Los días en la rehabilitación son extremadamente rutinarios, nos levantan a las 8am, ducha y luego desayuno en el comedor. A las 10am tengo mi sesión de terapia individual, donde por dos horas hablo de mí, de mi pasado, de mi infancia, de mi adolescencia, de la muerte de Max, de mi anterior tiempo aquí, de Dante, de mi familia, de mi dependencia de Thomas, de mis miedos, de más miedos, y de cómo encarar los problemas y no huir de ellos. El doctor Pérez es un excelente terapista, ya lo conozco de mi primera vez aquí y le tengo confianza, hablar con él es fácil, y logra sacar de mí, mis más oscuros secretos. Incluso aquellos que ni yo recuerdo. Luego el almuerzo, vuelta al comedor, por supuesto mi natural rechazo al contacto humano me impedía sociabilizar con el resto de los pacientes, así que me limitaba a sentarme y comer en silencio, mientras por dentro una descomunal batalla se libraba repetidamente en mi cabeza, aún tenía la última imagen de Dante alejándose de mí en el salón de fiestas y las últimas palabras que me regaló con un desprecio tan enorme que aún me llenaba los ojos de lágrimas al recordarlas. “Gracias por tus servicios, lo he disfrutado” y luego la última imagen que viene a mi mente es la de mi desgracia, yo cayendo de rodillas sobre el frío mármol, y mi cuerpo convulsionándose por el llanto y la desesperación. Aún no podía creer que todo hubiera terminado así, parece una cruel broma del destino, que justo cuando me di cuenta de cuánto lo amaba, y al fin acepté mis sentimientos por él, justo entonces, todo acabó.
—Me pareces conocida, ¿eres actriz o modelo? —preguntaba una voz de mujer algo áspera.
—No, nada de eso.
—Pero eres española como yo, lo noto en tu acento.
—Sí, de Madrid ¿Y tú?
—Málaga. Soy Nuria.
—Lexy, encantada.
—¿Primera vez aquí?
—De hecho, la segunda. Y espero que sea la última.
—Para mí es la primera, pero ya llevo algo más de dos meses aquí. ¿Qué te trajo?
—Cocaína.
—Pastillas —Nuria era una chica de unos 25 años, pelo negro, tez trigueña, ojos marrones profundos. Muy española. De eso no había duda. Tenía una cálida sonrisa, pero unos ojos muy tristes. El resto del almuerzo fue en silencio. Luego teníamos un rato de ocio y decidí salir a caminar, pensé en la mejor forma de conseguir que Dante me hablara, sabía que no iba a ser fácil lograr que él me dirigiera la palabra o siquiera me mirase, sería una tarea muy ardua. Pero no iba a dejar las cosas así, conseguiría que me escuchara, aún conservaba la carta que había escrito el primer día que llegué, ¿Cómo se la haría llegar? No podía mandársela desde aquí, mi única esperanza era Tomy, cuando viniera a visitarme le pediría que se la entregara. Aunque jamás me perdonara, le debía una explicación. A las 2pm tenía mi sesión de grupo, odiaba eso, compartir con un montón de extraños mis más profundos sentimientos y miedos, no era algo que me dé mucha gracia, pero era parte del programa y debía cumplirlo. Escuché pacientemente cada historia, las similitudes entre todos nosotros se repetían una y otra vez, y llegó mi turno, me presenté, conté mi historia, al menos la parte que pude. Por la tarde teníamos diferentes actividades, algunas involucraban el crear la confianza en los demás, otras en aprender a afrontar los problemas, otras simplemente eran para matar el tiempo. Luego de la cena, me recluí en mi habitación a leer un libro, por supuesto uno de mis temas favoritos, Segunda Guerra Mundial, luego me dormí entre sollozos, mis noches sin la calidez del cuerpo de Dante eran espantosas, las pesadillas volvían y la intermitencia del sueño y el desvelo me agotaban.
Finalmente llegó el domingo, el día de visitas, Tomy apareció cerca de las 11am con una cesta de mimbre, vistiendo un pantalón caqui, un sweater negro de lana grueso con escote en V y una chaqueta de cuero negro. Su sonrisa iluminaba su rostro, pero sus ojos me rompieron el corazón. En su mirada vi tristeza y desaprobación, sabía que le había hecho daño, que lo había defraudado. Ese fue el peor de los castigos que jamás hubiera recibido. Sus largos brazos me acunaron con cariño, me aferré a él tanto como pude.
