta de su dormitorio, -ahorita mismo limpio, duerme en paz-, respondió
En la mañana Marito confesó a su familia que había intentado irse a la ciudad capital del país,-en ese afán llegué hasta la ciudad del lago pero viajando a la orilla del lago recapacité sobre la locura que estaba ejecutando y decidí regresar, tuve suerte, pues todo pareció como planificado, sólo caminé de la cabecera hasta aquí-, dijo sentado a la mesa, -creo que nos vamos a volver locos contigo-, expresó el padre con cara de asustado, sus hermanos volvieron a mirarle en silencio sin querer objetar nada, -nunca más volverá a ocurrir, a partir de hoy es como si hubiera nacido de nuevo-, confesó Marito con ambas manos en la boca en actitud de juramento, -debemos confesarle a la curandera sobre ese viaje tuyo, ella tiene que saber-, dijo el padre, Marito apenas movió la cabeza en gesto afirmativo, dudaba del efecto del tratamiento de aquella mujer más reco
Sentado en los pasillos de la Universidad Nacional, Marito contemplaba el atardecer, acababa de dar los últimos retoques lingüísticos a un poema que venía tejiendo en su alma desde días atrás, se había inscrito en la carrera de Antropología en la cual había avanzado a máxima velocidad, tenía ansias por descubrir mundos diferentes aunque se vio obligado a abandonar la idea de estudiar Astronomía o cualquier otra relacionado con el espacio por la carencia de esos estudios en el país, aplicó a becas en diferentes universidades en el extranjero pero ninguna satisfizo su acuciosa intelectualidad, días atrás había reprochado la indiscreción de una ex compañera de bachillerato que encontró en la facultad de derecho de esa misma universidad, -estoy sorprendida, cómo pudiste superar tus problemas mentales e ingresar a la universidad, eso habla muy b