— Si detective Castillo, yo también la amaba. Ella despertó en mí un fuego que jamás imaginé tener dentro de mí. Los encuentros con ella eran algo de otro mundo. El problema es que no era mía, ni mucho menos era de mi hijo. Ese tipo de mujeres es imposible no llegar a odiarlas mientras te mueres por volverlas a ver.
— ¿Y Jack lo supo?
— Si lo supo, pero algún tiempo después. Todo se mantuvo en secreto. Mientras él creía engañarme con su tonto plan de huir con ella, yo lo engañaba haciéndole el amor a su futura esposa. Ella era la única que sabía en dónde estaba parada.
— ¿Estás lista para tu nueva sorpresa?
— Si mi amor, sorpréndeme.
— ¡Tarán!
Jack se quitó la camisa para revelar el tatuaje que acababa de hacerce en la espalda. El nombre de Serena con letras grandes y legibles.
Jack era un loco enamorado, valga la redundancia, porque locura y amor son exactamente lo mismo.
— ¿Te gusta?
— ¡Jack, es precioso!
— No más precioso que tú.
— ¡Qué cosas dices! — sonrió — haces que me sonroje.
— Tengo otra sorpresa. Ya tengo todo listo para que huyamos. Nos vamos mañana mismo. El vuelo está reservado, y lo mejor es que nadie tiene la menor idea. Cuándo se enteren ya estaremos en otro país legalmente casados.
— ¿Y si lograron huir?
— No, detective Castillo. No sabría describir que sentí en ese momento. A veces quiero engañarme a mí mismo diciendo que lo hice para ayudar a mi hijo, ya sabe, que ella no lo tomara por tonto, pero la mayoría del tiempo estoy seguro de que lo hice por celos. También lo hice para que ella no se fuera. En el fondo, no quería perderla.
— ¿Entonces que hizo?
— Los esperé en el lugar de donde saldría ese vuelo. Estaba decidido a evitar que se fueran.
— ¿Y como lo supo?
— ¿Qué no es obvio?
— Ella se lo dijo.
— Mientras hacíamos el amor.
— Pero eso no tiene sentido. Se lo dijo aún sabiendo que usted lo impediría.
— Me lo dijo sabiendo que yo pagaría el precio. El día del vuelo, yo fuí a verlo hasta ese lugar.
— ¡¿Papá?! .... ¿Qué haces aquí?
— Hijo, Serena no vendrá.
— ¿Pero que dices, papá? ¿Cómo sabías que nos veríamos en este lugar?
— Hazme caso, Jack. Ella no va a venir.
— Tú no la conoces. Yo sé que la odias, pero ella no es la persona que crees que es. Nosotros nos amamos, y vamos a ser muy felices, y nadie podrá evitarlo, ni tú, ni mamá, ni nadie, ¿Te queda claro?
— Ella aceptó una gran suma de dinero para dejarte en paz.
— Pero... ¿Qué dices? ¿Cómo puedes ser capaz de inventar esas cosas?
— Ella fue mi amante, Jack. Llevamos tiempo sosteniendo relaciones sexuales dentro de la mansión.... ¿Cómo crees que supe que estarías aquí?
— ¡Mientes! .... ¡Mientes!
— Lo siento mucho, hijo.
— Ahora entiendo porqué su hijo lo odia, pero no entiendo cuál fue su trato con Serena.
— Es fácil, detective. Ella aceptó medio millón de dólares para salir de la vida de Jack para siempre. Supongo que lo vió mucho mejor que vivir junto a un hombre que no amaba.
— Sin embargo ella volvió. Volvió nueve años después, ¿No es así?
— Si, pero eso será mejor que lo hable con la ex esposa de Jack, Naty. Estoy seguro que disfrutará mucho hablando de ella y su odio infinito por Serena.
— Es Interesante ver como todos odiaban a la víctima — confesó — señor Patterson, antes de irse debo pedirle que por favor se someta al detector de mentiras para unas preguntas rutinarias.
