Selene sonrió y dijo:

—¡Mirarte así a mi hermana, por supuesto que me hace llamarte por tu nombre completo! Con esa mirada tuya, ¿parece que vas a secuestrar a mi hermana o qué?

—N-no, para nada,— Nacho negó con la cabeza, pero su respuesta carecía de convicción.

Selene levantó una ceja y continuó:

—No lo niegues, simplemente te gusta Mariana. El amor en tu mirada no se puede ocultar.

—¿D-de verdad?— Nacho sonó un poco ansioso.

Selene volvió a reír.

—¿Por qué no confiesas entonces?

Nacho se quedó atónito por un momento, sin esperar ser atrapado por Selene.

—Patrona, eres tan traviesa...

—No soy traviesa, tú te sientes culpable, por eso no confiesas.

Luego, Selene miró hacia el balcón, viendo la delgada figura de Mariana, y dijo:

—Si realmente te gusta, ve a por ella. No creo que Mariana te desagrade. Rosa se ha ido, y el mundo ha perdido a alguien que la amaba. Ahora debería aparecer alguien que la ame. ¿No crees que eso sería justo?

—Sí— Nacho asintió, luego sonrió de oreja a orej