Richard se hundió en el asiento de su auto, sintiendo la furia correr por sus venas. La traición de Alexander y la desaparición de Margaret lo tenían desesperado. Sacó su teléfono y notó varias llamadas perdidas de sus padres, pero en ese momento no tenía tiempo para escuchar sus preocupaciones. Marcó frenéticamente el número de James, esperando que su amigo respondiera lo antes posible.— ¡Richard! ¿Qué demonios está pasando? — exclamó James al otro lado de la línea, evidenciando la preocupación en su voz.— James, necesito tu ayuda. Estoy frente a un hotel cinco estrellas cerca de Beaufort. Alexander y Margaret podrían estar aquí. El personal del hotel no quiere cooperar. Necesito que vengas de inmediato — dijo Richard, su voz llena de urgencia.— ¡Estoy en camino! — respondió James sin vacilar —. También llamaré a Tatiana. Nos reuniremos contigo lo más rápido que podamos.— ¿Qué acaso no está ahí con ustedes, en su escondite secreto? — Richard arqueó una ceja.— Ella... — James t
Segundos después de haber visto pasar aquel auto a una gran velocidad, el trayecto de James y Tatiana se vio interrumpido por el sonido de una bocina detrás de ellos. Richard, en su propio auto, los había alcanzado y les hacía señas para que se detuvieran. James frenó el automóvil y se aorilló. Tatiana, sintiendo la adrenalina correr por sus venas, abrió la ventana para escuchar lo que Richard tenía que decir. — No hay mucho tiempo ¡Debemos ir tras ese auto negro! ¡Alexander y Margaret están adentro! Tenemos que descubrir dónde se están ocultando —exclamó Richard, con su voz llena de urgencia y determinación. James y Tatiana intercambiaron miradas, sabiendo que la situación se estaba volviendo cada vez más peligrosa. No tenían tiempo que perder y debían actuar con astucia y cautela. — Estamos contigo, Richard. Vamos a seguir ese auto y averiguar todo lo que podamos. Juntos pondremos fin a esta locura —afirmó Tatiana, su voz estaba llena de determinación. James y Tatiana intercamb
Richard, Tatiana y James quedaron paralizados por un momento cuando el guardia de seguridad los descubrió en su escondite. Estaban acorralados, no podían escapar de esa. Richard estaba de espaldas, pero sus amigos podían ver bien aquel semblante del hombre que portaba al menos dos armas de fuego. —¿Quiénes son ustedes? ¡¿Qué diablos están haciendo aquí?! —inquirió el guardia casi en un grito.Richard, pensando rápidamente en una estrategia, no se le ocurrió otra cosa más que carraspear, peinarse el cabello rápidamente y voltearse hacia el guardia con mirada fulminante.Tatiana y James veían a su amigo con mucha duda, pero no había tempo para cuestionarlo, aunque lo más probable era que estuviera a punto de cometer una locura de la que podía arrepentirse.Con una mirada desafiante, Richard respiró profundo, se abordó al guardia y se convirtió en una persona con actitud autoritaria, rayando en el despotismo.— ¿Quién demonios te crees para interrumpir nuestra conversación privada? ¿Ah?
