Mi vida no es el sueño de nadie. Mi carrera me ha convertido en la pesadilla de las madres cristianas, la depresión de una esposa desesperada y la comparación más vergonzosa para las chicas del colegio. Todas ellas tienen razón. La realidad es que no hay rezo ni lamento que cambie el hecho de que a los hombres les gusta lo que no pueden tener, les gusta el morbo. Los clientes piden cosas que saben que sus esposas nunca jamás harían como orinarte en la cara, eso sí, le dan un precio escandaloso, probablemente el de los frenillos de sus hijos. El éxito en esta línea de trabajo está específicamente en la belleza y no las medidas de miss universo exactamente.
Un requisito fundamental es tener unas buenas tetas; grandes paradas y por favor, que no recuerden nunca a la maternidad, un abdomen más plano que menos, caderas y culo, por favor, algo de que agarrarse y también que hay superficie para pegar, marcar y morder, eso son los hombres. Los hombres elegantes, los padres, los más poderosos solo quieren una cosa, es duro, potente y con un único fin… su satisfacción.
Nosotras no recibimos besos y preliminares. A nosotras nos la meten a secas, no nos tienen que ver a los ojos ni nos tienen que complacer, porque no somos solo una cara joven, fresca y bonita a la cual podrán usar luego para fantasear mientras están con su esposa, pero jamás podrían llevar del brazo.
Por más que ellos creen que es divertido y ellas que es un pecado; yo conozco la realidad; es la peor pesadilla. Al final del día has dejado una parte de ti por un 8-30% de tus ganancias, para ir a una casucha, en un barrio mugroso, vives con la cabeza en bajo porque antes de elevarla sabes lo que ven. Para muchos soy la peor escoria pero muy pocos saben por qué.
Con certeza, sabía que nunca podría obtener la estabilidad o la relación que tanto quería, vivía mal, con miedo a ser identificada como la mujer que tiene relaciones con un hombre por dinero, envejecer se vuelve un castigo, amar… A decir verdad, esta última desaparece de la lista cuando tienes que vender tu cuerpo, es que solo hay dos opciones, que él sea un cliente y vivas con la inseguridad que recurra a esos lugares por diversión o que te saques la lotería.
¿Cuál es una opción que se pueda cumplir?
Terminé de sentarme en la barra y me extendieron un mojito. Bebí todo el contenido del vaso y le miré devastada. Tenía tanto que resolver, envejecía cada día y me odiaba por hacer esto todos los días un poco más. Lo último que quería después de saber que mi hermana me había abandonado con una niña pequeña, era tener relaciones con un hombre mentiroso, cochino y probablemente infiel.
Podía imaginar a su mujer con la vida casi perfecta enterándose de que su esposo pasaba tiempo conmigo; como la mayoría son estúpidas; intentaría matarme, denigrarme y humillarme, sin saber que la persona que les había jurado amor eterno no había sido yo.
Que sus esposos no me interesaban en lo más mínimo y que no había espectáculo que fuera lo suficiente grande como para humillarme, porque el solo venir a este changarro a trabajar, es una humillación.
—Loba, aquí se viene a trabajar. Tienes a alguien esperándote.
—No he terminado de llegar —Dije sacando mi estuche de maquillaje.
— Necesitas dinero, otra vez Niza se fue —Advirtió Loreta una de mis amigas, quien tomó y se la llevó.
Todo me molestaba. Quería gritar, patear e insultar, pero alguien tenía que darle de comer a Mily. Mi vida seguiría adelante sin importar cuanto mi subconsciente me recordara el enorme odio que sentía hacia mi hermana mayor.
Mi madre fue pésima madre, pero al menos ella siempre estuvo ahí, no es como si comieras de amor, pero de eso a ser abandonada constantemente prefería lo primero, mi mamá luchó por darnos: “dinero y una vida estable”.
Claramente no funcionó.
— Cuando vuelva la voy a matar a golpes.
— Me imagino —Afirmó mi amiga. —Si vuelve.
— Loba, si no quieres a esa delicia me lo pasas —Pidió Karla. — Siempre te quedas lo mejor.
— Infieles —Arrugué la cara y saqué la lengua.
Pensé en una manera de clasificar a mis clientes. Con mucho tiempo, esfuerzo y dedicación lo logré hacer. Los clasifiqué por: infidelidad, dolor y cochinadas. Serían peores aquellos que nos llevaban demasiados años, a veces veo a chicas de catorce en las calles, las cuales no son permitidas en clubes o bares, y me pongo a pensar si ellos son menos pecadores al utilizar mi cuerpo que el de ellas.
