—¿Quién es el afortunado?— pregunta Nathan luego de beber su café.
—No creo que lo conozcas, pero es alguien importante.
—Vi algunas noticias sobre ti y sobre tu esposo, no lo conozco, pero conozco a alguien que si lo conoce.
—¿Quién?
—No sé si conoces a Jangger.— me quedo sorprendida y asiento.
—Lo conocí ayer en una partida de golf.
—Bueno, él es mi hermano.
Quiero escupir el café, y este asiente.—Vaya, reaccionaste mejor que los demás.
—No lo hubiera imaginado, son muy diferentes.
—La verdad, no somos nada, pero la señora que nos adoptó, nos crio como hermanos.
—Me imagino que fue duro cuando se enteraron de que…
Este niega y me le quedó viendo curiosa.
—Éramos niños de la calle antes que la señora nos acogiera en su casa, así que básicamente siempre lo supimos, pero le agradecimos. Algún día te presentaré a Mamá Fifí.
—Estaría encantada, y ¿cómo es tu relación con tu herm
—Nunca supe que el que los Collingan tenía tantas mujeres, y eso que tengo dos años de trabajar aquí, ¿y nunca me enteré?— comenta Aly desde el otro lado del teléfono.—Puede hacer todo lo que quería tiene dinero.— estoy cocinando algo ya qué Andrea, se fue porque hoy era su día libre. — a demás, como te ibas a enterar si es un asunto personal.—Ay, por favor. Aquí ya se especulan sobre como engatusaste a Gabe.Suspiró, mientras miro el agua para la pasta hervir.—¿Qué es lo que dicen?Me lo imaginé, no debía de importarme nada de eso, debería, pero no lo hacía. Me daba curiosidad saber que tan bajo podía llegar tan bajo alguien.—Ay, Rae eso no es relevante, lo que si quiero saber aquí es como va tu vida de casada. Irónicamente cumpliste tu sueño de ser la esposa de alguien.Sabía que cuando llamo, no fue para saber de mí si no chismear sobre lo que está ocurriendo.Ella tenía razón, desde muy pequeña soñaba con eso, con tener
Estaba manejando en la dirección que Rebecca, la madrastra de Gabe me había mandado. Entre todas las mujeres del padre de Gabe, ella me daba muy mala espina, y para acabar de rematar es la madre de David, y aun así iba a ir a dónde me había dicho.Después de la última vez que vi a David, ya no aparecía en ningún lugar, se había esfumado, pero me sentía bien así.Me estacione frente a un hotel de cinco estrellas, baje del coche y le di las llaves a un chico que iba a estacionar el auto.Entre buscando a Rebecca, pero no había ningún rastro de ella, fui hasta el mostrador para preguntar.—Disculpe, alguien reservo con el nombre Rebecca Collingan.—Si, señora. Están en el restaurante.— me informa muy amable la chica.Fui hasta donde debía de estar el restaurante, miré el lugar hasta que Martina—otra esposa— me hizo señal para qué me acercará.Todas estaban allí, pero había dos chicas de mi edad que nunca había visto. Una de ellas tenía u
Estaba tan cansada, ya que no dormí absolutamente nada, no entendía cómo Gabe podía estar tan despierto, y guapo, ¿Cuál era su secreto?—No era necesario que me acompañarás a la universidad.— le digo.—Quería, estar contigo un rato más.— me guiñó el ojo.No habíamos tocado el tema de ayer, de aquellos besos, por mi parte no tenía una idea clara de que era lo que quería de él, pero moría por saber que pensaba él.—Esta noche, iremos a cenar.— dice Gabe.No me agradaba la idea de ir a cenar con alguien que solo hablaría en toda la noche sobre política o economía. Eso sería demasiado aburrido, pero este era el precio de estar casada con él.—¿Con quiénes?—Solo, nosotros dos. Es una cita.Me giro para verle y me sonríe. ¿Una cita? Tenía mucho tiempo de no escuchar esa palabra, pero agradecía que íbamos a ser solo nosotros dos.—No crees que es muy tarde para una cita.— le mostré el enorme y caro anillo que tenía en el ded
Me miró en el espejo y me siento muy hermosa. No podía creer que Rubín y Génesis hubieran comprado esto. Lencería roja, combinaba con el vestido. No era mi estilo la verdad, era demasiado provocadora, pero entendía por qué la compraron, aunque dudaba que Gabe y yo hiciéramos algo más que cenar.Deje la lencería puesta para así ponerme el vestido, faltaba media hora para la cena, no había visto a Gabe en todo el día, y pensé que sabía al trabajo. Esperé por la dirección del lugar que tenía mandarme. Había pasado ya la media hora y aún no me la mandaba.Le escucho sí, siempre íbamos a salir y su respuesta no se hizo de esperar.“No iremos a ningún lado”“¿Por qué?”, escribí, pero no obtuve respuesta.Quería creer que era por el trabajo, aunque dudaba que fuera eso. Horas para vestirme y maquillarme por el gusto. ¿No podía haber avisado antes? Me sentía molesta, aunque trate de fingir que no me importaba.Voy al baño a buscar toallita húmeda pa
