— ¿Quién es esa perra?
Jack apenas lograba agacharse para esquivar el florero que se rompía en mil pedazos contra la pared al ser arrojado por su esposa Naty.
— Ya te dije que solamente es una amiga del club, amor, por favor cálmate.
— ¿Que me calme? ¿Quieres que me calme? ¿Cómo diablos quieres que me calme cuando quieres verme la cara de estúpida?
Otro hermoso florero se hacía añicos contra la pared.
— ¡Estás loca! ¡Simplemente estás loca! ¡Yo solo tengo ojos para tí!
— Solo tienes ojos para mí, pero tienes verga para esa mujerzuela.... Yo te ví, Jack... Te ví besándola. Al menos ten el valor de admitirlo como hombre.
— ¡Demonios!
Jack limpiaba el sudor de su cara buscando algo de valor, una excusa que quizás lo sacara de esa situación, pero en ese momento supo que no podía seguir mintiendo. En su matrimonio ya no había espacio para una mentira más.
— Muy bien, Naty. Tú ganas.... ¡Lo admito!
— ¿Admites que tienes una amante?
— admito que soy amante de Serena Blas.
— Oh Dios mío, no puede ser.... Tú.... ¿Tú la amas?
— Si... Si Naty. Esto no es justo para tí. No puedo seguir fingiendo un amor que no existe. La verdad es qué... Yo me casé contigo para tratar de olvidarla a ella, pero ella volvió como un fantasma. Eres una persona maravillosa, y única. Mereces a alguien que pueda amarte de verdad.
— Vete de mi casa.
— Naty, pero...
— ¡Que te vayas! .... ¡No quiero volver a verte nunca más!
Nathalie Oferman empujó fuertemente a Jack, hasta sacarlo de su mansión, solamente para luego derrumbarse a llorar con la espalda contra la puerta.
— ¿Y siempre fue así?
— No, detective Castillo. Antes de que Serena Blas reapareciera en su vida, Jack era un esposo sumamente amoroso y detallista. El hombre perfecto. El único al que he llegado a amar realmente.... Estúpido, ¿Verdad?
— Para una mujer tan exitosa como usted, nada debería ser estúpido.
— ¿Gusta una copa de champagne, detective?
— No me perdonaría si le rechazo algo así, señorita Oferman.
— Por favor, dígame Naty.
Nathalie Oferman recorría ese corto trayecto hasta la licorera para servir ella personalmente las dos copas. Lo que no sabía es que dejaba deslumbrado al detective con toda su belleza.
— Exitosa es una formalidad, detective. Personalmente creo que todas las mujeres somos exitosas por naturaleza. Yo me describiría como una persona que supo aprovechar cada oportunidad que tuvo en la vida. Eso, y el hecho de ser la hija de un poderoso empresario también ayudó.
— ¡Salud por eso!
Nathalie Oferman iba a beber de la copa, pero rápidamente volvió para hacer una pregunta.
— dígame, detective Castillo, ¿Realmente me cree capaz de asesinar a una persona?
— Sinceramente no la creo capaz.
— Entonces, ¿Porqué sigue haciéndome preguntas?
— Luego de ver tanto odio en este día. Poder hablar con usted es como un regalo de los dioses.
— Muy distinguido su halago. Lo acepto con gusto. El problema es que la confianza es un arma de doble filo, detective. Nunca puede confiar por completo en las personas. Quizás yo sí sea la culpable por la desaparición de esa mujer, quizás la copa que acabo de servirle es veneno, y usted acaba de caer en mi trampa, como una mosca cae en la red de una araña.
El detective rápidamente vió la copa que sostenía en su mano.
— Solamente estoy bromeando, detective. No soy una asesina, ni tampoco lo he envenenado, pero ver su rostro de terror, fue como un regalo de los dioses.
— ¿Qué?
— No importa la diferencia que haya tenido con esa mujer. Es un ser humano que quizás esté necesitando ayuda. La persona que está buscando no le dirá "yo soy el asesino, arrésteme". Si quiere encontrar al culpable, debe ser más sagaz, y no dejarse convencer con el brillo de los sospechosos. Existen estrellas que ya se extinguieron, pero aún siguen brillando. Ahora por favor le pido que salga de mi mansión, creo que le quedó claro que no tengo nada que ver en el caso.
— Gracias por la copa, señorita Oferman.
El detective Castillo esa noche salió de la mansión rápidamente. Nunca en todos sus años como profesional, nadie le había hecho sentir tanta vergüenza. Sin embargo le era imposible dejar de pensar en esa mujer.
Al día siguiente un fantasma atravesaba las puertas de la oficina principal del señor Patterson.
— Qué bueno es tenerte de vuelta, hijo.
— Gracias, papá.
— Voy a hacer el comunicado oficial de inmediato. Desde este preciso momento, mi hijo, Jack Patterson, vuelve a ser el CEO de mi empresa, y el único heredero de toda mi fortuna.
— Papá, pero... ¿Y los cincuenta millones de dólares que yo...?