Ingresé a mi habitación y le miré del lado del espejo, se veía sumamente intrigado y tenso, todo en su cuerpo estaba comprimido. El tipo muy bien vestido, de traje, esos me gustan mucho. Porque tiene un trabajo por el que sus mujeres han renunciado a miles de cosas, incluso sus carreras y ellos cuando llegan a la cima y nada es suficiente, entonces buscan la compañía de una prostituta, para hacerles el divorcio más humillante a sus mujeres.
Eso sí, el olor de la colonia cara, la textura del traje fino y la seguridad que les da el dinero, me gusta y a mí me da poder que me elijan. El hombre frente a mí podía ser dueño de un buffete de abogado, una empresa importante o … ¿Un banquero o político? El segundo seguro. El rubio en mi habitación no llevaba sortija así que definitivamente es un pecador intermedio, quizá, muy probablemente tiene una prometida.
Se volteó, me miró y caminó hacia mí.
— Señorita, usted debe de ser la Loba —Le miré de pies a cabeza y respondí con burla.
— Ahh sí, un caballero en un centro femenino de pecado — Alzó las cejas.
—Ahh sí, una servidora que no quiere servir— Escuché a mi jefe decir. — Me disculpo por su actitud. —Comentó dándole un apretón de mano al tipo, luego se volteó hacia mí— Trátalo bien. — dijo agarrándome fuerte del brazo.
—Me estás lastimando —Tiró más fuerte y clavé mis uñas— ¡Que no se te olvide porque me llaman así!—Advertí.
Hice una seña a mi cliente nuevo para dirigirlo hacia el interior de mi habitación, me aseguré de menear sensualmente mis caderas que de la excitación viene la buena propina. Él detuvo la música y me serví un escocés y le extendí un vaso, parecía perdido entre aquellas paredes pintadas de distintos tonos de rojo; rojo vino, granate y sangre. La ropa de cama de seda que vestía la cama y la iluminación que podía resultar beneficiosa.
—¿¡Qué quiere!?—Pregunté al hombre.
Me recorrió con su mirada y se acercó a una silla antes de quitarse la chaqueta, dándome así una perfecta vista de sus masculinos brazos. Ahora que lo veo de cerca, me incentiva a tocar.
El hombre está caliente. Demasiado. Está en un prostíbulo, su paquete se ve lo suficientemente grande como para que los dos podamos disfrutar. Estoy segura de que sabe menearlo porque no es ningún pollito de dieciséis años con ganas de contar a sus amigos que le hizo de todo a sus amigos cuando en realidad no hizo nada.
Por increíble que parezca, disfruto poco el sexo; cuando pagan quieren que les hagan o comparan a sus gordas esposas "enamoradas de sus hijos". ¡Uuff! Esos que no se pueden ver el pene y tampoco pueden moverlo.
¡Ah! ¡Qué tristeza!
¡Adivinen, señores!
¿A quién le hubiese interesado…? A la fodonga, olvidadiza, que tienen en casa.
Los hombres como esos que no saben hacer y quieren conversar con una mujer por caricias y risitas, terminan en pésimas propinas y los pagos no son mejores. Aunque me quejo me va mejor porque me dejan a clientes exclusivos por mis distintivas cualidades, igual este hombre no se veía como los demás.
—Nunca lo he hecho con ninguna pelirroja —Sonreí.
—Muy pocos son los afortunados —Mordí sus labios.
—Quiero tomarte.
—¿No vienes a que yo haga eso por ti?—Negó con la cabeza.
Minutos después de un juego y miradas metió su lengua en mi boca iniciando una caliente batalla contra la mía. Me tomó de la cintura para elevarme del suelo. Por primera vez, en mucho tiempo me sentía excitada. Sus brazos candentes y musculosos me llevó al sillón hasta sentarme a horcajadas sobre sus piernas para luego desatar mi rojo cabello.
Sus manos se colaron en mi pantalón y jugaron con mi clítoris hasta robarme unos gemidos que poco a poco me arrastró al éxtasis, o lo más cerca de ello, que al final es mucho para mí.
Intenté usar mis manos para darle placer, pero murmuró algo relacionado con “dejarme llevar”… así lo hizo, durante dos horas mi cuerpo recibió todo lo que jamás. Ese hombre hizo mi cuerpo vibrar como nunca, he disfrutado, y quedé lo más relajada y extasiada que nunca.
Cuando acabamos, dos horas después de acalorada y desenfrenada locura, fui por un cigarro, comencé a fumar mirado a través de la ventana, los carros pasaban, iban y venían, otros salían de aquí, todo es tan monótono, pero él lo hizo muy sensual y diferente.
¿Será la edad o el que no esté casado?
Me sostuvo de la cintura, para luego besar mis incontables pecas y finalizar por reclamar mi boca con sus labios y su lengua.
—Tenemos que hablar.
—Sí, ya tienes que irte, mi jefe se va a molestar. Vete, no tienes que pagar —Lo escuché sonreír en mi cuello.
