Casi en un instante, se escuchó el llanto de Esmeralda...

—¿Por qué me tratas así... buaaa...?— Esmeralda no pudo enfrentar la situación y corrió hacia la dirección del ascensor.

—¡Esme, Esme!— Al ver esto, Ana no pudo preocuparse por nada más en ese momento, temiendo que Esmeralda no pudiera soportarlo y, como la última vez, intentara hacer algo precipitado, así que la siguió de inmediato.

Una vez que las dos se fueron, Selene rápidamente apartó a Andrés con la mano.

Los médicos y enfermeras que estaban parados en la puerta no sabían qué hacer en ese momento, solo pudieron sonreír incómodamente y decir:

—Don Andrés, vamos a cambiarle la medicación.

La mirada de Andrés seguía fija en Selene, y con los labios apenas entreabiertos, dijo:

—Tú dices, que ella lo haga.

Esas cuatro palabras fueron dichas con una determinación inquebrantable.

Los médicos y enfermeras dirigieron sus miradas hacia Selene al unísono.

—Señorita Soto, por favor, esto es muy importante. La medicación necesita ser