Fernán, abrió la puerta para mí. Le agradecí y me dijo que Sebastian tenía demasiadas razones para estar dentro del lugar, por lo que aparentemente no se acercaría a recibirme.
Fingí una sonrisa e intenté pasar desapercibida. Parecía imposible, había miradas en mi dirección, incluso uno que otro murmullo. Algo, en aquel vestido rojo, con mi abundante cabellera y no ser una cara conocida dentro de lo más alto de la socialité no había forma de que la gente no mirase. Vi a mujeres agarrar el brazo de sus acompañantes, algunos de ellos sonreír sin ningún disimulo. Noté que todos llevaban vestido de colores oscuros y continué caminando sobre la alfombra en medio de la gente con la que no encajaba y en busca del hombre que manejaba mi vida.
Un par de hombres me interceptaron en la entrada.
—Señorita, ¿su invitación?
<Narrador Se fue caminando por la ciudad hasta que encontrar un taxi. Me subí y le di la dirección de casa, ya era la hora de dormir de Milena por lo que la niñera esperaba sentada en el sofá mirando la televisión, la mujer se asustó al escuchar unos golpes leves en la puerta. Finalmente, cuando se abrió y vio a su jefa asustada, agitada y tembloroso dedujo que algo en su reunión había salido mal, a Olivia se le cayeron las llaves de la mano y Clarisse se acercó para ayudarle a recogerlas. Además, preguntó si quería un té o una bebida caliente y la pelirroja negó con la cabeza antes de quitarse los tacones y dar dos grandes bocanadas de aire. —¿Necesita que llame a alguien? —¡No!—Respondió Olivia. —Estoy bien. —No quise ofenderla, Olivia. Yo he intentado agradar y de cualquier forma está molesta conmigo, si quieren otra niñera...
Sebastian pidió a sus empleados que le consiguieran un pijama, un té para tranquilizar los nervios y unas pastillas para dormir. Olivia seguía temblando cuando las cosas que él ordenó llegaron a la habitación, así que envió un mensaje al asistente de seguridad para que llamara un médico. El joven pareció unos treinta minutos más tarde, Sebastian ya tenía a Olivia cobijada y de vuelta en la cama. —No es necesario, estoy mejor. —Olivia, ¿esto ocurre muy seguido? —No, es ocasional y solo ocupo algo para dormir. El médico le tomó los signos vitales y estaban un poco alterados por lo que decidió que un calmante sería lo mejor. —¿Algo lo detona en específico?—preguntó el médico y ella no quiso darles una respuesta. El médico le puso una bolsa de suero pequeña y Sebastian le dijo a Olivia que se cambiaría
Sebastian suspiró avergonzado y sus músculos se tensaron aún más si era posible. Vio a Olivia mantener la mirada alta y el rostro con seriedad, pero ni siquiera él podía imaginar cuánto dolor y vergüenza guardaba, salió de la oficina y le pidió a su gente que investigara toda la vida amorosa de la madre de Olivia él iba a encontrarle y no le iba a matar, pero sí se aseguraría de golpearle y ver como alguien más le quitaba el último suspiro. <<No sirves ni para eso>> Le había dicho Logan y él con tristeza reconoció que en algún punto entre inflar sus bolsillos con dinero y llenar su ego con poder había arruinado sus relaciones, lastimado a personas y se había convertido en un cabrón insensible. En el consultorio Logan dejó que Olivia se recompusiera, después de que Sebastián saliese de la oficina había vomitado, él consiguió un jugo de manzana frío y un trapillo para ponerle en la frente y el cuello. Logan se
Sebastian salió del hospital furioso. Condujo su lujoso auto y Olivia fue todo el camino en silencio. Se asustó al ver que se dirigía al lugar en el cual había decidido que ella y su sobrina vivirían. Estacionó y le llevó a su apartamento, tiró la maleta y la joven le miró asustada y preguntó por el viaje que antes le había ofrecido. —Eres una prostituta que no puede tener sexo.—Declaró. —¿Para qué me sirves? —¿Quieres que me vaya? —No, haré mi viaje y cuando regrese hablamos. —Sebastian—Intentó decir y le dejó con la palabra en la boca y el sabor de un fuerte portazo. Olivia se sentía tan humillada y fue a su habitación en silencio, no abrió la puerta a Milena o la niñera simplemente tomó su medicación y se dedicó a dormir más de lo que había hecho en su vida. Al día siguiente su sobrina le llenó el apartamento de rosas y pancakes que era el desayuno favorito de la niña, pero l