Estamos en la oscuridad de la habitación, se ve diferente el lugar. Las sábanas están bien echas, pero la imagen de él y yo allí, es tentadora.Gabe me voltea y me aparta el cabello de un lado para así besar ese lugar, le doy más espacio. Siento como mi intimidad lo anhela, lo quiere ya, pero quiero disfrutar el momento, este sube su mano por mi pierna hasta estar en mi parte interior, y tocar. Aquello hace que gima de placer, recuesto mi cabeza en su hombro, y me dejó disfrutar.—Estás tan húmeda…— susurra Gabe en mi oído.Su otra mano la lleva hasta el broche del vestido para bajarlo. Me giro para verle a la cara, no puedo ver su expresión a detalle, pero sé que está excitado al verme, frente a él.—Si hubiera sabido que irías así, créeme no hubiera faltado. Eso es seguro.Me acerco a él para quitarle la camisa, la luz que viene de afuera ilumina su torso, con mi mano recorro cada parte de su cuerpo hasta llegar al cinturón, lo desabrocho para de
DESCONOCIDO.La mujer estaba sentada en un fino restaurante, mientras bebía su taza de café, como le gustaba. Sin mucha, azúcar, bien cargado y con un toqué lechoso.Se estaba impacientando, habían transcurrido ya más de unos cuantos minutos de la hora que había citado a la persona que estaba esperando, pero este aún no llegaba.Tenía otras cosas que hacer para estar esperando a alguien que no iba a venir, así que se dispuso a irse, pero en la entrada del restaurante vio a quien estaba esperando, entonces se quedó en su lugar, mientras llegaba.—Disculpa por el retraso, hay mucho tráfico.— habló la persona delante de la mujer.—No importa, lo que importa aquí es que necesito un favor.— dice la mujer a su invitado.—¿Cuál favor?La mujer busca su teléfono y me muestra una imagen, y su invitado se remueve incómodo en su silla.—No lo puedo hacer.—responde.Aquello para la mujer un no, no era una respuesta, esa mujer no le
RAENo llegamos a tiempo, pero tampoco llegamos tan tarde, todo por hacerle caso al hombre que cada cinco minutos me seduce, la próxima vez debía de ser firme, aunque yo solita me engañaba.—Te dije que llegaríamos tarde.— le reprochó a Gabe. Este me rodea la cintura para así susurrarme en el oído.—Llegaría tarta a cualquier lugar, si así escucho tus gemidos.— este sonríe y me lleva adentro del yate.Con cuidado subimos la escalera para entrar, al parecer Emilio había tirado la casa por la ventana.La música estaba a un volumen moderado, dejando que la gente pidiera hablar sin tener que gritar.—¡Por fin llegan!, ¿Qué m****a estaban haciendo?— pregunta Emilio, al llegar hasta nosotros. Nos mira y entiende el mensaje. —Allá están los chicos, más tarde es la propuesta. Tu Gabe ven conmigo.Me despido de Gabe, pero este al parecer le gusta no ser discreto, así que me besa.—Oye no te vas a ir a Irak por miles de años, ya te lo de
El sudor caía por mi rostro, mi corazón latía a mil y aun así no podía sacar de mi mente la imagen de Gabe y Anastasia intentando besarse. No quería parar, pero si no lo hacía iba a sufrir un infarto. Moderadamente bajé el ritmo para no hacerlo de golpe. Respiré hondo varías veces para que mis pulmones tomarán aire. Físicamente no quería hacer más nada, pero mentalmente me lo exigía, necesitaba quemar la frustración que tenía por dentro.—Vaya, sí que corres rápido, aunque dicen que no es bueno para la salud.— dice alguien a mi lado. Levanto la mirada y veo mi pensamiento hecho persona.—Hola.—saludo.—Por lo de anoche…— comienza a hablar.—No importa, con la que debería hablar es con Génesis, a ella le debes una disculpa también.— digo.—Si, ya la he llamado pero no contesta. No quiero ser impertinente así que le daré su espacio.— comenta y yo asiento.Anastasia tenía la apariencia de alguien buena persona, pero no era así, en mi interi