Valerie Ghill.─ ¿Cómo se llamará? ─ Le pregunto a Ivanna, cargando a la nueva preciosura que llegó a la familia. Levanté la vista observando como su mirada iba de Maximiliano a Jordan, fruncí el entrecejo observando a los tres. Ashley, respiró profundo y fruncí más el entrecejo.─ No me digas que se llamará Maximiliana, ─ bromeé observándolos. Ivanna, rodó los ojos, la bebita hizo un escándalo y se la pasé a Ivanna, para que la alimentara. Ashley, ayudó a su tía, acomodándole mejor a la recién nacida, la cual seguía llorando.─ Amor, quizás no estás lactando todavía, ─ pronunció Maximiliano, acercándose un poco nervioso.─ Mejor preparo un biberón, se apresuró Ashley, lo cual hizo en cuestión de segundos, esperando unos minutos que la mezcla de agua caliente con leche, paso recién nacido se reposará un poco. Mi sobrina, movió el biberón entre sus manos, tratando de enfriar las dos onzas de mezcla.Ashley, tomó a la recién nacida y se acomodó con ella, en uno de los muebles
Valerie Ghill.─ ¿Buen mozo? ─ Se quejó Noah, observándola con su entrecejo fruncido. Mi sobrina, enrojeció y Abigail y yo, nos carcajeamos.─ ¿Dónde están los demás? ─ Pregunté.─ Los abuelos, ya se fueron con mis hermanos y a mi papá, lo llamaron para atender un parto, aprovechando que estaba aquí en el hospital. ─ Informó Ashley.─ Con razón estás en las piernas de Noah. ─ Bromeé y ella, volvió a enrojecer. Observé a Ivanna, que se había quedado dormida y a la pequeña Lissie, ya se la habían llevado de la habitación y gracias a Dios, porque tanto brazo la iba a mal acostumbrar.─ ¿Nos vamos? ─ Le preguntó Noah a Ashley, besando su cabello.─ Salgo con ustedes porque Jordan, tiene guardia. ─ Mencionó Abigail, observé a mi hermano, profundamente dormido en un gran sofá, pero igual era pequeño para él.─ Creo que lo que tiene es sueño, ─ musité y Abigail, se acercó para llamarlo.─ ¡Rayos! ─ gruñó Jordan, cuando se despertó.─ Creo que la pequeña Hailey, te tiene cansado, ─ sonrió
Valerie Ghill─ Hoy firmamos el divorcio, ─ apenas logré susurrar. El nudo en la garganta me ahogaba. Ella, me abrazó.─ No debí venir así, los chicos se han asustado, ─ pronuncié después de unos minutos, cuando logré conseguir mi voz.─ No te preocupes por eso, tía. Noah, está con ellos, ─ respondió mi sobrina. Duré quince minutos más hablando con ella, tratando de tranquilizarme para retirarme. No deseaba que mis hermanos me viesen así y mucho menos mi madre. Ingresé al baño lavando mi rostro, maquillándome y luego marchándome. Me dirigí a mi oficina consiguiéndome a Abigail, ya instalada trabajando. Al verme se levantó y sin importarle que no era ni siquiera el medio día, sirvió dos copas de coñac, consiguiendo que mis ojos se abrieran nuevamente, pero esta vez como dos chorros de agua.Ese día me hundí en el trabajo, en el transcurso del día todos fueron llegando a la oficina. Mi madre, la abuela Samantha. Ashley, antes de irse para el hospital e Ivanna, con la pequeña Li
Valerie Ghill─ Eres tan suave, Valerie. ─ Jadeó mordiendo mi clavícula y moviendo sus manos debajo del vestido, apretando mi carne, haciéndome sentir más su dureza. Jadeó buscando nuevamente mis labios, mis manos se hundieron debajo de su saco, acariciando su tórax y sus hombros, sorprendiéndome lo duro que eran sus músculos, seguramente ejercitados. La diferencia entre el cuerpo de Samuel, poco ejercitado y el de Lumbardi, fue inmediato. Me agradó sentirlo tan firme y no solamente en su parte superior, sino en su entrepierna, que en este momento estaba golpeando la mía. Sus manos, subieron mucho más, acariciándome y levantando consigo el vestido, el cual se enrolló en mi cintura negándose a seguir cediendo; sus brazos me rodearon acercándome a su torso, elevando mis manos a su cuello y siendo yo, ahora la que comenzara a morderlo.Él, apretó mis nalgas y haló el hilo dental, haciéndome jadear con el roce que causó en mi vagina, con la prenda íntima. Estaba tan encendida con