Olivia sonrió porque le había tocado trabajar junto a la secretaria de Alonso y básicamente le alivianaba el trabajo a la mujer, la noche anterior hizo unas galletas y un poco de repostería, las primeras las envió al colegio para que los compañeros de Mily disfrutaran y repostería un poco más artesanal la llevó a la oficina, le dio una a su mentora y compañera de trabajo Regina la cual le recibió con un beso y un abrazo, Olivia le dio las gracias por toda su ayuda en esa primera semana. Alonso cuando mientras cruzaba la oficina, les vio y saludó a ambas mujeres a Regina con un abrazo de esos que te llenan el alma, la mujer había sido secretaria de su abuelo y cuando tomó el mando de la empresa su más grande ayuda, ahora que era más papá que empresario estaba seguro de que la empresa no se hubiese mantenido sin ella, vio lo que Olivia le había traído a su compañera y le recordó que él a veces agradecía que le dieran de comer. La joven rio y le siguió
Sebastian marcó el número de su chofer sin soltarle de la cintura y le pidió que les recogiese, a la distancia el joven vio a Alonso retirarse, la partida tenía un ganador se dijo y de inmediato preguntó por cuánto. Olivia sintió su corazón latiendo alterado contra su pecho y fue más intenso cuando vio el auto detenerse en frente de ellos, Sebastian abrió la puerta y le dejó entrar al auto primero, luego lo hizo él y le dio indicaciones de inmediato a Fernán. El hombre se puso los audífonos y cerró la ventana que dividía el auto. Sebastian acercó a Olivia a su cuerpo hasta sentarle sobre su regazo, le volvió a besar, esta vez enterró sus dedos entre los colochos de la pelirroja y se dejó llevar por completo sin ningún tipo de inhibición. No importaba nada más que pasar tiempo deleitándose con aquella joven que le había quitado el sueño y el deseo por cualquier otra mujer, lo intentó, una y otra vez, pero todo fue en vano, simplemente le vendí recuerdos co
El día siguiente Olivia estaba en casa preparando el desayuno, cuando Milena le preguntó si tenía un novio.—No.—Respondió y continuó preparando el desayuno.—Entonces por qué ya no viniste a dormir.—Tuve cosas que hacer y me quedé a dormir fuera.—¿Con Alonso?—No Milena, Alonso es mi amigo y mi jefe. No vuelvas a decir algo asípor quésus hijos son tus amigos y les dolería escuchar mentiras y chismes sobre su papá ¿entendido?—Sí, entendido.—Respondió y la mujer le dio un plato con su comida.En el otro lado de la ciudad,Carrick,Alonso y Sebastian se reunían en un campo de golf. El último se dio el lujo de llegar bastante tarde.Carrickle abrazó como si fueseuno de sus hijos pequeños y él le miró impresionado por el gesto.—¿Tengo que pelear con ustedes?—No. Somos tus amigos—Dijo Carrick. —Ahora planeemos como te dejas a la chica y matamos a su padre.—No lo quiero muerto, lo quiero sufriendo—Comentó&nbs
Las siguientes semanas fueron frustrantes, las veces queSebastianvio a Olivia, ella simplemente se dedicó a responder con frases cortas y ni siquiera halaron de tener sexo porque seguía molesta. Olivia estaba demasiado dolida, con Dios ya no tanto porque no era él el del problema sino los hombres que se cruzaban en su vida, su padre, su padrastro, su hermanastro,Sebastiany ese último encabezaba la lista, le había convertido en el espectáculo de la alta sociedad, se sentía más sola y asustada que nunca y ahora vivía con la vergüenza de saber que en cualquier momento podían aparecer sus hijos o él a reclamarle.Olivia estaba sentada en la oficina redactando unos papeles cuando Alonso se sentó a su lado y le ofreció un café.—Es un Verona.—Gracias—Dijo y sonrió porque le encantaba ese café de Starbucks.—Olivia, no puedes seguir así. ¿Has hablado con Alice de esto?—Estoy bien.—No sales a comer, has perdido unos cinco kilos en tres semanas y