Capitulo 4

Después de la llamada de Gabe, en efectivo pasó un lujo coche a recogerme.

Cuando metes la pata, tratas de ser discreto, pero al parecer Gabe tenía otro concepto.

Veo los tres autos negros, muy llamativos detrás de nosotros siguiéndonos.

Aún no tenía claro, que es lo que vamos a hablar.

¿Qué se supone que haría cuando llegará?

“Hola, soy tu esposa, ¿Qué vamos a ser?”

Haría el ridículo, eso era seguro.

Fui pensando posible conversación, pero en todas ellas comenzaba a balbucear. 

Quería recordar algo que fuera útil, pero nada, las únicas imágenes que tenía en mí menté era como salí del hotel, para luego despertar en la cama de alguien más. Por esforzarme, me estaba comenzando a doler la cabeza.

El chófer mientras tanto giro hasta estar en una zona muy exclusiva, en donde había escuchado que vivían varios famosos. Me acerco a la venta a ver si reconocía a alguien, pero todo estaba desierto, no había nadie caminando, ni siquiera había un perro.

Cuando pasamos varios edificios, veo a los reporteros delante de uno de los edificios, y como acto reflejo me escondo, aún sabiendo que no me pueden ver.

Al parecer nadie me ve y el chófer entra en un subterráneo de otro edificio, y así detenerse frente a un garaje; la puerta automáticamente se abre, dejando que el coche entre.

La puerta a mi lado se abre y veo como una mujer está frente a mí. Diría más grande que yo, alta, rubia y con un pantalón y un saco de color negro y con una camisa blanca por dentro. Se ve imponente y atractiva.

—Señorita Brooks, sígame por favor.

La sigo mientras miró el lugar en donde estoy. Es un garaje simple, paredes pintadas de un gris y en las paredes estaban las herramientas.

Me quedo estupefacta del ascensor frente a mí, ¿Los Collingan tenían tanto dinero así?

La mujer que ya estaba adentro del ascensor, se veía que estaba molesta, así que me apresuré y entré, para estar a su lado.

Las puertas se cerraron y está dígito un código en la pantalla cerca de ella y el marcador mostró el número 100 en rojo.

M****a.

¿Había 100 pisos aquí? 

No me daba miedo las alturas, pero tampoco quería estar en un lugar muy alto, creo iba a estar alejada de los balcones iba a estar bien.

Cuando llegamos a lo que se supone el último piso, la mujer a mi lado vuelve a digitar otro código y las puertas se abren. 

La mujer como si supiera dónde está cada cosa me lleva a un pasillo del apartamento, hasta llegar al fondo donde está una puerta; estoy en un mar de nervios, nunca había estado tan cerca de Gabe, tampoco lo frecuentaba tanto para saber que tipo de persona era.

—Puedes entrar.

Se marcha dejándome sola, mientras miró la puerta. Me armó de valor y la abro.

Todo se ve impecable, hay una estantería detrás del escritorio, un sofá a mi izquierda con una mesita y a mi derecha esta él mirando hacia la venta. 

Se veía aún más imponente, tenía las manos en los bolsillos del pantalón, sus venas se marcaban en sus brazos y mis manos me cosquillaban para tocarlo, pero me quedé firme en mi lugar hasta que se giró hacia mí.

—Buenas noches, señorita Brooks.

—Buenas noches …

Caminó en dirección al escritorio y me hace señal para que me sentara en la silla del frente, y lo hice, golpeándome por los nervios pero lo hice.

—No hay necesidad de explicar por qué está aquí.

Asiento.

—Sé que está situación, es bastante compleja y divorciarnos va a estar difícil, ya que estamos en el ojo de la tormenta.

Este toma la carpeta negra que tiene a su lado y me la entrega. Cuándo la abro las letras que encabeza el documento me capta mi atención.

—Es mejor que nos quedemos casados.

¿Qué? No, eso no puede suceder.

—Va a ser por unos meses hasta …

—Ese no es el problema, ese día iba a casarme … Si se enteran …

—Si aceptas trataré de ayudarte.

Me quedó sin hablar que decir, ya que todo esto están confuso.

¿Qué hago?

—No debería de decir esto … Pero estamos tratando de cerrar un negocio muy importante y si lo perdemos, no volverá a darse de nuevo está oportunidad, hay mucho dinero en juego.

Juraría haber escuchado en su tono de voz la desesperación, y querer que todo salga bien.

Los ricos son así, quieren más de lo que ya tiene y sé que él no se va a detener a tenerlo todo.

—¿Es feliz señor Collingan?

La pregunta se queda en el aire y yo no puedo levantar la mirada por la vergüenza.

¿Cómo se me ocurre, preguntarle eso? Pasan unos minutos hasta que él responde.

—Sí, soy muy feliz.

Levanto la mirada y sé que no lo está, su expresión no tiene ningún brillo de felicidad, parece como si un robot hubiera dicho eso.

—Tengo una pregunta.

Este se recuesta en la silla en donde está para escuchar lo que tengo que decirle.

 —¿Cómo es posible que sucedió esto? 

Desde el minuto que entre he ansiado saber que es lo que pasó, la duda me carcome.

—Estaba en un evento ... Y te vi caminar como loca en la calle con ese vestido tan incómodo, te reconocí, bebimos unos cuantos tragos y lo demás fue que desperté a tu lado.

¿Loca yo?, ¿Me reconoció?

Él había sido el hombre que había visto en el baño, aquello era demasiado incómodo, pero traté de disimular.

Me resultó extraño de que él me haya reconocido, trabajo para David hace más de un año y medio, y nunca me había encontrado con Gabe, en algunas ocasiones, pero solo fue un intercambio de saludos y cada quien por su lado.

—¿Hicimos …?

—No eres mi tipo, así que no te preocupes.

Aquello hizo hervir mi sangre. ¿De qué no era su tipo? Ajá.

Traté de tranquilizarme y tomé el contrato para leerlo después y decidir que hacer.

—Leeré el contrato con más calma y le informo.

Molesta me levanto y él también lo hace, voy a girarme para irme, pero este me detiene.

Me giró y notó lo cerca que está, demasiado cerca para mi gusto.

—Tenía esto en el cabello.

Me muestra un pedazo de papel higiénico en el cabello, abrí de par en par los ojos cuando veo el papel blanco.

¿Cómo m****a llego eso allí?

—Eh no sé …

—Tranquila tu secreto está a salvo conmigo.

Me guiña el ojo y me suelta, mientras una sonrisa se asoma en sus labios.

Puedo sentir el calor asfixiándome, así que salgo de allí sin más. Trato de no perderme y cuando estoy en el ascensor este aparece.

—Estaré esperando tu respuesta.

Ajá, la que nunca va a llegar, pienso.

Solo le sonrió hasta que las puertas se cierran y suspiro.

Cuando llego a casa, estoy muerta de la vergüenza por lo sucedido. No entiendo cómo papel higiénico llego a mi cabello, pero con solo recordar esa sonrisa, me da aún más de pena.

Espera…

Me levanto del sofá para sentarme y analizar la situación.

¿Me atrae Gabe Collingan? Me niego a tener algo por él.

Recuerdo como se veía y como destilaba sensualidad. No podía negar que era un papucho, pero no quería enamorarme, no de nuevo. Lo de Adam aún ardía con solo recordarlo. Gabe era muy atractivo y eso significaba que había muchas detrás de él, y no quería que la historia se repitiese.

Quería creer que mi corazón no quería amar, pero eso había que verse.

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