Margaret sintió que la invadía una sensación de impotencia mientras trataba de procesar todo lo que estaba sucediendo. Sabía que necesitaba mantenerse fuerte y defenderse, pero no sabía cómo. La nota de advertencia la hizo sentir más sola y vulnerable que nunca.Cuando se sentó en su sofá, Margaret se dio cuenta de que tenía que tomar algunas decisiones difíciles. Tenía que ser inteligente y estratégica en la forma en que manejaba a Alexander y sus hombres. Margaret no podía dejar que ganaran y haría lo que fuera necesario para protegerse a sí misma y a sus seres queridos.La nota era una llamada de atención, un recordatorio de que no podía bajar la guardia ni un segundo. Margaret sabía que tenía que mantenerse concentrada y alerta frente al peligro.Con tanta revolución, Margaret cayó en la cuenta de que había quedado de hablar con James. Se levantó como un resorte y se cambió para dicha cita. Alistó a Ben y salió en el auto, por suerte el lugar no era lejos.Margaret llegó al café
El corazón de Margaret se aceleró cuando escuchó la voz de Alexander al otro lado de la línea. —¿Quién demonios te dio mi número? —cuestionó ella, con su voz temblorosa. —¿Acaso no te da gusto escucharme? —dijo Alexander, con un tono socarrón. —Jamás en la vida me daría gusto escucharte —espetó Margaret. Ben escuchó la voz tensa de su madre y se inquietó. —Escúchame, Margaret, te di la oportunidad de volver a mí y elegiste mantenerte alejada y encima llevarte a Ben. Eso fue un grave error —dijo Alexander, con la voz llena de ira. —¿Qué es lo que deseas? ¿Acaso no te ha bastado el daño que ya has ocasionado? —preguntó Margaret, tratando de sonar confiada, pero su voz temblaba. —Quiero que vuelvas a mí, Margaret. Quiero que vuelvas a ser mía. Deja ese lugar y vuelve a mí. Puedo ofrecerte todo lo que quieras, lo sabes —dijo Alexander entre dientes. —Primero que nada ¡No soy tuya ni de nadie! Y no voy a dejar mi trabajo o mi vida, Alexander. Tienes que detener esto —dijo Marg
Margaret intentó mantener la distancia, pero Richard se acercaba demasiado e hizo que ella retrocediera. La joven madre pudo sentir que su corazón se aceleraba cada vez más cuando lo veía, observando sus hermosos rasgos, esa elegancia al caminar y sus anchos hombros.—Buenos días, Margaret —dijo Richard, su voz era profunda y seductora.—Buenos días, Sr. Richard —respondió Margaret, tratando de mantener la voz firme.Richard se inclinó aún más cerca, con su cálido aliento en su mejilla. —Te ves… diferente —dice, sus ojos recorrieron su cuerpo con detenimiento.Margaret sintió que sus mejillas se sonrojaban mientras daba un paso atrás, tratando de poner algo de distancia entre ellos. —Decidí cambiar un poco las cosas —dijo, tratando de sonar casual.Richard asintió, con una pequeña sonrisa jugando en sus labios. —Bueno, te ves hermosa —dice, con sus ojos fijos en los de ella. Sus pupilas se habían agrandado, haciendo que sus ojos se oscurecieran aún más.Margaret sintió que su coraz
Allí estaban las dos amigas y vecinas. Una con las manos temblorosas y la otra sintiendo el corazón en la garganta.Margaret se sorprendió al no más escuchar las palabras de Tatiana. —¿Qué tipo de cosas espeluznantes? —preguntó ella por segunda vez, con insistencia, tratando de mantener su voz tranquila.Tatiana suspiró y miró a Margaret con una mezcla de preocupación y miedo en los ojos. —Descubrí que Richard, nuestro director y jefe, el que todos creímos impecable, tiene antecedentes penales —dijo Tatiana, con su voz apenas por encima de un susurro.El corazón de Margaret se hundió. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Richard, el hombre por el que había empezado a sentir algo, tenía antecedentes penales? —¿Qué hizo él? —preguntó ella, con su voz temblando de manera inevitable.Tatiana negó con la cabeza. —No estoy segura —dijo mientras se quitaba el sudor de la frente—. Traté de averiguar más, pero la información está sellada. Todo lo que sé es que pasó un tiempo en prisió