— Como sea.
— ¡Señor Patterson!
El señor Patterson volteó antes de salir del despacho.
— ¿Se siguieron viendo?
— ¿Perdón?
— Usted, y Serena... ¿Se siguieron viendo luego de esa noche en la que le rompieron el corazón a Jack?
— ¿Usted qué cree?
— Eso pensé.
Las horas pasaron, y el detective Castillo recibió una noticia que cambió por completo el curso de la investigación.
— ¡Detective!
— Dígame, Fabiola, ¿Qué ha pasado?
— Hallaron un cadáver en uno de los parques de la ciudad. Todas las descripciones coinciden con las características de la señorita Serena Blas.
— ¡Vamos de inmediato!
— ¿Y qué haremos con el señor Patterson? ¿Lo dejamos ir?
— Déjame adivinar, ¿Pasó la prueba del detector de mentiras?
— Con honores, detective.
— ¡Éste maldito caso me va a volver loco!
Un parque abandonado. El lugar perfecto para lanzar un cuerpo sin que nadie vea.
— Ramírez, ¿Qué tenemos?
— La víctima es una mujer, cabello rubio, metro ochenta, caucásica, y con rasgo faciales muy parecidos a la de la señorita Serena Blas, pero los estudios de sangre revelaron que no se trata de ella. Estamos pensando que puede tratarse de algún intento fallido de encubrimiento.
— No creo, Ramírez. Algo me dice que aquí hay algo más profundo.
— Todo es como un rompecabezas, detective.
— No se preocupe, Ramírez. Le prometo que voy a llegar al fondo de todo ésto.
— ¿Cuál es el siguiente paso, detective? — preguntó la oficial Fabiola.
— Vamos a interrogar a Nathalie Oferman, la ex esposa de Jack Patterson. Tengo el presentimiento de que ella tiene mucho que decir.
Esa noche Jack Patterson no podía dormir. Los constantes ataques a su casa por parte de vándalos que simpatizaban con Serena le dificultaba conciliar el sueño. Además de que no dejaba de oír la voz de Serena a cada momento.
— ¡Jack! ¡Jack! ¡Ayúdame Jack!
Solamente podía cubrir su cabeza con la almohada para tratar de conciliar el sueño.
— Señorita Oferman, el detective Castillo aguarda por usted en el salón principal de la mansión.
— Gracias, Alfredo.
Sin duda alguna. El detective Castillo jamás imaginó enamorarse a primera vista, pero Nathalie Oferman era una diosa en persona descendiendo por esas escaleras con ese espectacular vestido.
— Detective Castillo. Es un honor recibirlo en mi mansión, pero la verdad no termino de entender el motivo de su presencia ésta noche.
— Lo siento mucho, señorita Oferman. De verdad no pretendo incomodar. Solamente tengo algunas preguntas que hacerle.
— No digamos mentiras, detective. Sé perfectamente que está aquí por la mujerzuela con la que mi ex esposo se revolcaba, pero le aseguro que soy completamente inocente en el caso.
— Eso tiene que demostarlo, señorita Oferman.
