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Recuerdos que renacen en dos corazones heridos.

Highlands, Escocia.

 

¿Qué dices? ¿El Duque de Wellington viene hacia aquí? Pero, ¿Por qué? –preguntó Giorgiana, conmocionada al recibir esa noticia.

 

Aún no lo sabemos. La carta no lo dice, lo único que se nos notifica es que a las dos de la tarde del día de mañana, el Duque llegará a nuestro hogar, porque necesita conversar contigo sobre un tema muy importante. –le dijo su madre.

 ¿Qué tema importante tengo yo que hablar con ese hombre? –gritó Gigi furiosa. “¿Acaso no fue él mismo quien me hizo firmar un documento en el que me exigía que renunciara a todo derecho que tuviese en la Corte, a cambio del exilio a otro país, en lugar de ser decapitada? No entiendo por qué tiene que venir ahora. ¿Qué es lo que pretende? –agregó ella.

 

Cálmate hermana, el que te alteres no te hace bien. ¿No lo ves? Al fin él quiere escuchar tu versión de los hechos, eso es una muy buena noticia. –le dijo Kylie, tratando de tranquilizarla.

 

¿Buena noticia Kylie? ¿No te parece que ya es un poco tarde para eso? –contestó Gigi. “Por si lo olvidas, han pasado dos años, Kylie, dos años desde que fui acusada injustamente de traición a la corona e infidelidad conyugal, delitos que son castigados con la muerte, la cual no sufrí, gracias a la piedad del que era mi esposo, cuando en lugar de darme muerte, me envió al exilio sin absolutamente nada. ¡Y yo siendo inocente de todo!” –exclamó Gigi llorando. “Me negaron el derecho a defenderme y a tener un juicio justo. Al contrario, muchos Nobles le pidieron al Rey que fuese ejecutada por decapitamiento, como fue decapitada en su tiempo la Reina Ana Bolena por orden de su propio esposo, el Rey Henry VIII.

 

Pero, a ti te perdonaron la vida, hija –le dijo Christine a Gigi.

 

Sí, pero no he olvidado que el Duque me dijo que agradeciera que él no era el Rey, porque si lo fuera, yo ya hubiese sido decapitada. Sin embargo, agregó que no me confiara demasiado, porque él podía hablar con su tío el Rey y convencerlo, para que emitiera una orden de ejecución en mi contra cuando él quisiese. ¡Dios mío! ¿Y si ya la consiguió, mamá, y mañana vienen a darme muerte? –Giorgiana dijo aterrada.

 

¡Giorgiana Alexandra Cavendish, basta! Deja de pensar en cosas que no han ocurrido y que sólo te hacen daño. –exclamó Christine con dolor y abrazó a su hija fuertemente, sintiendo su aflicción como suya. “¿Por qué nunca nos dijiste nada sobre esto mi niña?”

 

Porque no quería seguir causándoles angustia. Suficiente tenían ustedes con lo que nos estaba pasando, como para añadirle un ingrediente extra a nuestra desgracia. Por eso, decidí callar. –le respondió Gigi.

 

Gigi, ¿No crees que, si Adler te quisiera ver muerta, no era necesario esperar dos años si, como el mismo te dijo, él podía ejecutarte cuando quisiese? –le preguntó Kylie a su hermana. “Presiento que la visita del Duque mañana no tiene nada que ver con tu ejecución o alguna cosa que te lastime físicamente, hay otro motivo que lo trae a verte. –añadió Kylie.

 

Yo pienso lo mismo hija. Piensa por un momento en lo siguiente: cuando las Reinas Ana Bolena y Catherine Howard, fueron ejecutadas por orden del Rey Henry VIII, ¿Cuánto tiempo pasó desde sus juicios hasta sus muertes? –le dijo Christine a Gigi.

 

Yo recuerdo que en una de las clases que recibí sobre la monarquía inglesa, el profesor me dijo que a la Reina Ana le habían dado muerte sólo 10 días después de su juicio y la Reina Catherine fue ejecutada solo dos días después de que se descubrió todo. –dijo Gigi pensativa.

 

¿Ves? Entonces, ¿Crees que tiene algún sentido que el Duque de Wellington venga después de dos años a matarte, cuando estás tan alejada de la Corte inglesa y el Duque ni siquiera ha  verificado tu estado? –le preguntó su madre. “Recuerda que ya ni vives en Inglaterra. Entonces, ¿Qué sentido tendría que él quiera matarte si ha pasado tanto tiempo sin verte?

