CAPITULO 157 MIEDO.

Valerie Ghill

─ Eres tan suave, Valerie. ─ Jadeó mordiendo mi clavícula y moviendo sus manos debajo del vestido, apretando mi carne, haciéndome sentir más su dureza.

Jadeó buscando nuevamente mis labios, mis manos se hundieron debajo de su saco, acariciando su tórax y sus hombros, sorprendiéndome lo duro que eran sus músculos, seguramente ejercitados.

La diferencia entre el cuerpo de Samuel, poco ejercitado y el de Lumbardi, fue inmediato. Me agradó sentirlo tan firme y no solamente en su parte superior, sino en su entrepierna, que en este momento estaba golpeando la mía.

Sus manos, subieron mucho más, acariciándome y levantando consigo el vestido, el cual se enrolló en mi cintura negándose a seguir cediendo; sus brazos me rodearon acercándome a su torso, elevando mis manos a su cuello y siendo yo, ahora la que comenzara a morderlo.

Él, apretó mis nalgas y haló el hilo dental, haciéndome jadear con el roce que causó en mi vagina, con la prenda íntima. Estaba tan encendida con
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