Capítulo 2
Cuando ambos regresaron, se dirigieron hacia el centro de la pista tomados de la mano. Los labios de Vera estaban ligeramente hinchados y en el cuello de León se veían varias marcas de besos. Todos me lanzaron miradas burlonas, esperando reacción de mi parte.

Si esto hubiera ocurrido antes, me habría vuelto loca al verlo junto a otras mujeres y le pediría que solo concentrara su atención en mí. Pero, por esta vez, mientras disfrutaba de una deliciosa tarta de frambuesa, los observaba tranquilamente desde un lado.

León se puso frente a Vera con una postura de protección. Su mirada se posó brevemente sobre mí, con rastro de confusión. Pero, poco después, soltó una risa sarcástica y me dirigió con desprecio:

—Finalmente te has vuelto más madura. Al menos, ya no estás causando escándalos como antes.

No le hice caso. Cuando terminé la tarta, me fui directamente de ahí. En la vida pasada, cada año en la noche de la Danza, solía subirme a la noria. Esta había sido mi actividad favorita desde pequeña y siempre pedía que León me acompañara, pero esta vez no lo hice. Lo que yo no esperaba era que él me detuviera al final del evento.

—Sueles montar la noria en la noche de la Danza. Vamos, te acompaño —me dijo.

Le eché un vistazo, pero no le respondí nada, estaba dispuesta a marcharme. Justo en este momento, Vera se tomó del brazo de León, diciéndole con una voz dulce:

—León, también quiero montar la noria. La luna está muy bonita hoy. Será muy romántico.

León dudó y me miró. Parecía estar esperando mi respuesta, pero simplemente los ignoré y me dirigía directamente hacia la noria sola. Justo cuando estaba a punto de subir, ellos me alcanzaron y me obligaron a entrar en la misma cabina que ellos. Un silencio incómodo se apoderó de inmediato del pequeño espacio.

Vera era la primera en romper el silencio. Se sentó muy cerca de León con una sonrisa coqueta, poniéndose tierna:

—León, ¡la noria es tan alta! Me da miedo…

Guardé silencio, mirando hacia afuera y contemplando cómo las estrellas brillaban en el cielo nocturno.

—Tranquila. Yo estoy a tu lado —León la consoló con ternura, lo que me resultó repugnante.

Vera aprovechó la situación y de repente agarró la muñeca de León con una sonrisa dulce, apegándose al cuerpo del joven.

—León, tus manos son tan cálidas. ¿Podrías ayudar a pintarme los labios? Quiero verme mejor para las fotos.

León tomó el lápiz labial que ella le dio. La distancia que adoptaron era casi íntima. Vera levantó ligeramente la barbilla con la boca levemente abierta, mientras que su lengua delicada pasó rápidamente por los labios como si estuviera sugiriendo algo, y su voz se volvía aún más seductora:

—Eres tan travieso… No me tomes el pelo…

Los dos se miraban con cariño y se acercaban poco a poco, hasta que su respiración se agitó en el ambiente ambigua.

De pronto, León se detuvo y me dirigió una mirada algo avergonzada, recordando que yo también estaba en la cabina. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que yo solo miraba hacia fuera, sin importarme lo que habían hecho antes, la cara de este tipo se empezó a ofuscar. Dio un fuerte golpe a la ventana para llamar mi atención, pero no lo logró.

La noria giraba muy lentamente, pero el viaje fue bastante breve. Cuando estaba a punto de salir de la cabina, sorprendentemente, León me detuvo de nuevo. Metió una pulsera en mi mano y me dijo con arrogancia, como si estuviera dándole la limosna a una mendiga:

—Deja de usar estos trucos de desinterés. Son aburridos. Quédate con la pulsera. Es un regalo de compromiso para ti. Mientras no hagas berrinches, te daré una boda satisfactoria. Todos sabrán que eres mi esposa, aunque solo serás una posesión mía más.

Su falsa amabilidad me resultó graciosa. Levanté la cabeza y lo miré en los ojos:

—Entonces, ¿a quién vas a marcar? ¿A Vera?

Su expresión se volvió tensa al instante, pero, al siguiente segundo, reveló una sonrisa contenta.

—Sabía que estabas celosa.

Dicho esto, se acercó a advertirme:

—Escucha, espero que no lo digas a ninguno de nuestros familiares. Nunca serás capaz de imaginar lo que siento por ella. Vera es amable y delicada, sin las ideas sucias que siempre tienes tú. Si te atreves a lastimarla, ¡perderás hasta la boda que te prometí!

No tenía nada que decir y solo le dejé una sonrisa sarcástica. Él, el miedoso, fue quien no se atrevió a desobedecer a mi familia ni a renunciar al poder que le iba a dar, ¿y ahora intentó echarme la culpa?

Me fui sin contestarle. Al llegar a casa, recibí un vídeo que Vera me envió, en el cual León estaba poniéndole un collar. Reconocí la marca del collar y me di cuenta de que la pulsera que León me había dado era precisamente un regalo que venía como regalo. Al final del vídeo, León la arrinconó contra la ventana de la noria, enterrando su cabeza entre los pechos llenos de la joven. Los chupaba con pasión, produciendo sonidos vergonzosos. Mientras tanto, Vera se veía en un placer intenso, dejando escapar unos gemidos de comodidad. Esos sonidos sugerentes se apoderaron del espacio estrecho, formando una escena nauseabunda.

Luego, vi el mensaje que llegó junto con el vídeo:

[Aria, tuve una noche feliz con León en el lugar más cercano a la luna. Fue todo un proceso romántico y excitante. León ya te dijo su plan sobre el matrimonio, ¿verdad? La boda será solo un ritual falso para complacer a los demás. ¡La que obtendrá su marca bajo el testimonio de la Diosa de la Luna seré yo! Esta vez, me tocará a ser la esposa del alfa.]
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