Wellington Hall, Inglaterra.
¡No puede ser! –gritó Adler de nuevo y se sentó, derramando lágrimas de dolor y frustración.¿Qué pasa? ¿Cuál es el contenido de la carta para que te alteres de tal forma? –preguntó Ian a su amigo.
¡La violaron! –exclamó Adler, horrorizado al pensar en cómo su Gigi había sido lastimada. “Esto no me lo perdonaré nunca.”
¿A quién violaron? ¿De quién hablas? –preguntó Ethan a su hermano.
Léelo por ti mismo. –le respondió Adler, entregándole la carta. Ethan e Ian la leyeron, ambos con ojos desorbitados por asombro y rabia.
¿Cómo estás tan seguro que eso es verdad? –le preguntó Ethan.
Esta misiva me la envió el detective Wickham. –le dijo Adler y, para su hermano, esto fue suficiente para saber que era cierto, ya que el detective Wickham fue el que descubrió el engaño que había sido lanzado en contra del Duque de Wellington, por lo que no había duda de su veracidad.
Pero, ¿Cómo ocurrió todo esto? En la carta dice que esto pasó hace un año. ¿Quién pudo haberle hecho tanto daño? –le preguntó Ethan al Duque de Wellington.
No lo sé, pero lo voy a averiguar. –dijo el Duque de Wellington.
Sabes que puedes contar conmigo. –le aseguró el Duque de Norfolk.
Lo mismo digo hermano, sabes que estoy contigo –afirmó el Duque de Sutherland.
Gracias de verdad, porque necesito que interroguen a toda Inglaterra si es necesario. Quiero que investiguen quien es el responsable del abuso que sufrió Giorgiana. De esa manera, podré preparar mi viaje a Escocia para el próximo amanecer. Tengo que hablar con Gigi cuanto antes. –dijo Adler a sus acompañantes.
¿Estarás bien si te dejamos solo? –le dijo Ethan. “No cometerás ninguna tontería, ¿Verdad?”Vayan tranquilos. Yo estaré bien, tengo mucho en que pensar. –les dijo Adler a sus acompañantes y tras escuchar esto, el Duque de Norfolk y el Duque de Sutherland se fueron más tranquilos.
Una vez que se quedó solo, los recuerdos de tiempos felices junto a su Gigi, inundaron su mente y su corazón. De repente, se vio a sí mismo el día en que la conoció, el día que quedó completamente cautivado por esos hermosos ojos negros, ojos tan enigmáticos como expresivos.Cinco años antes…
Londres, Inglaterra 1830.
Adler Remington, Marqués de Oxford, había sido nombrado Duque de Wellington por el Rey Richard III, quien lo amaba mucho y lo protegía como a su propio hijo, pues Adler era uno de los caballeros más leales y de buen corazón que tenía a su servicio. Por tal motivo, y con tan sólo 25 años, Adler poseía más prestigio y honor que cualquier aristócrata en la corte inglesa. Su éxito no sólo abarcaba los asuntos del Rey, sino que, en el ámbito personal, el Duque de Wellington gozaba de mucha prosperidad y prestigio. Todos los que lo conocían percibían de inmediato lo imponente de su presencia en la Corte inglesa, posicionándolo como el soltero más codiciado de la nobleza británica.Sin embargo, pese a todo el éxito que poseía, su corazón se sentía vacío y solitario, al no encontrar a la mujer que fuese un verdadero complemento y una verdadera compañera; y él se resistía a la idea de casarse por conveniencia con alguna debutante, o como decía la Corte: “una adecuada flor inglesa que pudiera proporcionarle un heredero al Ducado y Marquesado”. Si él se casaba algún día, sería cuando encontrara a la mujer de la que estuviese enamorado. Aunque, en estos tiempos, esto fuese poco práctico o ambicioso por su parte, ya que muchas familias ricas y poderosas de la Corte querían formar alianzas con los Remington, a través del matrimonio con el mayor de los vástagos del Archiduque Imperial de Inglaterra e Irlanda y hermano del Rey de Inglaterra, Eric Remington. Afortunadamente, tanto su padre como su madre, Lady Leslie Remington, apoyaban completamente su decisión, pues ambos creían que, si su hijo mayor se casaba, tendría que ser por amor, tal y como en efecto había sido en su caso.Y no es que él no haya tenido romances en su vida, porque tuvo algunos especiales. De hecho, se destaca una relación hacia 6 años, con una dama que fue muy