Valerie Freetman.─ ¡Valerie! ─ se apresuró Lumbardi, atrapándome a mitad de camino. Giró mi cuerpo y me abrazó.─ ¿Qué sucede? ─ Preguntó posando mi cabeza en su pecho.─ No lo sé, ─ sisee consternada por los dos sentimientos que estaban atravesando mi pecho. Uno, el de querer salir corriendo para no sufrir las consecuencias futuras; y otro, el deseo de quedarme y dejarme llevar, sin importarme lo que suceda posteriormente.─ Solo es miedo a una nueva relación, ─ pronunció besando la Coronilla de mi cabeza.─ ¿Nueva relación? ─ Susurré y Lumbardi, levantó mi mentón buscando mis labios.─ Nueva relación, ─ respondió ratificando sus palabras. Ambos nos observamos. – Deseo intentarlo contigo, Valerie. ─ Confirmó dándome un poco mas de seguridad, esa que estaba ausente en este momento en mi cuerpo, en mi pecho y en mi mente; asentí moviendo mi cabeza. Sus labios volvieron a los míos y me dejé llevar, perdiéndome entre sus besos. Lumbardi, se inclinó un poco, pasando su brazo p
Valerie Freetman & Franchesco Lumbardi.─ ¿Por qué tan cubierta? ─ Pegué un salto cuando escuché su voz. Lumbardi, me rodeó desde mi espalda llevando sus manos a mis pechos y soltando la sabana que tenía su envoltorio alrededor de mis pechos. La sábana cayó a mis pies y él, comenzó a masajear mis pechos con sus manos y a besar mi cuello.─ Estaba pensando en darme una ducha, ─ pronuncié.─ Está bien, vamos entonces, ─ mencionó soltándome y pasando por mi lado. Encendió la ducha de agua caliente, luego extendió su mano para que la tomara, me guió hasta la ducha y volvió acomodarse a mi espalda, quedando los dos bajo la cascada de agua, movió mi largo cabello hacia un lado, pasándolo por mi cuello, para que quedara sobre mi hombro derecho. Sus brazos me rodearon acercando más mi espalda a su pecho y mi trasero a su pelvis.─ Ahora, me gustas más, ─ siseó besando mi cuello, mientras sus manos amasaban mis pechos, estrujándolos con fuerza. Una de sus manos se deslizó a mi vientre y lu
Franchesco Lumbardi─ Vamos para que conozcas la isla y comprar unos trajes de baño, ─ invité a Valerie, guiándola para dar una pequeña caminata antes de salir a comprar, lo que necesitábamos.─ Señor, ya sus ropas están limpias, ─ pronunció una de las mujeres de servicio, refiriéndose a la ropa que traíamos puesta anoche.─ Llévelas a nuestra habitación, ─ le pedí a la mujer. Valerie, me observó.─ ¿Nuestra habitación? ─ Preguntó dejándose guiar.Observé sus ojos y estaban nuevamente triste, seguramente había hablado con su ex por teléfono. Todavía tenía la espinita de su llamada en la madrugada, me había guardado las ganas de quitarle el teléfono a Valerie y aclararle a su ex, que estaba conmigo y que él, ahora no tenía derecho a estarla llamando para asuntos que no fuesen relacionados con Sebastián.─ Sí, nuestra habitación, ─ sonreí.─ Sebastián, no puede enterarse de nada, ─ mencionó y mi sonrisa desapareció.─ No quiero que piense que yo...─ Él, nunca pensaría mal de ti, ─ int
Franchesco Lumbardi.─ Ella necesita a su lado a alguien que la cuide y la proteja. Tú, algún día te irás a estudiar o te casarás y Valerie, quedará sola. Eso no sería justo si a ella se le presenta otra oportunidad. ─ Traté de hacer reflexionar al adolescente, pero Sebastián, no estaba muy complacido con mi reflexión. Observé a lo lejos a las dos mujeres, que ahora, se habían sentado en la arena a conversar.─ El próximo fin de semana estaremos en España. ─ Le dije a los chicos.─ ¿Hay un evento? ─ Preguntó Aleska, emocionada.─ No, tengo una reunión entre empresarios, pero asistiremos todos, ya que están invitados los grupos familiares, ─ les dije. Aleska, se acostó en la arena y Sebastián, hizo lo mismo. ─ Esas reuniones de negocios, así estén las familias, son muy aburridas, ─ protestó mi sobrina.─ Sebastián y tú, pueden quedarse en las instalaciones del hotel después del almuerzo, ─ le indiqué. Mi sobrina, sonrió y Sebastián, la observó con curiosidad.─ Buscaré unos refres