— No te preocupes por eso, hijo. Ya veremos qué pasa con toda esa novela de Serena y Albert. Hoy solamente quiero celebrar que haz vuelto.
— Solamente he vuelto a la empresa, papá. No volveré a la mansión. Seguiré viviendo en la casa en dónde estoy ahora.
— No te preocupes hijo. Tómate tu tiempo.
En la casa del abogado Albert Lhara, una discusión repentina se suscitaba.
— ¡Maldita sea! ... ¡Eres un idiota!
— Amor solamente cálmate. Te juro que voy a encontrar la solución.
— ¿Que me calme? ¿Quieres que me calme? ¡Eres un idiota! Tienes al detective Castillo pisando tus talones. En cualquier momento va a tocar esa puerta, y te va a acusar por la desaparición de tu amante.
— ¡Ya estoy preparando para eso!
— Y es que solamente tenias una misión. Una simple, única, y sencilla misión. Enamorar a la amante de Jack Patterson, y hacer que colocara todo el dinero a tu nombre.... ¿Era tan difícil eso? ¡Ya sabías que te amaba!
— Y eso hice mi amor. Helena, por favor, escúchame. Ese documento ya existe. Lo tiene el detective Castillo en sus manos. Solamente debemos esperar el tiempo correspondiente para que la declaren muerta, y entonces ese documento entrará en validez. Yo seré el único dueño oficial de esos cincuenta millones de dólares, y nadie podrá hacer nada para evitarlo, ni siquiera ese idiota de Jack Patterson.
Jack Patterson no podía creer que había vuelto a la compañía de su padre. Esa a la que un día prometió jamás volver. Es increíble las vueltas que da la vida. Ahora se encontraba nuevamente recorriendo los pasillos, y viendo esas oficinas, en las cuáles tuvo tantos momentos inolvidables junto a Serena. De hecho, mientras acariciaba los barandales de las escaleras, vino a su mente un recuerdo muy vívido, como si estuviera viendo una especie de película en sus pensamientos. —¿Te gusta? Preguntó Jack a Serena mientras él extendía los brazos para mostrarle la majestuosidad de aquella gigantesca compañía..—¡Es inmensa! —Y será toda tuya... Toda ... Tuya... —La besó. —Es la primera vez que estoy en un lugar tan gigantesco, Jack. No tengo idea de cómo voy a manejar un lugar así yo sola. —Pero es que tú nunca vas a estar sola. Yo siempre estaré a tu lado. —Sinceramente me preocupa mucho tu padre, pues ya sabes. El me odia después de .... Lo que pasó. —Olvida eso, y no te preocupes por
—No sabes cuánto me alegra que hayas regresado, hijo. No me canso de decirlo. Incluso, quisiera armar una celebración en tu honor. —¿Una celebración, papá? Serena no tiene ni una semana desaparecida, ¿Y tú piensas en hacer una celebración? —Por supuesto Jack... Yo no la maté, tú no la mataste, ¿Cuál es el problema? —dijo el señor Patterson—. Además, se trata de la recolecta anual de los Patterson. Una obra de calidad que se ha hecho en nuestra familia durante generaciones. No podemos romper la tradición por qué se perdió una mujerzuela.... —Mujerzuela con la cuál tú también te revolcaste. No creas que se me ha olvidado. —Está bien, hijo.... Está bien. Te pido disculpas por mi imprudencia, pero es precisamente por eso que lo digo, porque la conozco. Esa mujer era capaz de irse con cualquiera que pudiera ofrecerle un par de miles de dólares, ¿Cómo el detective Castillo puede estar seguro que no está en una de sus aventuras?, Quizás su supuesta muerte, no es más que una escapada m
El detective Castillo sudaba de manera exagerada mientras le hacía el amor a la agente Fabiola. Ella expresaba con emoción todo lo que el cuerpo de su jefe la estaba haciendo sentir. Todo iba muy bien, hasta que el detective Castillo se detuvo repentinamente, para luego sentarse a un lado de la cama. Su respiración seguía sumamente agitada, pero él se veía muy pensativo. —¿Por qué te detienes? —preguntó Fabiola—. Lo estabas haciendo excelentemente bien. —Lo siento, Fabiola, pero no me siento bien en estos momentos. —¿Es por el caso de Serena? La agente Fabiola besaba tiernamente la espalda del detective Castillo. A ella le encantaba el cuerpo musculoso, y bien definido de su jefe. —Es que todo ésto es tan misterioso. Esa mujer no puede haberse simplemente esfumado así porque sí. —Castillo, ¿Sabes porqué hago el amor contigo, y le soy infiel a mi marido? —¿Porqué es pésimo en la cama? La agente Fabiola sonrió, y volvió a decir. —Si, por eso, y porque me pareces una persona esp