—Realmente lo siento Tomy, en verdad, nunca hubiera querido hacerte daño.
—Lo sé cariño, ya deja de disculparte, solo me alegra estar acá. Te extraño demasiado.
—Y yo a ti —caminamos abrazados hasta un claro que rodeaba el hermoso y verde prado de la clínica. Una de las cosas más bellas de Escocia eran sus increíbles praderas, el paisaje era majestuoso, el frondoso verde se fundía con las montañas. Nos sentamos a charlar y comer acompañados de café caliente, no permitían alcohol en el lugar, por supuesto.
—¿Cómo esta Xander?
—Está muy bien, Ari lo cuida a la perfección, casi tanto como tú.
—Extraño tanto a esa pequeña bestia.
—Pronto vas a volver cariño.
—¿Lo has visto, sabes algo de él?
—No, nada —hablamos durante horas. Me contó que Caroline vendría a Madrid unos días, que su relación estaba cada vez mejor, que se llevaban bien y estaban haciendo planes juntos para el verano, eso me alegró mucho, hacía mucho tiempo que no veía a Tomy tan feliz. También me contó que Ari empezaba la facultad esa semana, y que estaba muy emocionada, que Caty me mandaba cariños y que iba a tratar de venir a visitarme. Hablamos de mis padres, de cómo las cosas estaban mejor entre nosotros, no dejaba de sorprenderme el cambio en ellos, solo esperaba que mis estupideces no nos distanciaran de nuevo. Antes de despedirnos miré a Tomy con ojos suplicantes y le pedí que le entregara la carta a Dante. Él solo asintió y no dijo nada más. Me dio un beso en ambas mejillas y yo me abracé fuerte a él. Prometió volver el próximo domingo.
Al caer la tarde no encontraba nada con qué entretenerme así que volví a los libros.
Los días pasaban lentos, rutinarios, estaba volviéndome loca, cada domingo esperaba ansiosa la visita de Tomy, era lo único divertido de toda la semana, secretamente esperaba alguna contestación de Dante, pero nunca llegó. Mis padres vinieron uno de los días de visita, la sorpresa fue enorme, me abrazaron fuerte y me dijeron que estaban felices de que estuviera tratando de recuperarme, para ser honesta no necesitaba estar allí, solo había tenido una recaída, pero fue cosa de una sola vez en casi 4 años, pero sí, sabía que debía acomodar el lío de mi cabeza, y después de todo el doctor Pérez me ayudaba mucho, hicimos muchos avances, y me ayudó a entender mejor mis miedos, si bien entenderlos no significa curarse, era mejor ser consciente de ellos para poder afrontarlos. Al cabo de los 28 días cumplidos, Nuria y yo nos habíamos hecho amigas, era una chica simpática y divertida, con tantos o más problemas que yo, aún le quedaba un tiempo en la clínica, pero mi estadía estaba cumplida, el doctor Pérez me dio el alta con la condición que buscara un psicólogo en Madrid para que me viera, me recomendó algunos y quedé en llamarlos y ver cuál me gustaba más. También tenía que ir a reuniones de Narcóticos Anónimos, era parte del tratamiento. Tomy llegó a buscarme con un ramo de flores, lirios, uno de mis favoritos. Recogí mis cosas, nos subimos al auto y nos encaminamos al aeropuerto. No pude evitar revisar mi móvil en busca de mensajes de Dante, pero no había ninguno, ni una llamada perdida, ni un texto, ni un email, nada. Por otro lado, había muchos de mis amigos, y trabajo pendiente, eso me alegró, al menos tendría la cabeza ocupada y realmente lo necesitaba. Me llenaba de ansiedad ver a Xander, hacía un mes que no estaba con mi pequeño y moría de ganas de abrazarlo y llenarlo de besos. El jet privado de la familia nos esperaba listo para abordar de regreso a Madrid.
—¿Feliz de volver a casa?
—¡No tienes idea! Extraño tanto a Xander, mi casa, los amigos y no veo la hora de volver a trabajar, necesito un tiempo con mi lente.
—Eso te hará bien, ¿tienes algo pensado?
—Además de lo que debo hacer como parte de la terapia, quiero empezar a organizar la nueva muestra, así que me mantendré ocupada, no te preocupes.
—Me gustaría que te mudaras conmigo.
—Tomy no es necesario, puedo cuidarme sola, aunque no estés convencido.
—No se trata de que puedas cuidarte, sé que lo vas a lograr, solo quisiera que no estés sola.
