Aquí el capítulo de hoy. Espero que les guste :DYa me contarán jejejeCapítulo 7 – Miradas fugaces.No volvimos a quedarnos a solas el resto de la noche, nos evitábamos, mientras hablábamos con los invitados de la fiesta, aunque nos lanzábamos miradas fugaces de vez en cuando, que retirábamos en cuanto sentíamos la del otro.¡Por Dios! Aquella loca situación me estaba matando.Él era el hijo del nuevo socio del bufete, tenía que cortar aquella estupidez en seguida, no podía seguir acostándome con él.- Nena – se quejó Pit - ¿me estás escuchando? – Era obvio que no lo hacía, eso lo sabéis, ¿no? Miré hacia él, algo desorientada – Digo que el hijo del nuevo socio está tremendo, ¿no crees?- Sí... No... ¿Qué? – ni siquiera sabía que decir, él sonrió, divertido, para luego acercar su rostro al mío.- Lo digo porque no has dejado de mirarle desde que ha llegado – bromeó, le miré con cara de malas pulgas – No te pongas así mujer. Está como quiere el niño, y para un par de polvos no importa l
Nos dimos una ducha a las ocho de la mañana, justo cuando estábamos exhaustos de tanto sexo, por separado. Me puse el camisón, justo en el momento en el que él salía de la ducha, secándose la cabeza con la toalla, llegando hasta mí.La forma en la que me miró me encendió completamente. Ese hombre me volvía loca, no sabéis hasta qué punto.Se dio la vuelta, se colocó los calzoncillos, los pantalones, los calcetines, y justo se anudaba los zapatos, sentado en la cama, cuando yo llegué hasta él, le agarré del pelo y le besé, con desesperación, pero para mi sorpresa, él me detuvo.- Tengo que irme – me cortó. Me eché un poco hacia atrás, observándole, seguía colocándose los zapatos, sin tan siquiera mirarme – tengo cosas que hacer, Lena.- ¿Qué cosas? – me quejé, odiaba que después del sexo se fuese de esa manera, como si aquello sólo fuese... ¿Qué esperaba? Aquello sólo era sexo. Justo era lo que buscaba en él, entonces... ¿por qué me decepcionaba con aquello?Se puso en pie, divertido, m
Me cambié varias veces de vestido, de peinado, e incluso me tomé varias copas de vino, pero por más que miraba hacia la puerta, el timbre no sonaba.¿Dónde demonios se había metido?Miré hacia el teléfono, eran casi las doce y media.No tenía ni un solo mensaje suyo, y no estaba en línea desde las nueve de la noche.¡Joder!Debía haberme vuelto loca, ¿cómo podía estar esperando por un niño?Me eché un par de copas más de vino, pero terminé agarrando la botella, a las una y media, cuando perdí toda esperanza de verle aparecer por la puerta. Di un par de sorbos, directamente a morro, y luego ladeé la cabeza hacia el piano que recién me habían traído en la mañana. Sonreí, con malicia, dejé la botella medio vacía en la encimera de la cocina, bajé la cremallera de mi vestido y me lo quité, las bragas, el sujetador, sintiendo como mis cabellos rozaban mis pechos, caminando hacia el piano.- No te necesito para esto – dije, ante el silencio de mi casa, mientras me sentaba en el taburete, comp
Mi cuerpo ardía en llamas, en aquel pequeño habitáculo, en aquel coche, siendo arañada por su barba, mordida por su boca, y lamida por su lengua. Cada parte de mi cuerpo era recorrida por sus manos, que se aferraban a mí, como si no estuviesen preparadas para dejarme escapar, como si aquello fuese el infierno y él un demonio con ojos azules.Sus ojos me penetraron, dejándome aún más desnuda de lo que ya estaba, mientras los gemidos salían por mi boca, y él me guiaba, apretándome la cintura, para que no dejase de hacerle aquello.Nuestros cuerpos sudados se dejaban de llevar por el placer del momento, haciéndome llegar al más pleno éxtasis, os lo aseguro, estaba a punto de sentir las convulsiones.Le observé, quedándome con ese momento, es más si hubiese podido elegir un solo momento con el que quedarme, hubiese sido aquel. Estaba debajo de mí, gimiendo entrecortadamente, con el rostro empapado en sudor, con la mirada fija en mí. Me mordí el labio, recordando las palabras que me dijo an