— ¿Quién es esa perra? Jack apenas lograba agacharse para esquivar el florero que se rompía en mil pedazos contra la pared al ser arrojado por su esposa Naty. — Ya te dije que solamente es una amiga del club, amor, por favor cálmate. — ¿Que me calme? ¿Quieres que me calme? ¿Cómo diablos quieres que me calme cuando quieres verme la cara de estúpida? Otro hermoso florero se hacía añicos contra la pared. — ¡Estás loca! ¡Simplemente estás loca! ¡Yo solo tengo ojos para tí! — Solo tienes ojos para mí, pero tienes verga para esa mujerzuela.... Yo te ví, Jack... Te ví besándola. Al menos ten el valor de admitirlo como hombre. — ¡Demonios! Jack limpiaba el sudor de su cara buscando algo de valor, una excusa que quizás lo sacara de esa situación, pero en ese momento supo que no podía seguir mintiendo. En su matrimonio ya no había espacio para una mentira más.— Muy bien, Naty. Tú ganas.... ¡Lo admito! — ¿Admites que tienes una amante? — admito que soy amante de Serena Blas. — Oh Dio
Jack Patterson no podía creer que había vuelto a la compañía de su padre. Esa a la que un día prometió jamás volver. Es increíble las vueltas que da la vida. Ahora se encontraba nuevamente recorriendo los pasillos, y viendo esas oficinas, en las cuáles tuvo tantos momentos inolvidables junto a Serena. De hecho, mientras acariciaba los barandales de las escaleras, vino a su mente un recuerdo muy vívido, como si estuviera viendo una especie de película en sus pensamientos. —¿Te gusta? Preguntó Jack a Serena mientras él extendía los brazos para mostrarle la majestuosidad de aquella gigantesca compañía..—¡Es inmensa! —Y será toda tuya... Toda ... Tuya... —La besó. —Es la primera vez que estoy en un lugar tan gigantesco, Jack. No tengo idea de cómo voy a manejar un lugar así yo sola. —Pero es que tú nunca vas a estar sola. Yo siempre estaré a tu lado. —Sinceramente me preocupa mucho tu padre, pues ya sabes. El me odia después de .... Lo que pasó. —Olvida eso, y no te preocupes por
—No sabes cuánto me alegra que hayas regresado, hijo. No me canso de decirlo. Incluso, quisiera armar una celebración en tu honor. —¿Una celebración, papá? Serena no tiene ni una semana desaparecida, ¿Y tú piensas en hacer una celebración? —Por supuesto Jack... Yo no la maté, tú no la mataste, ¿Cuál es el problema? —dijo el señor Patterson—. Además, se trata de la recolecta anual de los Patterson. Una obra de calidad que se ha hecho en nuestra familia durante generaciones. No podemos romper la tradición por qué se perdió una mujerzuela.... —Mujerzuela con la cuál tú también te revolcaste. No creas que se me ha olvidado. —Está bien, hijo.... Está bien. Te pido disculpas por mi imprudencia, pero es precisamente por eso que lo digo, porque la conozco. Esa mujer era capaz de irse con cualquiera que pudiera ofrecerle un par de miles de dólares, ¿Cómo el detective Castillo puede estar seguro que no está en una de sus aventuras?, Quizás su supuesta muerte, no es más que una escapada m
El detective Castillo sudaba de manera exagerada mientras le hacía el amor a la agente Fabiola. Ella expresaba con emoción todo lo que el cuerpo de su jefe la estaba haciendo sentir. Todo iba muy bien, hasta que el detective Castillo se detuvo repentinamente, para luego sentarse a un lado de la cama. Su respiración seguía sumamente agitada, pero él se veía muy pensativo. —¿Por qué te detienes? —preguntó Fabiola—. Lo estabas haciendo excelentemente bien. —Lo siento, Fabiola, pero no me siento bien en estos momentos. —¿Es por el caso de Serena? La agente Fabiola besaba tiernamente la espalda del detective Castillo. A ella le encantaba el cuerpo musculoso, y bien definido de su jefe. —Es que todo ésto es tan misterioso. Esa mujer no puede haberse simplemente esfumado así porque sí. —Castillo, ¿Sabes porqué hago el amor contigo, y le soy infiel a mi marido? —¿Porqué es pésimo en la cama? La agente Fabiola sonrió, y volvió a decir. —Si, por eso, y porque me pareces una persona esp