—Pelirroja, quiero más que dos horas de ti —Cogió el cigarrillo y me robó un par de caladas.
—La loba para ti, precioso. Muchos quieren más de dos horas, pero no tienen cómo pagarlo.
—No te preocupes, que sí tengo cómo pagar lo de hoy y mucho más. Quiero un trato.
—Habla, tienes cinco minutos.
El tipo me explicó su loco trato mientras nos vestíamos, quiere que pase desde viernes al medio día a lunes en la mañana como “su acompañante”.
Él sabe usar buenos términos, bonitos y convincentes.
—¿A cuántas se lo has propuesto?—Solté el humo de mi cigarro.
—Eres la primera —Dijo subiendo sus pantalones. — En la caja que te voy a enviar en unas horas hay unos documentos que tienes que leer. Un abogado te las puede explicar, si quieres. También vas a recibir cosas que necesitas. Si estás de acuerdo nos vamos a reunir mañana temprano —Dejando eso en claro y besó mis labios con posesividad, para luego marcharse.
Fui por mi sobrina. La llevé en taxi de vuelta a casa. Gracias a la excelente propina que me pagaron, también compré comida a domicilio para darle de cenar a la pequeña, poco después la dormí y fui a llorar bajo la ducha. Me siento tan cansada, tan usada y sola. No tengo opción para saldar la deuda. No se lo pienso mendigar a mi padre, no pienso darle la satisfacción de saber que soy igual o peor que ella. Un trabajo normal como mesera, limpiadora de casas o las chicas en las tiendas, no solventaría el dinero que tengo que pagar a Román cada semana.
Esa noche me mantuve muy angustiada. El hombre dejó tan buena propina en mis manos que puedo pagar mi renta por dos meses.
¡Justo lo que necesito!
A las 8:30 pm abrí el estelar cantando y bailando, me llevé unos buenos billetes y muchos aplausos, además de una tentadora propuesta y un banquete de preguntas.
Cuando volví del camerino dispuesta a quitarme el maquillaje, recordé un poco de mis aspiraciones, el futuro que una vez soñé y aquellos que intentaron dármelo o quitármelo. De tanto recordar llegó a mis pensamientos Eduardo, mi vecino de la infancia, un señor de aproximadamente unos 66 años — cuando lo conocí— Me tomó mucho cariño así que me enseñó a hablar inglés y un poco de francés, era profesor de idiomas, murió hace tres años. Nunca voy a volver a tener a alguien así a mi lado. Alguien con ganas de ayudarme; sin esperar nada a cambio más que mis logros. Recuerdo que muchas veces intentó sacarnos de este mundo a mí y a mi hermana, pero ninguna quería dejar a mamá. Cuando no fue mamá a quien creía que debía rescatar me tocó salvar Niza, entonces, el tiempo pasó porque nada las oportunidades vienen con fecha de caducidad y creí, luego él murió. Para cuando me di cuenta de que debía preocuparme por mí, cuando finalmente entendí que abandonarla era lo mejor para mí, n
Una mujer nos trajo dos platos con tostadas y huevos. Además, una bandeja llena de frutas y otra charola con café, jugo de naranja y lo que parecía ser té, finalmente, algunas mieles y jaleas. En cuanto se retiró Sebastian me tendió una taza y me ofreció café, asentí y no tardé en hablar: — Bien, quiero garantías. Cuando te canses... ¿Qué va a pasar conmigo? Quieres mis exámenes y eso es correcto ¿Voy a tener yo los tuyos? No entiendo la parte de horas extra como"dama de compañía".—La manera de los ricos para llamar a una prostituta. —Y durante la semana, ya que soy exclusiva ¿tienes alguna actividad para mí o puedo hacer lo que quiera? —Hice una pausa para pensar y recordé: —¿Qué pasa cuando por razones fisiológicas no puedo? Cuando esté enferma o tú de viajes ¿Mi cuota disminuye? Ilústrame, porque no te entiendo. —¿Quieres estudiar algo?—preguntó. —Siempre quise ser profesora
Sebastian es un hombre de esos que todo lo quieren controlar. Literalmente controla hasta la ropa interior que uso en casa cuando no está. Los últimos días han sido intensos, dejar mi trabajo, mudarme a un nuevo vecindario, rentar mi casa, acomodar a Mily a su nueva rutina y conocer a la niñera que sí es muy buena, pero no es familia. Regresé al médico, un hombre demasiado guapo, unos ojos preciosos y un físico impresionante, pero a él tuve que decirle la verdad a qué me dedico y desde cuándo. Logan lo tomó con toda lanaturalidaddel planeta y me hizo rellenar una documentación enorme para conocer sus hábitos y gusto, tenía, claro, es más cómodo escribirlo que ir hablando poco a poco sobre lo que uno hahecho en la vida. —Hola, Olivia— Dijo Logan mientras tomaba asiento. —Los exámenes están muy bien. —¿En serio? —¿Te sorprende? Eres una mujer muy
