Capítulo 25:

—Sabes que puedo caminar ¿verdad? Además me dieron muletas —fueron las palabras de Valentina cuando al llegar a una preciosa mansión totalmente remodelada David la había tomado en brazos.

—No mientras yo esté por aquí. Y cuando menos esfuerzos hagas más temprano te recuperarás.

Valentina se calló la boca y apoyó su cabeza en ese espacio entre el hombro y el cuello de su marido. No lo entendía. Lo mismo la exaltaba que la tiraba al suelo.

—Eres venático. No sé cómo actuar contigo.

"Eres tú. Sólo tú, sirena, eres quien me hace perder el rumbo. No puedes entenderme. Yo mismo no lo hago". Sus pensamientos se quedaron en eso. En pensamientos. No se atrevía a vocalizarlos.

—¿Qué quieres hacer? Porque supongo que no quieres un recorrido por la casa.

—No, ahora no. Quiero darme un baño en condiciones ¿Desde cuándo la tienes?

—La compre hará unos cinco años. Lo consideré una buena inversión. Fui haciendo pequeños cambios con el paso del tiempo. Pero hace poco que comencé a remodelarla en
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