El teléfono timbraba y timbraba una y otra vez; James no obtenía respuesta de Margaret, ni siquiera en aquel mensaje que él le había enviado sobre un lugar mejor para que ella y el pequeño Ben vivieran.Un sentimiento muy malo se formó en su pecho y como si se tratara de un rayo se alistó y salió de su pequeño apartamento hacia el de su querida amiga. En el camino hizo una compra rápida y continuó su trayecto.James llegó al apartamento de Margaret con un ramo de flores, con la esperanza de animarla. Notó que se veía pálida y preocupada, así que le preguntó qué le pasaba. Se quitó su chaqueta y la colgó en la entrada.Margaret vaciló al principio, pero finalmente le confió lo que Tatiana había descubierto sobre Richard. Recibió las coloridas y variadas flores, y las colocó en un pequeño florero mientras hablaba.James escuchó atentamente, su preocupación crecía con cada palabra. —¿Confías en los instintos de Tatiana? —preguntó, mirando a Margaret con el ceño fruncido.—No lo sé —resp
El corazón latía desbocado en su pecho y dudó por un momento, sin saber si debía intervenir, pero luego decidió acercarse a ellos con cautela. A medida que se acercaba, podía escuchar su conversación. —No sé de qué estás hablando —dijo Richard, su voz sonaba muy tensa. —Sabes exactamente de lo que estoy hablando —respondió James, con los puños apretados a los costados. Margaret podía sentir cómo se acumulaba la tensión y se dio cuenta de que no se trataba de una simple discusión. Se quedó atrás, no queriendo interferir a menos que fuera necesario. Richard y James continuaron discutiendo, sus voces subiendo más y más el tono de lo que se decían. Margaret podía ver que ambos estaban nerviosos y sabía que las cosas podían volverse violentas en cualquier momento. De repente, Richard se abalanzó hacia delante con el puño levantado. Margaret jadeó horrorizada, pero James logró esquivar el golpe y derribó a Richard al suelo.Margaret corrió hacia adelante, gritando que se detuvieran. Pod
Al no más llegar al apartamento, Margaret cambió a Ben, le dio su mamila y luego marcó nerviosamente el número de Tatiana, el corazón le latía con fuerza en el pecho. No podía creer que estaba a punto de salir a cenar con Richard, el hombre del que había estado tan insegura hace unos días. Necesitaba ayuda, ¿y quién mejor que Tatiana para dársela?—Hola, Tati, soy yo, Margaret. ¿Puedes venir y ayudarme a prepararme para esta noche? —preguntó, tratando de mantener la voz firme.—Por supuesto, estaré allí en quince minutos. No puedo esperar a verte arreglada para Richard —respondió Tatiana con voz burlona.Margaret se sonrojó, sabiendo que Tatiana podía oír la vergüenza en su voz. —No es así, Tati. Solo saldremos a cenar y a hablar —protestó ella.—Ajá, seguro. Bueno, estaré allí pronto, así que prepárate —dijo Tatiana, y colgó el teléfono.Margaret respiró hondo y se dirigió a su habitación para vestirse. No quería que pareciera que se estaba esforzando demasiado, pero también quería
Margaret estaba entrando en una especie de ansiedad, Richard al fin estaba abriendo sus palabras hacia ella. Esperaba descubrir sus verdaderas intenciones, su verdadera escencia de su ser que iba más de ese porte elegante parecido al monstruo de Alexander. —Pues… Mi madre, mi padrastro e incluso mi hermanastra saben cosas de mi pasado que no han querido revelarme. Yo Tengo miedo de que esos secretos me impidan ser la persona que quiero ser. Margaret se sorprendió por esta revelación. —¿Qué tipo de secretos? —preguntó, intrigada. Richard se miró las manos y suspiró. —No lo sé, Margaret. Ese es el problema. Siento que falta una parte de mí y no sé cómo encontrarla. Mientras tanto, el bebé Ben se movía inquieto en su silla alta, tratando de alcanzar la canasta de pan en la mesa. Richard se dio cuenta de esto y se rió entre dientes. —Parece que alguien tiene hambre. Aquí, déjame ayudarte —Richard dijo divertido. Estiró la mano y tomó un trozo de pan, lo partió en pedazos pequeños