El teléfono celular de Serena Blas sonaba repentinamente, mientras que en la pantalla se podía ver un número telefónico, que a pesar de no tener nombre, ella podía reconocerlo rápidamente. —¿Si? —Supongo que sabes quién habla —dijo Nathalie Oferman. —Por supuesto. He visto a Jack marcar ese número miles de veces, cuando te llamaba para inventarte historias absurdas, como excusas para poder quedarse a dormir conmigo. —¿Excusas? —Excusas que tú creías, obviamente. —La confianza es la clave para la traición, lamentablemente. —¿Para eso llamaste? ¿Para darme clases de filosofía? —preguntó Serena. —No, no. Es que acabo de enterarme de su divorcio, y quería saber, ¿Para que robarme a mi marido, si luego lo ibas a dejar meses después? —¿Qué no es obvio? —Me temo que no. —Yo jamás he amado a Jack. Todo fue una estrategia para quedarme con esos cincuenta millones de dólares. Así qué, si lo quieres recuperar, puedes hacerlo, es el momento perfecto para ello. Yo ya tengo a un hombre d
—El señor Patterson fue el único que se acercó a mí cuando Jack se fue. Él ha sido tan lindo conmigo en todo este tiempo. El señor Patterson se notaba claramente incómodo. Era obvio que no deseaba que su secreto fuera revelado. —Lo sé, sé que pensará que es el padre de mi ex esposo, pero le puedo asegurar que Brad es el hombre que Jack jamás llegará a ser. —No se preocupe... —Mi única intención con esta revelación, es que finalmente me saque de sus sospechosos, y sé que usted es un profesional, nuestro secreto estará a salvo con usted. —Por supuesto. El detective Castillo miraba al señor Patterson de manera incómoda. Era claro que Nathalie Oferman no sabía que él también había tenido una aventura con Serena Blas. —Pueden confiar que la información que acaba de darme, se mantendrá en forma confidencial. —Espero verlo mañana en la fiesta de caridad, detective Castillo. El señor Patterson hablaba, pero no podía levantar la mirada, siempre tuvo su rostro mirando hacia el piso. —
Al día siguiente. —¡Todo debe quedar perfecto! Jack Patterson gritaba para darle órdenes a los empleados de la mansión. —Hoy será la mejor fiesta de caridad de todos los tiempos, y necesitamos que todo esté reluciente —dijo—. ¿Qué pasa con esa mesa? ¿Porqué no está repleta de comida? —¡De inmediato, señor Jack! —dijo un empleado. —Me encanta el ánimo con el que te despertaste hoy, hijo —dijo Brad Patterson. —Es que ésta noche debe ser espectacular. Es mi regreso a la mansión, a la familia Patterson, y quiero que todo salga perfecto. —No te preocupes, ellos son profesionales, y saben lo que hacen, llevan décadas haciéndolo. —Si, claro. Papá... ¿En dónde estabas anoche?—¿Porqué la pregunta, hijo? —respondió algo nervioso. —Es que llamé a la mansión, y me dijeron que no estabas. —Ahh... Si, si. Es que salí a dar un paseo nocturno para librarme un poco de la presión de hoy. —¿Tan tarde en la noche? —Es que era mucha presión, y no podía dormir, ya sabes cómo son estas cosas —r
La fiesta comenzó entre lujos y excentricidades. Incluso las charolas que llevaban los meseros, estaban hechas en su totalidad de oro. Muchos tenían claro, que esa celebración era mucho más una cuestión de exhibición, que una obra benéfica. Los Patterson adoraban presumir su infinita riqueza cada vez que podían, y esa noche de cada año era la oportunidad perfecta. —Su atención, por favor. Su atención, damas y caballeros —decía el señor Patterson. Parado justo al pie de las elegante escaleras, con un micrófono en la mano, y la intención de llamar la atención de todos los presentes. —Quería hacerles un importante anuncio. Quiero decirles que estoy sumamente feliz de que todos ustedes nos acompañen en esta importante reunión, pero les confieso que estoy aún más feliz de que mi hijo pueda estar acompañándonos hoy. Todos aplaudían modestamente, con sonrisas en los rostros. Jack solamente subía su copa en dirección de su padre, como señal de agradecimiento por el buen gesto. Entre la mu
—Muy bien, señora Blas. Le doy la bienvenida a mi oficina. Es un placer para mí, recibirla y escuchar todo lo que tenga que decir acerca del caso de su hija. —¿Qué espera que le diga, detective? —Cualquier cosa que pueda ayudarme a encontrar el culpable, estaría bien. —Aquí no hay nada que encontrar, detective. Todos saben quién fue el culpable, fue Jack Patterson. Él fue quién raptó a mi hija, y quién sabe en dónde estará ella ahora. —Con todo respeto, señora Blas, pero yo mismo hice toda la investigación a Jack Patterson, fue el primer sospechoso cuándo hubo la desaparición —indicó el detective— lo inrerrogamos con mucha presión, revisamos toda su casa, y también lo sometimos a la máquina detectora de mentiras. Jack Patterson siempre salió bien librado, así que no tenemos pruebas para señalarlo como el posible responsable por la desaparición de Serena. —¿Y si yo misma lo hubiera escuchado amenazar a mi hija de manera pública? —¿A qué se refiere? —Me refiero a que yo misma est