especial para él. Pero, como él nunca se enamoró de ella, finalmente tuvo que sincerarse y ambos concordaron en ser muy buenos amigos.Cierto día, como cada año, se celebró “El festival de los caballos” el cual se llevaba a cabo en el Palacio veraniego del Rey, el cual consistía en exhibirle a los miembros más selectos de la nobleza británica, los mejores y más capacitados caballos, con el propósito de que los Lords y las Ladies de la Corte pudiesen hacer negocios y adquirir los mejores ejemplares. Sin embargo, ese año la vida de Adler Remington, Duque de Wellington, cambió para siempre cuando conoció al ángel de ojos negros como la noche, que robó su corazón, esclavizando con grilletes de dulzura sus propios sentimientos.Todo ocurrió cuando la familia Cavendish fue invitada por primera vez a dicho festival, debido al reconocimiento que tenía el jefe de la familia, el señor Darren Cavendish, en el negocio de cría y venta de caballos pura sangre, es por eso, que su nombre era muy conocido entre la aristocracia inglesa, hasta llegar a los oídos del mismo Rey, quien planeaba regalarle a su esposa, la Reina Alisa, la mejor yegua de todo el país, por lo que invitó a los mejores criadores de caballos, incluyendo a los Cavendish.El Rey, la Reina y algunos caballeros, entre ellos el Duque de Wellington, se hallaban examinando los ejemplares, cuando llegaron a las caballerizas de los Cavendish, exhibiendo los mejores ejemplares equinos.Majestades, mis Lores, sean ustedes bienvenidos. Mi nombre es Darren Cavendish, ella es mi esposa Christine Cavendish y mis hijas Blake, Kylie, Caroline y Giorgiana, mi primogénita. Niñas por favor, saluden a estos nobles caballeros como se debe. –les dijo el Darren a sus hijas.
Majestades, mis Lores, es un placer para nosotras conocerlos. Sean bienvenidos, espero que nuestros caballos sean de su agrado. –dijo Giorgiana y todas las chicas Cavendish, hicieron una perfecta reverencia, sorprendiendo gratamente a los Reyes y a los caballeros.
Sr Cavendish, veo que tiene unas hijas muy bien educadas e instruidas en las normas de cortesía hacia los miembros de la Corte. Señoritas, para la Reina y para mí, es un placer conocerlas. –dijo el Rey y Giorgiana pudo sentir en ese momento una intensa mirada sobre ella, mientras el Rey y su padre hablaban. De repente, el responsable de tal mirada se acercó a Gigi, gesto que no pasó desapercibido para ninguno de los presentes, se acercó a ella y besándole el dorso de la mano, la cual le había tomado suavemente, le dijo:
Es para mí un verdadero placer conocerla señorita Cavendish. Mi nombre es Adler Remington, Duque de Wellington. –Y al decir esto, Adler la miró fijamente a los ojos, sintiendo por primera vez en su vida, un gran estremecimiento en el corazón y una conexión indestructible comenzó a construirse entre los dos, aunque en ese momento Giorgiana, no se lo demostraría.
El placer es nuestro, Su Excelencia, sean todos bienvenidos a nuestra caballeriza. –respondió Gigi mirandolo sólo por un momento, pero sintiendo como el mundo a su alrededor desaparecía de forma inexplicable y que nunca había experimentado antes de ese día.
Inglaterra, 1835.
Me arrepiento tanto por no haber confiado en ti, mi niña. –dijo Adler, observando el medallón que contenía un pequeño retrato de su amada. Y, al llamarla mi niña, usó el apelativo cariñoso que siempre le decía para hacerla sonreír. “Pero, te doy mi palabra que a partir de hoy, te protegeré con mi vida, te cuidare como no lo hice antes; y, aunque viva el resto de mi vida de rodillas ante ti, conseguiré tu perdón y recuperaré tu confianza. –y diciendo esto, Adler salió del despacho para arreglar todo lo referente a su viaje a Escocia.
Highlands, Escocia.
¡Niñas, que bueno que las encuentro! Tenemos que irnos a casa ya. Su padre recibió una carta desde Inglaterra notificándole que… –les dijo Christine a sus hijas, teniendo que tomar aire para continuar. “Notificándole que el Duque de Wellington viene de camino a nuestra casa y llegará el día de mañana.”
