Cliente nuevo
¡Qué pereza da moverse!
Al menos tenía un departamento, sí, en un feo vecindario, pero económico y con buena calefacción y ventilación, hay excelentes espacios y está casi decorado, la cama está tibia y maravillosa.
—Teeea. Tía. Tía. O.
Mi despertador natural (Mily) ya avisó que es hora de desayunar.
Me metí en al baño y como siempre duré lo necesario para no oler a ninguno de esos cerdos en mi cuerpo, restregué lo más que pude cada espacio de mi piel y me aseguré luego de llenarlo de loción y aceite. Me vestí con los primeros vaqueros que encontré y la blusa. Cuando salí de la habitación Mily ya tenía el desayuno listo para las dos, mi sobrina de 4 años todo lo investiga y todo lo hace.
— Tía O, ¿por qué hoy llevas el cabello en moño?
— Nena, es que está muy mojado y quería comer caliente — Probé los huevos y tomé asiento. — ¿Tu mamá?
— Dejó eso — Me levanté y tomé el papel.
Desdoblé a hoja para leer lo que mi hermana tenía que decir, me encontré la impresionante caligrafía y su magnífica ortografía, Niza es perfecta en muchas coas excepto en las esenciales, criar a su hija. No podía creer que esta vez hubiese ido tan lejos, definitivamente estaba mal de la cabeza. Se había ido. Ha abandonado a la niña, me dejó con una niña de cuatro años. De nuevo se fue y nos dejó.
Exactamente había decidido odiar a mi hermana para la eternidad, sin embargo me acaba de dejar una pequeña responsabilidad que come y es traviesa, lo más importante no está en edad de estar sola en un apartamento cuya puerta se abre con darle un empujoncito.
“Bla. Bla. Blá... Me voy, te dejo a la niña y sus papeles.”
¡Claro!
Lo mala madre no se le quita así de fácil.
¡¡Mala madre!!
¡Hasta yo tengo más sentido de responsabilidad!
Al parecer, no tuve inteligencia para reconocer la verdad, desde que Niza dijo “volver por la niña”, que había dejado las drogas... Que ya estaba más seria debí mandarla de paseo.
Quién sabe a dónde se fue, pero cuando vuelva por dinero... No entiendo por qué le creí.
—¿Qué dice?—Preguntó la niña.
— Mi amor, ella no va a venir hasta dentro de una buena temporada.
— Lo sabía —Respondió y continuó comiendo su desayuno. — ¿Qué vas a hacer conmigo?
Y esa sí que era una buena pregunta, porque me quedaban solo dos opciones pagaba la comida o una niñera y el bar... ese de mala muerte con hombres calenturientos no era la mejor opción, pero para meter a una niña y que alguien la cuidara por mí.
Sí, Niza está vez lo había arruinado, firmé los documentos, en la tarde se los llevaría a un abogado, que me sacaría la plata de un mes, pero sería legal, Milena, mi sobrina, pasaría a ser mi hija.
— Tú… Tienes que ir hoy al restaurante conmigo, una de las chicas te van a cuidar.
¡Me molesta que haga esto!
Niza sabe que yo adoro a la niña, pero odio llevarla a ese bar de mala muerte, la forma en la que te educan marca tu vida. La nena se arregló tranquila como siempre, es feliz ... Al menos por ahora, continúa estando feliz e inocente.
Tomé su mano para bajar del autobús, durante toda la caminata no paró de canturrear, no lo hace mal, me encantaría tener para pagarle clases de canto, pero con lo que produce mi cuerpo… Claro está… No puedo.
Entré y como siempre empezaron a maullar.
Mi nombre laboral es la Loba, nombre que me ha dado la furia que me provocan algunos clientes. Soy una… vamos a simplificar, mi trabajo es uno de los más viejos de la historia. en palabras refinadas. Trabajo en un oculto y no tan barato bar a las afueras del la ciudad. Hombres exclusivos visitan el lugar y ocupan los servicios de las chicas; porque son tan finos que no pueden conquistar a una mujer y necesitan saber que somos libres de ir y venir a casa, pero no tanto como para ir a la policía, porque la mayoría le debemos dinero a nuestro un hombre que cree que compró el derecho para vender todo lo que originalmente es nuestro. Desde nuestro cuerpo e incluso la vida. Yo por ejemplo, le debo la cuna, la leche, las mantillas de Mily y las deudas de por los vicios que tiene mi hermana, la mala madre, por supuesto, que si hubiese elegido mejor, Niza hoy estaría muerta y yo no hubiese tenido que sorprenderme porque la mujer abandonó a su hija. La mayoría de nosotras somos obligadas a ejercitarnos, cuidar la alimentación y a cambio nuestros clientes traen exámenes mensuales.
