Cuando volví del camerino dispuesta a quitarme el maquillaje, recordé un poco de mis aspiraciones, el futuro que una vez soñé y aquellos que intentaron dármelo o quitármelo. De tanto recordar llegó a mis pensamientos Eduardo, mi vecino de la infancia, un señor de aproximadamente unos 66 años — cuando lo conocí— Me tomó mucho cariño así que me enseñó a hablar inglés y un poco de francés, era profesor de idiomas, murió hace tres años. Nunca voy a volver a tener a alguien así a mi lado. Alguien con ganas de ayudarme; sin esperar nada a cambio más que mis logros. Recuerdo que muchas veces intentó sacarnos de este mundo a mí y a mi hermana, pero ninguna quería dejar a mamá. Cuando no fue mamá a quien creía que debía rescatar me tocó salvar Niza, entonces, el tiempo pasó porque nada las oportunidades vienen con fecha de caducidad y creí, luego él murió. Para cuando me di cuenta de que debía preocuparme por mí, cuando finalmente entendí que abandonarla era lo mejor para mí, n
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