Máximo BultonCuando Lia cae desmayada en mis brazos, siento cómo mi corazón comienza a latir rápidamente al pensar que algo le ha pasado.—¡Ayuda! Necesito un médico —el señor Muller entra y, al ver la situación, se arrodilla y toca la mano de Lia.—¿Qué le pasó?—Se desmayó, no sé por qué —él fija su mirada en el estómago de Lia y parece preocupado.—Hay que llevarla a un hospital ahora —asiento y levanto a Lia, pero para mi mala suerte, encuentro a Sonia y esta me mira con ganas de matarme.—¿Por qué la llevas así?—Está mal, la vamos a llevar a un hospital, así que después hablamos —no dejo que siga hablando, continúo mi camino. Durante todo el trayecto, no dejo de mirarla, esperando que despierte. Lo único que escucho es a Daniel susurrar:—Dios, que estén bien —¿Estén? ¿A quién más se refiere?Llegamos al hospital y pedimos una camilla. Se la llevan, dejándonos a Daniel y a mí afuera.—Dios, debí dejarla ir a casa esta mañana. Yo sabía que no estaba bien.—Tranquilo, ella es fuer
Ya han pasado dos días desde que Máximo se enteró de mi embarazo y desde ese día no he tenido respiro por parte de él. Todos los días me llama y me pregunta cómo estoy, pero yo lo único que quiero es que no me hable ni se acerque a mí.- Amiga, arréglate para ir a tomar unas copas.- Carol, estoy embarazada, no puedo tomar.- Sí, tienes razón, pero puedes bailar y además aún no se nota casi tu embarazo.- No sé, Carol, no tengo ánimos.- Por eso mismo, vamos a levantarte ese ánimo.- ¿Stiven no se molesta? - Ella niega.- Justo él fue el que me dio la idea de invitarte a bailar. Es más, dijo que caería más tarde porque está resolviendo unos inconvenientes.- Yo veo... Bueno, pues si no tengo otra opción, vamos a arreglarnos. - Carol pega un gritico y hace un baile raro que me hace reír - Eres loca, Carol.- Lo sé, pero igual me amas. - Ambas nos arreglamos y decidimos ponernos un vestido. Puede que esté embarazada, pero todavía tengo cuerpo para ponerme vestidos pegados - ¡Wow, amiga,
Máximo BultonTengo a Lia plenamente dormida en mis brazos mientras acaricio su vientre, que aún no es tan notorio, pero me emociona saber que ahí está mi hijo o hija. Cuando la encontré en ese estado, quise matar a Julieta con mis propias manos; la pobre estaba fuera de sí, y no sé por qué, pero algo dentro de mí se quería morir al verla así, tan frágil. Ahora tenerla así me causa una sensación que hace mucho no sentía una sensación de paz y tranquilidad. Y la verdad, esto me asusta, porque no debería sentir esto por ella. Todavía recuerdo su traición con su amiguito, y me hierve toda la sangre de solo recordar todo lo que dijeron los reporteros sobre mí; hace que mi estómago se revuelque. Pero ahora que la tengo aquí, ni siquiera soy capaz de actuar con indiferencia. Lo intenté, pero no pude.A la mañana siguiente, me despierto todavía abrazando a Lia. La observo un rato y, no sé por qué, acaricio su mejilla.—Dios, debo levantarme. —Cuando salgo de la habitación, me encuentro de fre
El cuerpo de Max me aprisiona contra la pared mientras su lengua ataca mi boca de una forma salvaje. Sus manos recorren todo mi cuerpo, arrancándome gemidos que solo aumentan su excitación. Por un momento quiero separarme, pero no puedo; mi cuerpo me traiciona. Tomo con fuerza su cuello, pegándolo más a mí.—Me vuelves loco —deja mis labios y comienza a besar mi cuello, dejando leves marcas, pero no importa. Justo en este momento me vale un carajo todo; solo deseo sentirlo. Max posa sus manos en mis senos y les da un leve apretón, arrancándome un fuerte gemido.—¡Ahhh! —Tiro mi cabeza hacia atrás, disfrutando sus toques, hasta que el sonido de un celular nos saca de nuestra burbuja - Max, contesta, es tu celular —él sigue besándome sin apartarse de mí.—Que se espere —posa su mano en mis piernas y comienza a subir, pero el maldito celular no deja de sonar.—Contesta —él se separa algo molesto y, cuando toma su celular, me mira. Ya sé perfectamente quién es - Contesta, no hagas esperar