Fernán, abrió la puerta para mí. Le agradecí y me dijo queSebastian tenía demasiadas razones para estar dentro del lugar, por lo que aparentemente no se acercaría a recibirme. Fingí una sonrisa e intenté pasardesapercibida. Parecía imposible, había miradas en mi dirección, incluso uno que otro murmullo. Algo, en aquel vestidorojo, con mi abundante cabellera y no ser una caraconocida dentro de lo más alto de lasocialité no había forma deque la gente no mirase. Vi a mujeres agarrar el brazo de sus acompañantes, algunos de ellos sonreír sin ningún disimulo. Noté que todos llevaban vestido de colores oscuros y continué caminando sobre la alfombra en medio de la gente con la que noencajaba y en busca del hombre que manejaba mi vida. Un par de hombres me interceptaron en la entrada. —Señorita, ¿su invitación? <
Narrador Se fue caminando por la ciudad hasta que encontrar un taxi. Me subí y le di la dirección de casa, ya era la hora de dormir de Milena por lo que la niñera esperaba sentada en el sofá mirando la televisión, la mujer se asustó al escuchar unos golpes leves en la puerta. Finalmente, cuando se abrió y vio a su jefa asustada, agitada y tembloroso dedujo que algo en su reunión había salido mal, a Olivia se le cayeron las llaves de la mano y Clarisse se acercó para ayudarle a recogerlas. Además, preguntó si quería un té o una bebida caliente y la pelirroja negó con la cabeza antes de quitarse los tacones y dar dos grandes bocanadas de aire. —¿Necesita que llame a alguien? —¡No!—Respondió Olivia. —Estoy bien. —No quise ofenderla, Olivia. Yo he intentado agradar y de cualquier forma está molesta conmigo, si quieren otra niñera...
Sebastian pidió a sus empleados que le consiguieran un pijama, un té para tranquilizar los nervios y unas pastillas para dormir. Olivia seguía temblando cuando las cosas que él ordenó llegaron a la habitación, así que envió un mensaje al asistente de seguridad para que llamara un médico. El joven pareció unos treinta minutos más tarde, Sebastian ya tenía a Olivia cobijada y de vuelta en la cama. —No es necesario, estoy mejor. —Olivia, ¿esto ocurre muy seguido? —No, es ocasional y solo ocupo algo para dormir. El médico le tomó los signos vitales y estaban un poco alterados por lo que decidió que un calmante sería lo mejor. —¿Algo lo detona en específico?—preguntó el médico y ella no quiso darles una respuesta. El médico le puso una bolsa de suero pequeña y Sebastian le dijo a Olivia que se cambiaría
Sebastian suspiró avergonzado y sus músculos se tensaron aún más si era posible. Vio a Olivia mantener la mirada alta y el rostro con seriedad, pero ni siquiera él podía imaginar cuánto dolor y vergüenza guardaba, salió de la oficina y le pidió a su gente que investigara toda la vida amorosa de la madre de Olivia él iba a encontrarle y no le iba a matar, pero sí se aseguraría de golpearle y ver como alguien más le quitaba el último suspiro. <<No sirves ni para eso>> Le había dicho Logan y él con tristeza reconoció que en algún punto entre inflar sus bolsillos con dinero y llenar su ego con poder había arruinado sus relaciones, lastimado a personas y se había convertido en un cabrón insensible. En el consultorio Logan dejó que Olivia se recompusiera, después de que Sebastián saliese de la oficina había vomitado, él consiguió un jugo de manzana frío y un trapillo para ponerle en la frente y el cuello. Logan se
Sebastian salió del hospital furioso. Condujo su lujoso auto y Olivia fue todo el camino en silencio. Se asustó al ver que se dirigía al lugar en el cual había decidido que ella y su sobrina vivirían. Estacionó y le llevó a su apartamento, tiró la maleta y la joven le miró asustada y preguntó por el viaje que antes le había ofrecido. —Eres una prostituta que no puede tener sexo.—Declaró. —¿Para qué me sirves? —¿Quieres que me vaya? —No, haré mi viaje y cuando regrese hablamos. —Sebastian—Intentó decir y le dejó con la palabra en la boca y el sabor de un fuerte portazo. Olivia se sentía tan humillada y fue a su habitación en silencio, no abrió la puerta a Milena o la niñera simplemente tomó su medicación y se dedicó a dormir más de lo que había hecho en su vida. Al día siguiente su sobrina le llenó el apartamento de rosas y pancakes que era el desayuno favorito de la niña, pero l