Highlands, Escocia.¿Qué dices? ¿El Duque de Wellington viene hacia aquí? Pero, ¿Por qué? –preguntó Giorgiana, conmocionada al recibir esa noticia.Aún no lo sabemos. La carta no lo dice, lo único que se nos notifica es que a las dos de la tarde del día de mañana, el Duque llegará a nuestro hogar, porque necesita conversar contigo sobre un tema muy importante. –le dijo su madre. ¿Qué tema importante tengo yo que hablar con ese hombre? –gritó Gigi furiosa. “¿Acaso no fue él mismo quien me hizo firmar un documento en el que me exigía que renunciara a todo derecho que tuviese en la Corte, a cambio del exilio a otro país, en lugar de ser decapitada? No entiendo por qué tiene que venir ahora. ¿Qué es lo que pretende? –agregó ella.Cálmate hermana, el que te alteres no te hace bien. ¿No lo ves? Al fin él quiere escuchar tu versión de los hechos, eso es una muy buena noticia. –le dijo Kylie, tratando de tranquilizarla.¿Buena noticia Kylie? ¿No te parece que ya es un poco tarde para eso? –c
El reloj marcaba las 4 de la mañana, cuando el Duque de Wellington partió hacia Escocia en su carruaje particular, el cual lo llevaría a las Highlands escocesas. Este lo llevaría más rápido que si se fuera a caballo, aunque en toda Inglaterra era bien conocida su habilidad para la equitación, la cual practicaba desde niño, convirtiéndolo así en un jinete prodigioso.Mientras tanto, en casa de los Cavendish, para Giorgiana fue imposible conciliar el sueño. Pese a que su madre, Kylie y, posteriormente su padre la tranquilizaron, con respecto al miedo que sentía de ser ejecutada por orden del que fue su esposo, el no saber el motivo que llevaría al Duque de Wellington a su casa esa misma tarde, la sumió en una profunda y total incertidumbre. Su mente se vio envuelta de crueles recuerdos sobre un feliz pasado que, hasta ese momento, ella mantenía enterrados en el fondo de su corazón, impidiendo que ese pasado la atormentara como lo estaba haciendo ahora, con lo que fue y pudo seguir siend
Transcurrieron varios minutos, en los que tanto Adler como a Gigi, se quedaron mirándose en absoluto silencio, ya que ninguno de los dos era capaz de pronunciar la primera palabra.“¡Dios, que hermosa está! No puedo creer que aún después de dos años su presencia haga que todo mi interior se estremezca por completo. Y sus ojos, ese par de profundas y oscuras acuarelas que tanto amo, las cuales hoy me conceden un toque de dulce inmortalidad. ¡Cuanto me gustaría de nuevo perderme dentro de sus profundidades! Y su cabello… veo que tiene el mismo efecto en mí que hace dos años, aunque ahora lo lleve a la altura del cuello. Está mucho más hermosa de lo que recordaba, su rostro se ve aún más encantador e inocente que antes. Y sus labios, ¡Cuanto diera yo por volverlos a sentir en los míos! Mi amor, te prometo que, a partir de hoy, me dedicaré en cuerpo y alma a conseguir tu perdón; y te prometo que, desde hoy, mi única misión será devolverte la felicidad que te fue arrebatada, sin importar l
Giorgiana estaba sin palabras al ver la escena que frente a ella se reproducía: el poderoso Duque de Wellington, estaba de rodillas esperando que ella lo lastimara físicamente, para que así dejara de odiarlo como se suponía que ella lo odiaba. Algo que para Gigi era imposible, ya que, pese a todo el daño que le causó, Gigi no podía despreciarlo. Sin embargo, él debía entender lo mucho que la hirió.Levántese Su Excelencia, no me hagas esto, por favor. Tú no puedes presentarte ante mi y arrodillarte para pedirme perdón. ¡Levántate ya! –le dijo Giorgiana sollozante.Perdóname Giorgiana. Si yo tengo que vivir arrodillado ante ti, para que no me odies, lo haré toda la vida, yo sólo aspiro que me perdones y que no me odies tanto. –imploró el Duque de Wellington.Yo no te odio Adler Remington. A pesar de todo, nunca te he odiado. –le respondió Gigi.¿No me odias? ¿Por qué no me odias, si eso es lo que yo merezco, por la canallada que te hice? Merezco tu desprecio, tu repudio y hasta tus gol
