Emma...
No necesito ser tan inteligente como para darme cuenta de que definitivamente llegue en el peor momento, es decir, estoy interrumpiendo una fiesta con mínimo 20 personas de invitados, los cuales quizás la mitad saben quien demonios soy. Esto no era lo que tenía en mente, supuse que solamente me encontraría con Daniel, no con toda su familia y familia política. Respiro hondo, ya estoy aquí y huir creo que de ninguna manera es lo correcto, ya me he develado, no puedo huir en este momento. Siento varios pares de ojos en mí y no sé si es por mi desafortunada posición, si por quien soy o por mi vestimenta fuera de la etiqueta de la fiesta. La primera persona a la que puedo ver a los ojos es a Zack, quien está estupefacto, está totalmente impresionado por verme y es que para todos aquí es como estar viendo a un fantasmal.
—Felicitaciones a ustedes— el grito de la que algún día fue la amiga de mi madre y mi suegra me saca de mis pensamientos y sobresalta a Zack, pienso
A pesar de mi fuerza y de mis ganas de detener mi llanto, mis lágrimas ni cesan. Mis ojos sueltan las corrientes de lágrimas sin parar, tanto que me sentí deshidratada. Esta es mi segunda noche fuera de casa y no puedo sentirme más triste o más sola. Sé que no éramos perfectos, pero como él lo dijo, funcionábamos.¿Qué va a ser de mi vida sin él? Estaba tan segura de pertenecer a su lado que nunca me planteé la idea de dejarlo o que algo entre nosotros saldría mal. Pero ahora no solo estoy lejos de él, sino que ahora también sé una verdad que me ha resultado muy dolorosa y difícil de creer.—No soy su mate— susurro para la oscuridad de la habitación de hotel. —¡No soy su mate!— grito más fuerte, lo hago entre lágrimas y jadeos.Santos cielos, yo, Elizabeth Kelley no es más qu
EMMA El día de la fiesta de compromiso... —¿No es tu mate? Claro que ella no lo es, porque tu mate soy yo— me ofende que ella piense que es su mate, cuando a pesar de que me rechazó ese es mi lugar, mi título. —Has sonado bastante molesta, pero... cuando te lo cuente estarás más tranquila... —¿Tranquila? No me importa— miento para él y para mí yo razonable, no voy puedo admitir ante nadie que esto me está empezando a molestar. Todo este tiempo, desde que descubrí que Daniel tenía una nueva pareja supuse que era eso, una nueva pareja, pero no una nueva "mate", por Dios, como es que eso puede ser posible. —Estoy empezando a asustarme, ¿a dónde me estás llevando Daniel?— susurro cuando veo un camino extraño y solitario, y también lo digo para cambiar de tema. —¿Daniel? —No te voy a matar, ¿si? Ya te lo dije, esto me tiene en shock, claro que quiero respuestas y querida, me las vas a dar. —¿Pero no podría ser otro día?— conforme sale
ELIZABETHHe descubierto, en tan solo dos horas de camino que George ha estudiado no solo dos carreras universitarias, sino cinco. Cada una referente a una área distinta, es por eso que la sexta es sobre la fotografía. Ojalá pudiera tener una vida como la de él, una donde va y viene sin miedo a dejar atrás esas pocas o muchas raíces que logró echar. También descubrí que es fan de los libros románticos, le encantan que escupan romanticismo porque de esa forma siente que puede mantener viva la posibilidad de enamorarse perdidamente de alguien. Y espero que no sea de mí, porque desgraciadamente creo que he dejado de creer en el amor o al menos por este momento me siento muy escéptica sobre ello. Otro dato interesante sobre él es que también, a pesar de su facha de ser alguien que duro, varonil y misterioso, le gusta la música de Brithney. Es su mayor fan y
—Es aquí —responde George a mi mirada curiosa. El viaje ha durado tanto tiempo que mi espalda se siente destrozada y ni hablar de mis piernas destrozadas.Voy y vengo de un lado a otro, no estoy nerviosa, solo quiero estirar un poco el cuerpo después de todo. Es una pequeña casa en la playa, es muy bonita y pintoresca, es una casa de las que ves en las revistas de viajes y después de eso vives en un constante sueño deseando poder estar en ese lugar descansando o haciendo cualquier cosa en ella.—¿Qué te parece?— el pobre de George se nota nervioso y no lo entiendo, él no necesita ningún tipo de aprobación por parte mía.—Es una casa muy linda, ¿ya podemos entrar?— mi comentario lo alivia visiblemente, porque empieza a respirar de nuevo.— Me pregunto si es igual de bella por dentro que por fuera— susurro más para m&iacut
