En los ojos de la mafia
Jamás pensé que huir se convertiría en parte de mi vida. Estudiar y trabajar era todo lo que ocupaba mi tiempo, la tranquilidad no era parte de mi día a día, pero no se comparaba con lo que vino después. Conocí a alguien. Un chico. Con ojos penetrantes, capaces de descubrir todos mis secretos con una sola mirada. No quise enamorarme, pensé que sería lista, que no perdería el control, pero nuestros deslices me llevaron a ese lugar al que no pretendía llegar. Yo no era una santa, Nathan tampoco, pero la diferencia entre uno y otro era grande. Al mirarlo, te dabas cuenta, y mi instinto supo rápidamente darme la alerta para alejarme. El problema es que no quise hacerlo, ignoré mi instinto y terminé enredada en su perverso juego.
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