Me siento en una orilla, pegando mis rodillas a mi pecho mientras dejo salir las lágrimas que tenía reprimidas. No puedo creer que haya sido tan estúpida en creer cada m*****a palabra que me dijo... ¿cómo me lo pude creer? Máximo acabó conmigo, juro que me acabó.—¡Maldito Máximo! —En ese momento, mi teléfono suena y veo que es Ed, así que contesto.—Ed —digo con voz quebrada.—Preciosa, ¿estás bien?—No, no lo estoy. Ven por mí, te lo suplico.—¿Dónde estás? —Le digo dónde me encuentro y solo espero a que llegue. A los 20 minutos llega y se baja corriendo del carro.—Preciosa, ¿qué haces aquí mojándote? Te vas a enfermar. —Sin que él se lo espere, me tiro a sus brazos y comienzo a llorar, tratando de sacar todo este dolor.—Linda... ¿qué tienes? —No puedo emitir palabras, solo lloro en silencio. Él me carga como si fuera una princesa y me monta en el carro, tapándome con su saco. Arranca y ni siquiera sé a dónde vamos. Solo me dedico a mirar hacia la ventana mientras varias lágrimas s
Desde que nos enteramos de que Julia había escapado del psiquiátrico, Max decidió aumentar la seguridad, especialmente la mía, lo cual detestaba con todo mi ser, ya que siempre fui una persona muy independiente que podía hacer lo que quisiera sin pedir permiso a la gente. Ahora tenía que decir hasta a qué baño iba. Ya ha pasado un mes desde la reunión y, la verdad, es que cada vez me siento más sola. Max llega tarde y, cuando veo su camisa, siempre tiene marcas de labial, pero no he dicho nada porque he cumplido al pie de la letra el deber de ser una buena esposa, aunque me duele, aunque a veces quiera matarlo por hacer lo que me hace sabiendo lo que siento por él. Así me tenga que tragar todo lo que siento, pero no le diré nada. Lo bueno es que, menos mal, tengo a Ed a mi lado, que siempre está ahí dándome ánimos, y Carol también; no sé qué haría sin ellos. Los dos nunca me han soltado la mano; siempre que me ven mal, me animan de alguna u otra forma.- Amiga, te han traído algo – lle
- No puedo creer que Julieta haya hecho eso - ¿Por qué no me puedo despertar? Es como si estuviera en trance y mi cuerpo no pudiera reaccionar.- ¿Cuándo se despertará? - está hablando con Carol.- En unas horas. El médico le dio un sedante para el dolor.- ¿Y qué pasará con su rostro? - ¿Con mi rostro? ¿Qué pasó con él?- Aún no lo sé. - Vuelvo a la oscuridad.Siento algo pincharme el brazo, así que lentamente abro los ojos y veo que estoy en un cuarto de hospital, conectada a unas máquinas que suenan. Siento ardor en mi rostro, así que llevo la mano allí, pero al hacerlo noto una venda en esa parte.- ¿Qué tengo? - toco la venda, pero no veo lo que tengo, así que con mucho cuidado me levanto para ir al baño, prendo la luz y, al voltear para verme en el espejo, veo una gasa que cubre una parte de mi mejilla - ¿Qué es esto? - susurro tocando esa parte, pero duele. En ese momento recuerdo a Julieta encima de mí, pasando su cuchillo por mi mejilla, lastimándome mientras se ríe como una l
Cuando escucho esa voz, no dudo ni un segundo en tirarme encima de él, y este me recibe, dejándome llorar en su hombro como siempre lo ha hecho desde que lo conozco.—Ed, no puedo más —comienzo a sollozar.—No digas eso, Lia. Tú eres una mujer muy fuerte, eres mi mujercita fuerte, no te dejes vencer —este acaricia mi cabeza y mi espalda para tratar de tranquilizarme.—Por eso ya no quiero ser fuerte. Estoy cansada de serlo, estoy cansada de que me pasen cosas malas. No entiendo por qué no me pueden pasar cosas buenas a mí.—Linda, sé que ahora ves todo de forma negativa, pero yo te aseguro que pronto llegarán cosas positivas —veo de lejos a un señor con una cámara, pero luego este se aleja, así que no le pongo importancia.—¿Qué te parece si vamos a mi casa? —propone Ed.—Está bien, vamos —nos subimos a su auto y él maneja hasta su casa, que, a propósito, es preciosa. Llegamos en 10 minutos y él me ayuda a bajarme. Veo que varias personas lo saludan y es inevitable no tapar mi marca, p