¿Te confieso algo? Eres el primer hombre al que le permito acercarse a mí en mucho tiempo, específicamente desde hace un año. –le dijo Gigi y, rompiendo el abrazo, se levantó del suelo y agregó: “Espero que entiendas todo lo que este paso que acabo de dar significa para mí. Y, no sólo que lo entiendas, sino que también lo valores.”Créeme que lo valoro, pues sé lo que significa dar este paso para ti. Por eso, voy a dar todo de mí, para demostrarte que las cosas ya no son como antes. Ahora tu bienestar físico y emocional son mi más importante prioridad y la única misión que en este momento me importa llevar a cabo, sin importar lo que tenga que hacer para conseguirlo. –le dijo Adler, levantándose del suelo. “Por tal motivo, aunque sea muy difícil o imposible para ti, trata de creer en mis palabras.”Está bien. Aunque me cueste, intentaré creer en ti, Adler. Ahora, cambiando el tema, ¿Te puedo hacer una pregunta? Pero, te pido que no la vayas a malinterpretar, por favor. –le dijo Gigi t
No sé qué le sucede a Andrew, él nunca me había tratado de ese modo; y Brooke, ¿Escuchaste sus palabras llenas de tanto odio? Aún me cuesta entender que su repudio hacia Giorgiana sea motivado por el hecho de que ella sea una plebeya. Por Dios, Eric, ya no estamos en la edad media, para que nuestros hijos se sientan superiores solo por pertenecer a la Nobleza, es algo que aún no asimilo. –dijo Leslie entristecida.Cálmate cariño, por favor. Andrew y Brooke tienen que entender que el ser aristócratas no nos hace mejores que los más desfavorecidos, sino todo lo contrario. Nos da herramientas para poder ayudarlos a progresar. –le dijo Eric a su esposa.De los cinco hijos que tenemos, ellos dos siempre han sido los más caprichosos, pero nunca pensé que pudiesen llegar al extremo que llegaron. Todavía me resisto a la idea que Brooke y Andrew tengan un corazón tan oscuro, mi amor. No quiero creer que mis hijos tengan malos sentimientos. –le dijo Leslie.Tampoco yo quiero creer que eso sea a
Mida sus palabras, Duque de Windsor, pues yo no pienso consentir que insulte a nuestros invitados en mi propia casa. –dijo el Archiduque Imperial.Le exijo que se disculpe inmediatamente con los Cavendish y en especial, con Giorgiana, o de lo contrario, me olvidaré de que usted es mi tío y le enseñaré a respetar a una dama. –afirmó Adler, muy molesto por la actitud de Scott.¿Una dama? Pero es que esta plebeya no es una dama, esta mujercita sólo quiere engatusarte para traicionarte de nuevo. –espetó Giselle, tomando la palabra. “Además, tú no debes defenderla tanto. Al fin y al cabo, ella sólo es tu ex esposa, mientras que yo soy tu prometida.” –Al escucharla Gigi miró a Adler fijamente muy desconcertada.¿Qué? ¿Ustedes… se van a casar? –le preguntó Gigi en un susurro.Por supuesto que no, Gigi. No creas en sus palabras, yo jamás me casaré con esa mujer ni con ninguna otra. –le dijo Adler, de forma enérgica.Tú sí te casarás conmigo, mi padre me aseguró que así sería. Él me lo prometi
Por favor, no digas eso. No soporto que lo hagas, porque tú no provocaste nada de lo que ocurrió. Por lo tanto, te suplico que no te culpes. –le dijo Adler a Gigi, aun abrazándola.Adler, si yo no hubiese venido aquí, el Duque de Windsor no se hubiese enfrentado a ustedes. Y sé que cometí un error al devolverle el golpe que Lady Giselle me dio, porque es una Lady, hija de un Duque. Pero, cuando ella me golpeó, no pude evitar defenderme de quién quería hacerme daño, pues como dije antes, ya no voy a permitir que nadie me haga sufrir, sin importar quien sea. Por eso, no considero adecuado que yo esté aquí, pues sé que estas situaciones continuarán ocurriendo, por lo que prefiero irme. Por favor, déjame ir. –dijo Gigi, rompiendo el abrazo.Por favor, no te vayas, Esto no se repetirá, te lo prometo. Pero, si vuelve a ocurrir, aquí estoy yo para protegerte con mi vida. –contestó Adler.Por supuesto, cariño. Y no sólo Adler está de tu lado. Tanto tú como tu familia, cuentan con la protecció