—Yo estoy bien con la soledad, ya lo sabes.
—Promete que, aunque sea te lo pensarás ¿Vale?
—Vale, lo prometo —unas horas después llegamos a Madrid. Y en el aeropuerto nos esperaban Ari y Caty, al verlas no paré de sonreír. Fuimos a almorzar a nuestro querido y pequeño bistró italiano y charlamos durante mucho rato, nos pusimos al día, me contaron los últimos chimentos, Marco y Sofi estaban juntos y eso me puso de buenas. Ninguna mencionó a Dante. Ariana me dijo cuánto disfrutaba de la facultad y lo bien que le estaba yendo, Caty me habló del negocio y que estaba conociendo a alguien. La mirada de Tomy en ese momento me hizo darme cuenta que él también sentía algo por ella. ¿Pero qué les pasaba a estos dos? ¿Si ambos sentían lo mismo porque no estaban juntos? Dejamos a Caty y fuimos a buscar a mi pequeño al piso de Ari, mientras el ascensor subía mi corazón se desbocaba de ansiedad. Ni bien abrió la puerta unas enormes patas se apoyaron en mi pecho, la fuerza del impacto me hizo caer con el trasero al suelo, pero él no se movió, llenó mi cara de besos frenéticos mientras movía su cola sin parar y yo reía entre lágrimas, revolcada en la madera del piso.
—Mi pequeña bestia. ¡Cuánto te he extrañado! —besaba y mordía su hocico mientras lo agarraba por las orejas con ambas manos. Cuando se calmó, me dejó levantarme y ésta vez yo lo tumbé al suelo y le acaricié la barriga. Luego de los juegos entre ambos, nos fuimos a casa, Tomy ayudó a subir las maletas y se despidió, no sin antes repetirme que si lo necesitaba lo llamara sin importar la hora.
—Lo sé Thomas, no es noticia, ya relájate.
—Vale, no hagas tonterías. Te quiero.
—Y yo a ti, descansa cariño.
Estar en casa era maravilloso, con mi pequeño y mis cosas me sentía mucho más tranquila. Revisé la contestadora y el correo, puse al día los pagos de las facturas y respondí a los mensajes de trabajo. La despensa estaba vacía por lo que salimos a hacer las compras. Tomé el abrigo, la correa de Xander, el bolso de mano y fuimos a dar una vuelta. Casi involuntariamente, pero no tanto, pasé por el edificio de Dante con la esperanza de encontrarlo, por supuesto no tuve suerte, el portero al reconocerme me dedicó una sonrisa y yo le devolví otra. Al volver a casa luego de hacer algunas compras, prendí el equipo de música y Keane con Again And Again comenzó a sonar. Guardé las compras, llené los cuencos de Xander y me puse a cocinar, me preparé un exquisito estofado de ternera madrileño con un robusto vino cabernet. Luego de la cena guardé
Tomé un taxi y me dirigí a las oficinas de Miller Enterprise. Estaba ubicado en el piso 23 de un importante edificio de negocios. Dos puertas enormes de vidrio con el logo de la empresa y la leyenda “Miller Enterprise” daban la bienvenida. Luego en el recibidor un gran mostrador de metal repetía el logo y una mujer con una enorme sonrisa me saludaba, me anuncié y pregunté cuál era la oficina de Tomy. Crucé todo el interminable bloque de cubículos y despachos hasta llegar al de él.—Buenos días, ¿En qué la puedo ayudar? —preguntó una dulce voz. La secretaria de Tomy, imaginaba.—Hola, busco a Thomas ¿Está?—¿A quién anuncio?—Lexy —la mujer habló unos segundos y me indicó que pasara. Entré y Tomy estaba sentando tras su escritorio con cara de preocupado,
Los golpes en la puerta me despertaron, me había quedado dormida en el sofá y el cuello me estaba matando, miré para todos lados, eran casi las 8am, la puerta volvió a sonar, me refregué los ojos y abrí. Xander se metió entre mis piernas y salió, Dante estaba parado ahí, llevaba un hermoso traje de tres piezas, azul, camisa blanca y corbata a rayas azules y blancas. Lucía maravilloso como siempre. El pequeño se abalanzó sobre él y lo llenó de mimos, estaba claro que no solo yo lo extrañaba, y se lo hacía saber, él lo agarro de los mofletes como solía hacer y lo movía para todos lados.—¡Hola grandulón! ¿Cómo has estado?—Pasa Dante, enseguida vuelvo —no dejé que respondiera y me metí al baño, lavé con énfasis mi rostro y me cepillé los dientes, asent&ea
