Pensaste mal de mí.

Segura y orgullosa de lo que dice, Sully curvó sus labios hacia arriba al mismo tiempo que miró a la chica que está frente a ella.

—¡Lizbeth, no te preocupes, si esa mujer se pone muy arisca, solamente llámame, haré que le haga compañía a la patinadora! Sully sonrió siniestramente, y es que siempre ha manipulado la vida de sus hijos. Las manos de esta señora están manchadas o sangre de personas inocentes.

—¡Muchas gracias, señora! Ahora, escuché de esta chica que hay una mujer llamada Adriana, que Ángel adora estar con ella. Te confieso que me preocupa que Ángel termine casado con ella. Lizbeth cuenta con el apoyo de la que considera su futura suegra. Pero no sabe a la serpiente a la que se está uniendo.

—¡Adriana! —¡Esa mujer no volverá a aparecer! Ahora que está cerca de Ángel, Sully comenzó a hacer de las suyas.

—¿La mataste? En ese momento un escalofrío recorrió la espalda de la joven.

—¡No lo digas tan feo, me siento como una asesina! Mejor di que la saqué de tu camino.

Al
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