Desde hace unos años soy lo que se puede considerar la puta estrella, puesto que de mi vagina se pagan la mayor parte de las cuentas de ese imbécil.
Últimamente esto va de caída y los hombres nos han dejado de buscar porque sus mujeres saben que se hace aquí.
— ¿Tía por qué hacen eso?—Preguntó disgustada.
— ¿Maullar?—La pequeña asintió.— Loquera, nena. — Soltó mi mano para ir con Rossy la maquillista.
— ¿La cuidas por hoy?—Pregunté a mi amiga y Mily aplaudió con una sonrisa mientras bricoteaba, Rossy esbozó una amplia sonrisa antes de asentir y extender sus brazos hacia la pequeña.
— Claro que sí — ambas se fueron cotilleando.
— Loba, ¡cliente nuevo!—gritó el barman.
Bienvenidos a Venganza del millonario, espero disfruten de cada capítulo con Olivia y Sebastian.
Mi vida no es el sueño de nadie. Mi carrera me ha convertido en la pesadilla de las madres cristianas, la depresión de una esposa desesperada y la comparación más vergonzosa para las chicas del colegio. Todas ellas tienen razón. La realidad es que no hay rezo ni lamento que cambie el hecho de que a los hombres les gusta lo que no pueden tener, les gusta el morbo. Los clientes piden cosas que saben que sus esposas nunca jamás harían como orinarte en la cara, eso sí, le dan un precio escandaloso, probablemente el de los frenillos de sus hijos. El éxito en esta línea de trabajo está específicamente en la belleza y no las medidas de miss universo exactamente. Un requisito fundamental es tener unas buenas tetas; grandes paradas y por favor, que no recuerden nunca a la maternidad, un abdomen más plano que menos, caderas y culo, por favor, algo de que agarrarse y también que hay superficie para pegar, marcar y morder, eso son los homb
Cuando volví del camerino dispuesta a quitarme el maquillaje, recordé un poco de mis aspiraciones, el futuro que una vez soñé y aquellos que intentaron dármelo o quitármelo. De tanto recordar llegó a mis pensamientos Eduardo, mi vecino de la infancia, un señor de aproximadamente unos 66 años — cuando lo conocí— Me tomó mucho cariño así que me enseñó a hablar inglés y un poco de francés, era profesor de idiomas, murió hace tres años. Nunca voy a volver a tener a alguien así a mi lado. Alguien con ganas de ayudarme; sin esperar nada a cambio más que mis logros. Recuerdo que muchas veces intentó sacarnos de este mundo a mí y a mi hermana, pero ninguna quería dejar a mamá. Cuando no fue mamá a quien creía que debía rescatar me tocó salvar Niza, entonces, el tiempo pasó porque nada las oportunidades vienen con fecha de caducidad y creí, luego él murió. Para cuando me di cuenta de que debía preocuparme por mí, cuando finalmente entendí que abandonarla era lo mejor para mí, n
Una mujer nos trajo dos platos con tostadas y huevos. Además, una bandeja llena de frutas y otra charola con café, jugo de naranja y lo que parecía ser té, finalmente, algunas mieles y jaleas. En cuanto se retiró Sebastian me tendió una taza y me ofreció café, asentí y no tardé en hablar: — Bien, quiero garantías. Cuando te canses... ¿Qué va a pasar conmigo? Quieres mis exámenes y eso es correcto ¿Voy a tener yo los tuyos? No entiendo la parte de horas extra como"dama de compañía".—La manera de los ricos para llamar a una prostituta. —Y durante la semana, ya que soy exclusiva ¿tienes alguna actividad para mí o puedo hacer lo que quiera? —Hice una pausa para pensar y recordé: —¿Qué pasa cuando por razones fisiológicas no puedo? Cuando esté enferma o tú de viajes ¿Mi cuota disminuye? Ilústrame, porque no te entiendo. —¿Quieres estudiar algo?—preguntó. —Siempre quise ser profesora