¡Advertencia! Este capítulo contiene escena +18. Lee bajo tu propio riesgo. Margaret entreabrió la boca, temerosa por lo que sea que estuviese ahí en la espesura de aquel árbol que estaba tan cerca del balcón. Con el miedo queriendo escapar por su garganta en forma de un grito, se autocontroló y al fin inquirió:— ¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo ahí? La figura permaneció inmóvil por un instante, haciendo que la tensión en el aire se volviera palpable. Luego, lentamente, la silueta comenzó a moverse en el árbol, acercándose sigilosamente a Margaret, pero aún no era lo suficientemente cerca para que ella pudiera distinguir su identidad. En ese momento, Margaret sintió un miedo paralizante. Su instinto le decía que debía alejarse, que su vida estaba en peligro. Sin pensarlo dos veces, retrocedió hacia la puerta del balcón, buscando refugio en su habitación. Sin embargo, antes de que pudiera alcanzar la seguridad, una voz misteriosa resonó en la oscuridad. —Margaret, no puedes huir
¡Advertencia! Este capítulo tiene contenido +18.El ruido de pasos se trataba nada más ni nada menos, que de un par de sirvientas que recorrían los pasillos. Parecían estar murmurando entre ellas y estaban muy cerca de la puerta. Margaret le hizo un ademán a Richard para que hiciera silencio y a él lo que se le ocurrió fue agazaparse cerca de la cama para que no lo vieran si es que entraban, mientras que la joven madre, se acercó a la puerta para escuchar de qué hablaban aquellas dos mujeres.—Anda, toca tú —dijo Sheila, Margaret pudo reconocer su voz aguda, a pesar de que hablaba quedito. —No sé si sería buena idea —susurró Catrina, su voz era demandante comparada con la de su compañera —, creo que ya hubiera salido a abrirnos. No sé por qué el señor Alexander nos lo ordenó, pero bueno… Debemos obedecerle.—Dijo que la quería profundamente dormida ¿Será por la señora que acaba de llegar a verlo? —dijo Sheila con un dejo de duda.Margaret arqueó una ceja ante aquello. Richard hizo u
Ahí estaban Margaret y Richard, viéndose con los ojos muy abiertos, con los corazones acelerados y no era por el acto pasional que acababan de cometer, sino porque Alexander había irrumpido antes de que su hermano gemelo pudiera irse sin dejar rastro de su presencia. Margaret se cubrió la boca y Richard observaba sin poder hacer mucho, no sabía cómo iba a salir de ese embrollo. Si acaso le tocaba pelear con él estaría dispuesto a hacerlo, ganas no le faltaban para ponerlo en su lugar de una vez por todas, pero la mirada de la joven que tanto amaba le decía que no abriera la boca. —Cariño, estás en el baño, ¿verdad? —inquirió Alexander mientras se pegaba a la puerta de dicho cuarto de baño—. Abre de una vez, así acabaremos lo que teníamos pendiente. La joven madre escuchó con detenimiento sus palabras, pero más su tono de voz, que sonaba arrastrado y lento ¿Acaso estaba borracho? Margaret señaló su oído para indicarle a Richard si escuchaba lo que ella y é confirmó. Ambos amantes
Richard se acercó al auto y vio a Miriam sentada en el interior, con una mirada fría y desafiante. Su corazón se apretó al darse cuenta de que había estado tan cerca de alguien que no solo lo odiaba, sino que también estaba alineada con su detestable hermano.«¿Cómo podría ser posible? ¿Miriam está involucrada en los planes de Alexander? Todo este tiempo, pensé que nuestro rompimiento fue simplemente eso, el fin de nuestra relación. Pero ahora veo que hay algo más oscuro detrás de todo. ¿Por qué Miriam se ha convertido en su cómplice? ¿Cómo ha podido jugar así, en mi contra de esta manera?», se dijo a sí mismo en un vórtice de emociones que no tenían ni pies ni cabeza.La incredulidad y la traición llenaron la mente de Richard mientras Miriam permanecía sentada en el auto, sin decir una palabra. Aunque había una parte de él que nunca había dejado de sentir un cariño profundo por ella con una mezcla de arrepentimiento por lo mal que la había tratado –él era consciente de eso–, pero aho
Permanecer en ese lugar solo los ponía en riesgo cada vez más y Richard no aparecía; el tiempo jugaba en contra de todos. Ahí permanecían agachados en el asiento trasero del auto de Tom. Aparte de eso, tenían al lado el auto de Richard, esperando también por él. —¿Crees que nos has visto? —inquirió Tatiana entre susurros. —No lo sé —respondió James—, pero tenemos que mantener la calma y esperar. No podemos arriesgarnos a ser descubiertos ahora. Pronto pudieron respirar con más calma, logrado evadir al misterioso vehículo que los seguía, y su alivio era evidente en sus rostros. Sin embargo, mientras se enderezaban, algo en el ambiente parecía haber cambiado. Una conexión especial comenzó a formarse entre ellos, y una mirada intensa se cruzó entre ambos. Tatiana no podía apartar la mirada de James. Sentía una atracción indudable hacia él, una fuerza magnética que los acercaba cada vez más. En un impulso, rodeó a James con sus brazos, buscando consuelo y cercanía en medio de la ince