Él ocultaba todo el dolor detrás de una expresión tranquila, pero en realidad su corazón estaba destrozado.

—Damián— susurro con los labios apenas entreabiertos, llamando a Damián que estaba cerca.

Damián se acercó rápidamente, asintiendo levemente.

—Don Andrés.

—Llévala de vuelta— ordenó.

Damián se sorprendió un momento, no esperaba que fuera así...

—De acuerdo, don Andrés— respondió, abriendo de inmediato la puerta trasera del coche.

—Gracias— agradeció Selene a Andrés antes de volverse.

Al girarse, vio la mirada de él, llena de un dolor indescriptible.

Y al dar la vuelta, una lágrima desconocida resbaló desde el rabillo de su ojo...

Su pequeña mano se apretó en un puño mientras avanzaba hacia el vehículo.

Un paso...

Y luego otro...

Cada paso que daba parecía carente de fuerza, como si hubiera vivido una vida de tormentas y estuviera envejeciendo lentamente...

Andrés, te amé una vez, te odié otra, pero nunca pude olvidarte.

Para hacer que el resto de mi vida sea un poco mejor, lo ún