Al ver a Máximo parado en la puerta con cara de preocupación, mi rabia desaparece y me tiro encima de él a llorar... Dios, este embarazo me tiene sensible.—Lía, dime quién te hizo eso —dice mientras me carga y me lleva hacia la sala, atrapándome entre sus brazos, que me hacen sentir segura.—¿No viste las noticias hoy?—No he tenido tiempo.—Sonia apareció en un programa diciendo cosas horribles de mí. En ese momento, me encontraba en una cafetería con Carol, y unas señoras se acercaron, me gritaron un montón de cosas y luego una de ellas me dio un golpe —siento cómo se tensa, pero no me importa; sigo llorando sin consuelo alguno. De un momento a otro, me aparta de encima.—Se acabó. No dejaré que te digan más cosas. Voy a solucionar esto, lo prometo —cuando va a salir, lo tomo del brazo.—¿A dónde vas?—A arreglar esto.—No, ya es tarde. Mejor quédate conmigo, no quiero estar sola —cuando digo eso, su mirada se suaviza y vuelve a entrar con una sonrisa.—Ven, vamos a curarte eso —me
Estoy mirándome al espejo algo nerviosa ya que en pocos minutos llegará Max para irnos a cenar. Nunca en mi vida me había sentido así de nerviosa, pero espero que todo salga bien.Escucho que tocan la puerta y, como sé que es Max, tomo la cartera y me dirijo a la puerta. Cuando la abro, me encuentro a un Max vestido con un traje gris bastante sexy.—Estás hermosa —se acerca a mí y planta un beso en mis labios.—Tú estás muy guapo —él me sonríe y toma mi mano.—Vamos, que la cena espera —nos montamos al auto y Max maneja durante 20 minutos hasta que llegamos a una cabaña.—¿Qué es esto?—Esta cabaña la compré hace unos años. Vengo aquí cuando busco tranquilidad —abre la puerta y lo primero que veo es un caminito lleno de pétalos con velas.—Sigue el camino —me susurra Max mientras toma mi cintura. Hago lo que me dice hasta llegar a una terraza que está perfectamente decorada con una mesa y varias luces.—Sorpresa, cariño —miro sorprendida el lugar y luego miro a Max - ¿Tú hiciste todo e
Max y yo ya estamos de vuelta, ya que hay que volver al trabajo. Este me deja en mi apartamento y me doy una ducha rápida.- Mmm, ¿qué me pongo? - veo una falda y luego tomo una blusa con chaqueta.Llego a la oficina, dejo mis cosas y voy donde Daniel.- Hola, jefe - este me sonríe y me da un abrazo.- ¿Cómo estás?- De maravilla, ¿y tú?- Con mucho trabajo.- ¿Puedo ayudar en algo?- Puedes organizar estos documentos y después enviármelos - me entrega una pila de papeles.- Ahora te paso todo - llego a mi oficina, pero luego de media hora veo al señor Enrique entrar con cara de pocos amigos. Este llega a la oficina de Máximo y, como soy tan curiosa, voy directo a su oficina y pego la oreja a la puerta tratando de escuchar.- Máximo, tu madre está muy dolido por lo que pasó ayer. Dice que no quiere a esa mujer cerca de mí.- Papá, debes entender que ella no hizo nada. Todo fue un malentendido. La prensa me hizo creer cosas que no eran y, por mi estupidez, le pedí el divorcio.- ¿Cómo?
Escucho voces, pero aún las oigo lejanas. Cuando abro mis ojos, me doy cuenta de que estoy en la habitación de Max, con una camisa de él. De nuevo se escuchan las voces, y me doy cuenta de que mi padre está aquí.- Quiero verla, Max.- Ella ahora está dormida; ayer estaba bastante alterada.- Pobre de mi pequeña - sonrío, ya que hace mucho no me llamaba así - ¿Ya sabes quién lo hizo?- Sí, Julieta, una mujer que quiere acabar conmigo.- ¿Y cómo lo sabes?- Dejó una nota en la casa de Lía explicando cómo la iba a matar.- ¡Esa mujer está loca!- Sí, por eso hay que atraparla rápido. Lía tiene que estar tranquila.Me levanto de la cama y me pongo una bata.- Hola, papá - Cuando me ve, corre y me abraza.- Mi pequeña, estaba tan preocupado por ti.- Estoy bien, papá - le dedico una sonrisa.- Eso espero, mi pequeña.Veo a Max y me acerco a él, depositando un beso en sus labios.- Tenemos que hablar - le susurro, y él asiente.Nos quedamos un rato con mi padre y luego este se va, dejándome