Capítulo 44

Mantengo la calma, no puedo quedar  como una niña inmadura ante ella. Mis amigos me observan atentos al ver mi cambio de humor repentino y creo que de los dos, solo George sabe por qué estoy tan tensa y con ganas de que la tierra me trague. Ella está ahí, parada junto a mi auto esperándome, acechándome como una verdadera cazadora a punto de atrapar a un pequeño corderito. Pero me temo que el corderito no se dejará atrapar ni intimidar. 

—¿Eli?— la masculina voz no me saca de mi trance, nada más me distrae. —¿Es ella?— susurra cerca de mi oreja para que mi amiga no escuche, agradezco su discreción ante una situación que no quisiera que nadie supiera.— Bueno, nos vemos luego, Eli, llevaré a Sofía por un café, supongo que el vino le afecto un poco la cordura— le echo un vistazo a mi amiga, efectivamente tiene la pinta de no

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