Me quedé dormida en el sofá, sin tan siquiera subir a mi habitación, después de llorar a lágrima viva durante horas. Por eso aquel día tenía ojeras, y muy pocas ganas de asistir a reuniones. Pero a veces la vida es así, uno tiene responsabilidades y no puede mandarlo todo al traste porque no se siente preparada para enfrentarse a la realidad.Saqué mi mejor sonrisa, y una de mis caretas, y me convertí en esa abogada que admiraba. Charles no quería darme nuevos casos, así que después del caso del señor Prado, que había sido acusada injustamente de asesinato, me tomaría unas más merecidas vacaciones.- Que mal aspecto tienes – dijo Peter, a la hora del almuerzo, en la cafetería, mientras yo me fijaba en mi ensalada de pasta, sin tan siquiera contestarle - ¿Anoche saliste? ¡Estás irreconocible últimamente!- ¿A qué hora tienes tu última reunión? – quise saber – Te irás directamente ¿no? ¿o Paul viene por ti?- Me iré directamente, Charles me ha dejado salir antes – aseguraba - ¿no crees q
Estaba sentada en el sofá, sin saber qué decir, después de que él me hubiese contado sus desastrosas relaciones con las chicas. Ellas solían alejarse de él en cuanto veían su aparato, y no era para menos, era grande, incluso yo me sorprendí la primera vez. Pero una vez que lo pruebas... le pierdes el miedo.Apoyó sus codos en sus rodillas, frustrado, justo cuando yo entrelazaba mi mano con la suya. Me miró, sorprendido.- No soy buena en las relaciones – le dije, sin atreverme a mirarle – no soy demasiado cariñosa, odio las demostraciones de cariño en la calle, y suelo ir muy a mi bola. Los tíos odian eso – sonrió, agradecido de que le estuviese hablando de mí – no suelo intimar porque no me gusta sentirme usada. Algunos chicos cuando terminan de ... - me detuve, algo tímida – se visten y se van, me hace sentir... sucia.- ¿Te hice sentir sucia, alguna vez? – quiso saber. Volví a mirar hacia esos preciosos ojos azules antes de continuar.- Tú no, siempre me dabas un beso en los labios
Pedí algo al chino para comer, justo después de salir de ducha, después de una mañana de sexo intenso, con ese chico que me hacía temblar. Debía dejar de negármelo a mí misma, no quería dejar de hacer aquello, y ... quería saber más sobre él.- ¿Vives con tu padre? – pregunté, tan pronto como me acordé de que Alexander vivía justo al lado. Él negó con la cabeza, colocándose los calzoncillos, mirando hacia mí, divertido.- Vivo en un hotel – me explicó – la relación con mi padre no es buena.- ¿y tu madre? – quise saber.- Te lo estás tomando en serio ¿no? – bromeó – Lo de hablar sobre nosotros – Sonreí, para luego darle un golpe en el brazo, haciéndole reír, divertido – Mi madre no vive en Nueva York.- ¿Vives sólo en un hotel? – pregunté, sin poder entender su decisión – Podrías...- Vivir sólo me da mucha libertad – se quejó – no tengo que dar explicaciones a nadie sobre la hora a la que llego, ni sobre dónde estoy – entendía perfectamente su punto de vista, pero aun así...- ¿No te
Caminábamos, el uno junto al otro, hacia su auto, en el más pulcro silencio. Sonreí, con melancolía, al darme cuenta de que él ya no parecía tener interés en mí, en aquel momento estaba más preocupado por volver a ver al a chica de hace un momento.La puerta del restaurante que había un par de metros más abajo se abrió y un grupo de trajeados salió de él, entre ellos un hombre que se me quedó mirando, al que ni siquiera vi.- ¿Lena? – Me llamó, haciendo que mirase hacia él, despreocupada, olvidándome por un momento de la frustración que sentía en aquel momento y me fijase sólo en él - ¿Lena Sparks? ¿Eres tú?Le miré con incredulidad. No tenía ni idea de quién era. No suelo fijarme demasiado en los hombres, siempre tengo cosas más importantes en la cabeza. Pero ese tipo debía conocerme ¿no? ¿Cómo si no sabía mi nombre?Era un chico muy guapo, tendría más o menos mi edad, tenía el cabello castaño, ojos verdes, barba, era delgado, y musculoso.- ¿No te acuerdas? – negué con la cabeza, un