—Alto— George sostiene la botella impidiendo que me concurso interno de terminarla en menos de cinco minutos sea interrumpido. —Sé que esto es nada para ti, pero hazlo despacio, disfruta cada trago.—Tienes razón— dejo la botella en sus manos y recuerdo en que parte de la historia me había quedado.— El bar era inmenso para una casa de ese tamaño, tenía una caja de Jack Daniels la cual yo sola me terminé, uno tras otro, disfrutándolo y sin darme cuenta de aquello yo ya estaba perdida y mareada.—¿No se supone que ibas con una amiga?—Sí, con mi amiga del momento, Aranza. Ella me dejó por irse con mi hermano. Me dejó sola en una fiesta donde estaban personajes muy relevantes para mí, Andrew y su prima, por eso es que me ahogue en alcohol.—¿Con latas de Jack Daniels? ¿Cuánto te llevó
—Ya no llores, Elizabeth —no es una orden, suena más como una súplica por parte del Vampiro más considerado del mundo. A pesar de que lo escucho, me doy cuenta de que el llanto es incontrolable. No puedo dejar de llorar porque me he reprimido y he intentado hacerme la fuerte, cuando yo sé que estoy muy mal. Si no, no hubiera huido y buscando al primer hombre que sabía que me ayudaría porque sé que le gusto. —¿Puedes dejarme sola un momento, George? Estaré bien, pero por favor, déjame sola —le pido con dificultad por el llanto.— ¿Si? —Sabes el camino, regresa a casa cuando creas que es necesario. Estaré ahí, —señala la casa blanca— esperándote, tarda todo el tiempo que quieras, yo estaré ahí. Siempre. —Lo que dice hace que el corazón se me ablandó el corazón, ¿por qué he imaginado a Daniel diciéndome esas palabras? ¿Por qué debe de estar en mi mente? Es insoportable. Tengo unas inmensas ganas de escuchar su voz. Me muero por escuchar su voz
Reviso mi atuendo del día de hoy. George quiere que vayamos a un antro de la ciudad que también está cerca de la playa, él asegura que ha ido y que a pesar de que a él no le gusta ese ambiente, lo ha llegado a disfrutar. Por eso, le dije que sí como las otras siete veces que me ha propuesto hacer algo antes. No todos los días salimos, pero durante estas tres semanas juntos nos hemos divertido al máximo. Días y noches de playa, tardes en una cafetería y mañanas juntos preparándonos el desayuno, ahora sé cocinar un poco más de platillos y todo gracias a él. La falda negra que he decidido ponerme acentúa ligeramente mis curvas. No es tan pequeña, pero por alguna extraña razón, se me levanta más de atrás que de adelante... creo que mejor no la usaré. Es que carajo, se me ve tan bien que no quiero quitármela, pero mis ganas de estar cubierta sin que nadie pueda verme es más grande. ¿Por qué tendría que estar cubierta? Número uno, estamos en una zona de playas
Con los dos tragos en las manos, camino hacia cualquier otro lugar que no sea la zona de la barra. Ese encuentro extraño me dejó aturdida, ¿qué fue eso? Hemos frecuentado el lugar varias veces, podría decir que más de lo que puedo contar y en todas esas ocasiones no he visto al chico del trapo amarrado en la cabeza. Pero en cambio, él asegura que me ha visto antes y eso no puede ser si yo no he visto, en fin. El hombre quizás solo quería hacer amable y no estaba coqueteando conmigo, no todo acercamiento con un hombre significa eso, así que dejaré de hacerme falsas ilusiones porque si lo hago, todo saldrá mal. —¿A dónde ibas? Pareces una loca despistada y con la mirada perdida.— George habla cerca de mi oreja para que pueda escucharlo por encima de la música estruendosa y las voces. Tiene su mano en mi cintura, cosa que en las tres semanas no había hecho. ¿A caso se ha dado cuenta de que ese hombre de la barra me habló? Me muevo incómoda debajo de su mano e inme