 

Ahora que lo pienso, no tiene sentido. Pero entonces, ¿Por qué quiere verme después de dos años de olvido? –dijo Gigi.

 

¿Y si él ya se enteró de toda la verdad y viene a pedirte perdón y a reconocer lo idiota que fue? –le dijo Kylie-. “¿Y si viene porque realmente está arrepentido del daño que te hizo?”

 

¿Arrepentido Adler? ¿El gran Duque de Wellington pidiéndole perdón a una plebeya como yo? –preguntó Gigi.

 

Si él viene a pedirte perdón, no le pedirá perdón sólo a una simple plebeya, le pedirá perdón a la que fue su amiga, su mujer, su esposa y su Duquesa, porque eso fue lo que fuiste para él mientras estuvieron juntos. –dijo Kylie.

 

Y, ¿Cómo estás tan segura de que fui todo eso para él? ¿Por qué ahora lo estás defendiendo? –le preguntó Giorgiana.

 

No lo estoy defendiendo Gigi, pero si te digo esto es porque eso era lo que sus ojos gritaban todo el tiempo, sobre todo, cuando te miraba. –le dijo Kylie.

Wellington Hall, Inglaterra.

 

Hijo, ¿Pudiste hablar con su Majestad? –le dijo Leslie Remington a su hijo mayor. “¿Qué te dijo tu tío?”

Si madre, hablé con él y me recordó lo impulsivo y tonto que fui al haber lastimado a Gigi. También me dijo que desde que la conoció, enseguida percibió su inocencia y transparencia. En pocas palabras, me dijo que, si no la recuperaba y la traía de vuelta, tendría serios problemas con él y la tía Alisa, quien, según el tío, está deseosa de volverla a ver. –dijo Adler.

 

Desde que la conoció, la Reina quedó muy encantada con el temple, el encanto y el carácter dulce, pero a la vez firme y directo de Giorgiana –dijo Leslie. “Creo que eso nos cautivó a nosotros también.”

 

Madre, yo sé que casi todos ustedes se dejaron ganar el corazón por ella. Y es que Giorgiana logra hasta de forma inconsciente que todo el mundo la quiera. –le dijo el Duque a su madre.

 

¿Con la palabra casi, te refieres a Andrew y a Brooke, ¿Cierto? –le preguntó Leslie a su hijo, refiriéndose a los hermanos del Duque, los cuales nunca aprobaron la relación y posterior matrimonio de Adler y Giorgiana.

 

Exactamente. Tú sabes que, desde que conocieron a Gigi, ellos dos han tratado de incordiarla de todas las maneras posibles. Y eso es algo que ya no estoy dispuesto a permitir. –le dijo firmemente Adler.

 

No te preocupes, cariño. Tras contarnos lo que pasó, tu padre habló seriamente con ellos, dejándoles claro que no iba a tolerar un solo insulto o maltrato de ellos hacia Giorgiana. –le dijo Leslie.

 

Espero que lo hayan entendido, porque esta vez no seré condescendiente con nadie y no lo pensaré dos veces, para poner en su lugar a quién pretenda lastimarla, sin importar de quien se trate. Mamá, porque te consta que Giorgiana soportó muchas vejaciones de parte de la Nobleza por no haber nacido en cuna Noble. ¡Y todo lo soportó estoicamente! Ahora estoy yo para defenderla, como no lo hice antes.

 

¿Aún la amas verdad? –le preguntó Leslie.

 

Nunca he dejado de amarla madre, ni siquiera cuando creí que era culpable. –contestó su hijo. ¿Tú crees que ella me perdonará?

 

Yo pienso que si te ama como tú a ella, poco a poco conseguirás su perdón y su confianza. Sólo debes ser muy paciente y no darte por vencido. –y diciéndole esto, Leslie Remington besó tiernamente la frente de su hijo y, abrazándolo hasta tranquilizarlo, se despidió de él diciéndole que todo estaría bien. Abandonando la estancia, dejó al Duque de Wellington con la agradable sensación de que, sin importar la edad que tuviese, su madre siempre lo amaría y apoyaría, pese a sentirse muy ansioso, herido y agitado debido a todo lo que ocurriría al día siguiente, cuando partiese antes del amanecer hacia Escocia.

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