El teléfono celular de Serena Blas sonaba repentinamente, mientras que en la pantalla se podía ver un número telefónico, que a pesar de no tener nombre, ella podía reconocerlo rápidamente. —¿Si? —Supongo que sabes quién habla —dijo Nathalie Oferman. —Por supuesto. He visto a Jack marcar ese número miles de veces, cuando te llamaba para inventarte historias absurdas, como excusas para poder quedarse a dormir conmigo. —¿Excusas? —Excusas que tú creías, obviamente. —La confianza es la clave para la traición, lamentablemente. —¿Para eso llamaste? ¿Para darme clases de filosofía? —preguntó Serena. —No, no. Es que acabo de enterarme de su divorcio, y quería saber, ¿Para que robarme a mi marido, si luego lo ibas a dejar meses después? —¿Qué no es obvio? —Me temo que no. —Yo jamás he amado a Jack. Todo fue una estrategia para quedarme con esos cincuenta millones de dólares. Así qué, si lo quieres recuperar, puedes hacerlo, es el momento perfecto para ello. Yo ya tengo a un hombre d
—El señor Patterson fue el único que se acercó a mí cuando Jack se fue. Él ha sido tan lindo conmigo en todo este tiempo. El señor Patterson se notaba claramente incómodo. Era obvio que no deseaba que su secreto fuera revelado. —Lo sé, sé que pensará que es el padre de mi ex esposo, pero le puedo asegurar que Brad es el hombre que Jack jamás llegará a ser. —No se preocupe... —Mi única intención con esta revelación, es que finalmente me saque de sus sospechosos, y sé que usted es un profesional, nuestro secreto estará a salvo con usted. —Por supuesto. El detective Castillo miraba al señor Patterson de manera incómoda. Era claro que Nathalie Oferman no sabía que él también había tenido una aventura con Serena Blas. —Pueden confiar que la información que acaba de darme, se mantendrá en forma confidencial. —Espero verlo mañana en la fiesta de caridad, detective Castillo. El señor Patterson hablaba, pero no podía levantar la mirada, siempre tuvo su rostro mirando hacia el piso. —
Al día siguiente. —¡Todo debe quedar perfecto! Jack Patterson gritaba para darle órdenes a los empleados de la mansión. —Hoy será la mejor fiesta de caridad de todos los tiempos, y necesitamos que todo esté reluciente —dijo—. ¿Qué pasa con esa mesa? ¿Porqué no está repleta de comida? —¡De inmediato, señor Jack! —dijo un empleado. —Me encanta el ánimo con el que te despertaste hoy, hijo —dijo Brad Patterson. —Es que ésta noche debe ser espectacular. Es mi regreso a la mansión, a la familia Patterson, y quiero que todo salga perfecto. —No te preocupes, ellos son profesionales, y saben lo que hacen, llevan décadas haciéndolo. —Si, claro. Papá... ¿En dónde estabas anoche?—¿Porqué la pregunta, hijo? —respondió algo nervioso. —Es que llamé a la mansión, y me dijeron que no estabas. —Ahh... Si, si. Es que salí a dar un paseo nocturno para librarme un poco de la presión de hoy. —¿Tan tarde en la noche? —Es que era mucha presión, y no podía dormir, ya sabes cómo son estas cosas —r
La fiesta comenzó entre lujos y excentricidades. Incluso las charolas que llevaban los meseros, estaban hechas en su totalidad de oro. Muchos tenían claro, que esa celebración era mucho más una cuestión de exhibición, que una obra benéfica. Los Patterson adoraban presumir su infinita riqueza cada vez que podían, y esa noche de cada año era la oportunidad perfecta. —Su atención, por favor. Su atención, damas y caballeros —decía el señor Patterson. Parado justo al pie de las elegante escaleras, con un micrófono en la mano, y la intención de llamar la atención de todos los presentes. —Quería hacerles un importante anuncio. Quiero decirles que estoy sumamente feliz de que todos ustedes nos acompañen en esta importante reunión, pero les confieso que estoy aún más feliz de que mi hijo pueda estar acompañándonos hoy. Todos aplaudían modestamente, con sonrisas en los rostros. Jack solamente subía su copa en dirección de su padre, como señal de agradecimiento por el buen gesto. Entre la mu