Me Casé con el Magnate Más Deseado
Ximena Castillo, con su hija a cuestas y sin un centavo en el bolsillo, se vio en la necesidad de escapar de un hombre de lo peor. ¿Su solución? Casarse a la carrera con un completo desconocido. Imaginó que su matrimonio sería solo de conveniencia, y que una vez cumplido el contrato, cada uno seguiría su camino. Sin embargo, su nuevo esposo resultó ser un verdadero parásito: vivía a su costa, comía de su comida, y hasta le pedía dinero.Por fortuna, tras el matrimonio, la suerte pareció sonreírle a Ximena. Ascendió en su trabajo, recibió un aumento de sueldo y, por si fuera poco, ¡ganó el premio mayor con un boleto de lotería que compró al azar! Su vida mejoró considerablemente, y no le preocupó tanto mantener a una boca más.Pero un día, mientras miraba la televisión, Ximena quedó perpleja. El hombre que estaba siendo anunciado como el hombre más rico del mundo... ¿No se parecía exactamente a su inútil esposo? ¿Y no tenía también el mismo nombre?Finalmente, el día que su contrato marital llegó a su fin y estaba en el registro civil lista para divorciarse, una fila de lujosos coches se detuvo frente a ella. De uno de ellos bajó Lisandro, acompañado de dos niños que parecían ser versiones miniatura de él, sosteniendo un ramo de rosas, y con una mirada llena de cariño y complicidad.—Mi amor —dijo con una sonrisa traviesa—, he venido con nuestros hijos para llevarte a casa.
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