La alarma sonó a las 8am, revisé mi móvil en busca de algún mensaje de Dan, pero no había nada, así que me levanté y volví a llamar a la florería, repetí el pedido, ésta vez una flor amarilla, y una nueva nota.«Dame la oportunidad de redimirme, por favor. Lexy»Al llegar el viernes aún no tenía noticias de él, cada día envié un nuevo arreglo con una nueva nota.«No te pido que olvides todo, solo una nueva oportunidad. Lexy»«¿Quieres empezar de cero? Lexy»No recibí ni una sola respuesta de su parte. Ya había avanzado mucho en la colección, estaba completa, y el sábado debía reunirme con Raquel para ver cuando hacíamos la nueva exhibición. Estaba j
Sin siquiera quitarme la ropa me desplomé en la cama, me sentía agotada, furiosa e insatisfecha. Intenté dormirme, pero comencé a dar vueltas en la cama una y otra vez. Necesitaba una liberación, sacar toda esa tensión de mi cuerpo, rebusqué en mi mesa de luz y hallé mi querido magic. Lo puse en la velocidad mínima, y cerré los ojos recordando esos instantes con él, segundos después lo cambié a la velocidad más fuerte y todo mi cuerpo comenzó a convulsionar, el orgasmo me alcanzó rápido y avasallante. Pero no era suficiente, así que seguí, hasta correrme tres veces seguidas, y luego sí, al fin me dormí.Me desperté cerca de las 11am, con una resaca tremenda. La cabeza me daba vueltas, y el estómago lo tenía al revés, corrí al tocador. Luego me metí a la ducha para tratar de aliviar el males
Al llegar a casa por supuesto me esperaba mi fiel compañero.—Hola pequeño, ¿Te has portado bien? —le regalé unos cuantos besos en la cabeza, me puse mi remera de dormir y me metí a la cama.El domingo nos despertamos tarde como de costumbre, tenía unas 10 llamadas perdidas y unos cuantos mensajes amenazantes de Ariana, le escribí que estaba bien, solo que cansada, para que se quedara tranquila. Me puse mi viejo y querido traje dominical de jeans rotos All Star negras y remera de bandas de los '90, un grueso sweater de lana, la chaqueta, cogí el bolso y salimos a pasear luego del desayuno. Caminamos hasta el parque, buscamos un claro y nos tiramos sobre la manta. Xander encontró un compañero de juegos, un cachorro de labrador que estaba con sus dueños y se la pasaron corriendo entre ellos y luchando por una rama, tomé mi cámara y les saqué tantas fotos como pud
La semana fue tranquila, me dediqué de lleno al trabajo, salí algunas noches con las chicas, otra vez con Tomy, antes de su viaje a Londres, e intercambiamos unos cuantos mensajes con Sebastián, asistí a mi primera reunión con el grupo de apoyo y si bien no es de mis actividades favoritas, tampoco fue de lo peor. Dante solo cruzaba mi cabeza cuando iba a la cama, ese momento en el que no tenía más remedio que lidiar conmigo misma, era el momento propicio para atormentarme con sus recuerdos, con su ausencia.El sábado me dediqué a los quehaceres domésticos, limpié en profundidad la casa, luego le llegó la hora del baño a Xander, y eso fue otra historia. Fuimos a hacer la colada, y luego visitamos a Caty llevando un delicioso almuerzo. Al volver a la casa pasamos a hacer compras. Después de guardarlo tomé un relajante baño de burbujas, y ya que no tenía planes
El domingo volvimos al parque como siempre, y mientras estábamos relajados disfrutando de los primeros soles de abril, Dante volvió a aparecer.—Hola Lex.—Hola Dante. ¿Vienes por Xander otra vez?—Sí, salí a correr, y los vi aquí, así que quería llevármelo.—Claro. Ve pequeño —ambos se marcharon y yo me quedé pensando en la gran mentira que me acababa de decir, él sabía perfectamente que estaríamos aquí. Había dos opciones, o realmente extrañaba mucho a Xander o buscaba excusas para verme. No le di demasiadas vueltas al asunto, Dante me causaba migraña y no permitiría que arruinara mi domingo. Llené mi boca de chuches y volví a mi libro. Me perdí en la bellísima mitología griega, por un rato pude verme recorrer las calles de Troya, y ver pelear a gigantes como