Sebastian es un hombre de esos que todo lo quieren controlar. Literalmente controla hasta la ropa interior que uso en casa cuando no está. Los últimos días han sido intensos, dejar mi trabajo, mudarme a un nuevo vecindario, rentar mi casa, acomodar a Mily a su nueva rutina y conocer a la niñera que sí es muy buena, pero no es familia. Regresé al médico, un hombre demasiado guapo, unos ojos preciosos y un físico impresionante, pero a él tuve que decirle la verdad a qué me dedico y desde cuándo. Logan lo tomó con toda lanaturalidaddel planeta y me hizo rellenar una documentación enorme para conocer sus hábitos y gusto, tenía, claro, es más cómodo escribirlo que ir hablando poco a poco sobre lo que uno hahecho en la vida. —Hola, Olivia— Dijo Logan mientras tomaba asiento. —Los exámenes están muy bien. —¿En serio? —¿Te sorprende? Eres una mujer muy
Fernán, abrió la puerta para mí. Le agradecí y me dijo queSebastian tenía demasiadas razones para estar dentro del lugar, por lo que aparentemente no se acercaría a recibirme. Fingí una sonrisa e intenté pasardesapercibida. Parecía imposible, había miradas en mi dirección, incluso uno que otro murmullo. Algo, en aquel vestidorojo, con mi abundante cabellera y no ser una caraconocida dentro de lo más alto de lasocialité no había forma deque la gente no mirase. Vi a mujeres agarrar el brazo de sus acompañantes, algunos de ellos sonreír sin ningún disimulo. Noté que todos llevaban vestido de colores oscuros y continué caminando sobre la alfombra en medio de la gente con la que noencajaba y en busca del hombre que manejaba mi vida. Un par de hombres me interceptaron en la entrada. —Señorita, ¿su invitación? <
Narrador Se fue caminando por la ciudad hasta que encontrar un taxi. Me subí y le di la dirección de casa, ya era la hora de dormir de Milena por lo que la niñera esperaba sentada en el sofá mirando la televisión, la mujer se asustó al escuchar unos golpes leves en la puerta. Finalmente, cuando se abrió y vio a su jefa asustada, agitada y tembloroso dedujo que algo en su reunión había salido mal, a Olivia se le cayeron las llaves de la mano y Clarisse se acercó para ayudarle a recogerlas. Además, preguntó si quería un té o una bebida caliente y la pelirroja negó con la cabeza antes de quitarse los tacones y dar dos grandes bocanadas de aire. —¿Necesita que llame a alguien? —¡No!—Respondió Olivia. —Estoy bien. —No quise ofenderla, Olivia. Yo he intentado agradar y de cualquier forma está molesta conmigo, si quieren otra niñera...
Sebastian pidió a sus empleados que le consiguieran un pijama, un té para tranquilizar los nervios y unas pastillas para dormir. Olivia seguía temblando cuando las cosas que él ordenó llegaron a la habitación, así que envió un mensaje al asistente de seguridad para que llamara un médico. El joven pareció unos treinta minutos más tarde, Sebastian ya tenía a Olivia cobijada y de vuelta en la cama. —No es necesario, estoy mejor. —Olivia, ¿esto ocurre muy seguido? —No, es ocasional y solo ocupo algo para dormir. El médico le tomó los signos vitales y estaban un poco alterados por lo que decidió que un calmante sería lo mejor. —¿Algo lo detona en específico?—preguntó el médico y ella no quiso darles una respuesta. El médico le puso una bolsa de suero pequeña y Sebastian le dijo a Olivia que se cambiaría
Sebastian suspiró avergonzado y sus músculos se tensaron aún más si era posible. Vio a Olivia mantener la mirada alta y el rostro con seriedad, pero ni siquiera él podía imaginar cuánto dolor y vergüenza guardaba, salió de la oficina y le pidió a su gente que investigara toda la vida amorosa de la madre de Olivia él iba a encontrarle y no le iba a matar, pero sí se aseguraría de golpearle y ver como alguien más le quitaba el último suspiro. <<No sirves ni para eso>> Le había dicho Logan y él con tristeza reconoció que en algún punto entre inflar sus bolsillos con dinero y llenar su ego con poder había arruinado sus relaciones, lastimado a personas y se había convertido en un cabrón insensible. En el consultorio Logan dejó que Olivia se recompusiera, después de que Sebastián saliese de la oficina había vomitado, él consiguió un jugo de manzana frío y un trapillo para ponerle en la frente y el cuello. Logan se