Llevo una semana metida en este cuarto... ¡UNA SEMANA! Creo que me estoy empezando a volver loca. Lo bueno es que durante esta semana no he visto a Máximo, pero quiero salir de aquí ya. No quiero estar más encerrada.—Señora, aquí está su comida —la señora del aseo deja la comida, pero yo me niego a tocarla. La verdad es que llevo varios días sin comer bien, pero es que no siento la necesidad de comer. Estar encerrada me deprime mucho. Mejor decido meterme a la cama y dormir, ojalá hasta que se acabe este infierno.Despierto cuando siento unas caricias en mi rostro y, al abrir los ojos, me doy cuenta de que es Máximo, así que en un rápido movimiento retiro su mano.—¿Qué haces aquí? —digo molesta.—Quería saber cómo estabas. —Maldito, ahora le importo.—¡Ahora te importo! Después de dejarme una semana encerrada...—Lia, entiende que todo esto lo hago por nuestro bien.—¿Por nuestro bien? ¡Yo creo que es mejor por el tuyo!—Sabes qué, piensa lo que quieras, Lia. Ahora quiero que te arre
Estoy mirando hacia la ventana ya que hace dos horas me levanté. Me llevaron el desayuno, pero aún Máximo no llega para sacarme de aquí, lo cual me desespera. Escucho que la puerta se abre y veo a Máximo con una estúpida sonrisa.- Buenos días, esposa.- No sé qué tienen de buenos.- ¿Vaya, amaneciste de mal humor? - Quiero matarte- ¿Qué quieres?- Que te arregles ya que mi madre viene a la casa para vernos.Solo asiento y me meto al armario para buscar qué ponerme, hasta que decido por una falda y una blusa.- ¿Y dónde está Lía, querido?- Aquí estoy, Teresa.Este me sonríe y me da un abrazo fuerte, pero cuando se separa me mira de forma extraña.- Querida, estás muy delgada, ¿te estás alimentando bien?- Sí, debe ser el estrés - digo algo nerviosa, ya que la mirada de Máximo está encima mío.- Lo sé, lo de Julieta no debe ser fácil.- Sí.- Pero bueno, por lo menos tienes a mi hijo, a tu marido que te apoya - Trato de dar mi mejor cara, pero es inútil. La verdad es que ahora me esto
Por fin pude volver a trabajar con Carol. Cuando ella me vio, saltó encima mío y me llenó de besos, cosa que me pareció tierna, ya que hace mucho nadie tenía esos gestos conmigo.—Bueno, ¿y cómo van las cosas con Máximo? —pregunta Carol.—Él dice que va a hacer todo lo posible para que volvamos a estar juntos, pero no lo sé. No creo que esto resulte.—Amiga, te diría algo alentador, pero no puedo. Solo espera que pase el tiempo y que él demuestre que así lo desea.—Sí, tienes razón, Carol.—Bueno, ¿y Ed? ¿Has sabido algo de él? —miro hacia otro lado con tristeza al recordar las duras palabras de Ed.—No, él no quiere saber nada de mí, Carol.—¿Amiga, tú y él tuvieron algo? —yo asiento, algo ida.—Nosotros nos acostamos —ella abre los ojos, sorprendida.—¡¿Te acostaste con Ed?!—¡Dios, Carol, baja la voz!—Lo siento, es que no esperé que te acostaras con Ed.—Ni yo, pero me dejé llevar. Yo estaba muy mal con lo de Máximo y Ed siempre fue un buen hombre. Él... él me hizo sentir amada, Ca
Caigo al suelo sintiendo un dolor punzante en mi espalda. Solo logro escuchar los gritos de Máximo y los de Ed gritando que no me duerma.—Lía, preciosa, no cierres los ojos— visualizo el rostro golpeado de Ed, quien toma mi mano dándome un toque de tranquilidad.—Pobre Lía, va a morir.—¡Déjala tranquila, Julieta! —grita Máximo con impotencia al no poder acercarse.—Vas a sufrir, Máximo, te voy a dar donde más te duele, y sé que esta chica te importa mucho, así que prepárate para verla morir— vuelve a levantar su puñal y, cuando lo va a clavar, las sirenas de la policía comienzan a sonar, haciéndonos saber que están cerca.—¡Joder! Te salvaste, perra, pero pronto vendré por ti— me da una patada justo en la herida y caigo al lado de Ed, algo mareada, mientras él sale con sus hombres. Ed me mira preocupado y le grita a Máximo que llame a una ambulancia.—Tranquila, Lía, todo estará bien.—Tengo miedo, Ed— digo en un susurro.—Aquí estoy, tranquila— Máximo se acerca y toca la herida para