Una, dos, tres, cuatro semanas, que a Alessandro le parecieron minutos. Minutos tortuosos y agonizantes de tenerla cerca viendo cómo crecía, cómo conseguía dominar casi completamente el idioma, cómo aprendía y sonreía y se divertía y no hacía caso de los coqueteos de sus desvergonzados amigos, en especial de Jasper, que por alguna razón ahora pasaba a visitarlo más de la cuenta y no sabía si era por Gaia o por… ¡pero por supuesto que era por Gaia si no le quitaba los ojos de enc…!— ¡Ale,
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