Samuel GhillSubí a la que fue nuestra habitación, observé la cama en completa soledad, no estaban ni mi pijama, ni ella. Ingresé al baño y el jacuzzi que siempre me esperaba listo estaba vacío, levanté la vista hacia la ducha, su cuerpo sonriendo enjabonándome, besándome, tomándome entre su boca, haciendo el amor bajo la ducha o en el jacuzzi; volví a la alcoba, desvistiéndome completamente, sentándome en el borde de la cama, recordando cuando entalcaba mi cuerpo, llenándome de besos húmedos.Cubrí mi rostro intentando detener lo que se avecinaba, pero nada podía contenerlo, mis lágrimas corrieron sin poderlas evitar. Solo recuerdo haber llorado cuando mis padres fallecieron, recuerdo haber limpiado mis lágrimas, para poder consolar a mi hermana que estaba destrozada; pero ahora, no había nadie a quien consolar y yo, solo sentía un pesar que no podía arrancar de mi pecho, deseaba no ser psicólogo, para no leer los gestos y facciones de otros.Valerie, desde que llegó, me di cuenta
Valerie Ghill.Observo el espejo detallando mi rostro, me siento tan insegura, paso mis dedos alrededor de mis ojos, buscando señales de arrugas; creo que existen, pero he llorado tanto, que la hinchazón no deja notarlos.Lleno mis manos de agua helada, enjuagando mi rostro con ellas, dicen que eso ayuda a prevenir las arrugas. Levantó el rostro y vuelvo a mirar al espejo. Mis lágrimas caen cubriendo mis mejillas. Me traicionó nuevamente, es lo único que dice mi mente a cada nada, el fuego, la pasión había muerto. Observo las pastillas color azul, eso era lo que le daba una erección, no yo, no mi cuerpo, no su Valerie. ─ ¿Cuándo dejé de ser apetecible para él? ─ Me pregunto internamente una y otra vez. Un toque de la puerta.─ ¿Mamá, te falta mucho? ─ Preguntó Sebastián, con voz preocupada.─ Unos minutos, ─ respondí, lavando mi rostro, tomando las pastillas del mármol donde las había colocado y lanzándolas a la papelera. Sequé mi rostro y mis manos, saliendo del tocador. Seb
Valerie Ghill.─ Pienso que te estás olvidando de todo lo que hemos hablado, ─ mencioné retirando su Tablet.─ Te prometo intentarlo cuando llegue al condado, ─ musitó extendiendo su mano, para que le devolviera su Tablet. Me levanté de la cama, necesitaba una ducha. Franchesco, nos había invitado a cenar, sus regalos costosos y sus abrazos habían vuelto, también mis rechazos, pero esta vez él, no había pasado la línea; esta vez solo se limitaba aceptar el rechazo y no era que no me agradara, estaba claro que entre nosotros había una atracción extraña, pero eso no significaba que por estarme divorciando, yo tenía que estarme regalando al primer postor. Reconozco que gracias al abogado que él, me recomendó para el divorcio, todo marchaba bien. Bueno, también era porque Samuel, no era un hombre de pleitos y conflictos, no estaba interesado en pelear bienes y tampoco estaba interesado en divorciarse. Según él, no perdería a Sebastián, pero igual el procedimiento de divorcio cont
Valerie Ghill.─ ¿Cómo se llamará? ─ Le pregunto a Ivanna, cargando a la nueva preciosura que llegó a la familia. Levanté la vista observando como su mirada iba de Maximiliano a Jordan, fruncí el entrecejo observando a los tres. Ashley, respiró profundo y fruncí más el entrecejo.─ No me digas que se llamará Maximiliana, ─ bromeé observándolos. Ivanna, rodó los ojos, la bebita hizo un escándalo y se la pasé a Ivanna, para que la alimentara. Ashley, ayudó a su tía, acomodándole mejor a la recién nacida, la cual seguía llorando.─ Amor, quizás no estás lactando todavía, ─ pronunció Maximiliano, acercándose un poco nervioso.─ Mejor preparo un biberón, se apresuró Ashley, lo cual hizo en cuestión de segundos, esperando unos minutos que la mezcla de agua caliente con leche, paso recién nacido se reposará un poco. Mi sobrina, movió el biberón entre sus manos, tratando de enfriar las dos onzas de mezcla.Ashley, tomó a la recién nacida y se acomodó con ella, en uno de los muebles
Valerie Ghill.─ ¿Buen mozo? ─ Se quejó Noah, observándola con su entrecejo fruncido. Mi sobrina, enrojeció y Abigail y yo, nos carcajeamos.─ ¿Dónde están los demás? ─ Pregunté.─ Los abuelos, ya se fueron con mis hermanos y a mi papá, lo llamaron para atender un parto, aprovechando que estaba aquí en el hospital. ─ Informó Ashley.─ Con razón estás en las piernas de Noah. ─ Bromeé y ella, volvió a enrojecer. Observé a Ivanna, que se había quedado dormida y a la pequeña Lissie, ya se la habían llevado de la habitación y gracias a Dios, porque tanto brazo la iba a mal acostumbrar.─ ¿Nos vamos? ─ Le preguntó Noah a Ashley, besando su cabello.─ Salgo con ustedes porque Jordan, tiene guardia. ─ Mencionó Abigail, observé a mi hermano, profundamente dormido en un gran sofá, pero igual era pequeño para él.─ Creo que lo que tiene es sueño, ─ musité y Abigail, se acercó para llamarlo.─ ¡Rayos! ─ gruñó Jordan, cuando se despertó.─ Creo que la pequeña Hailey, te tiene cansado, ─ sonrió
Valerie Ghill─ Hoy firmamos el divorcio, ─ apenas logré susurrar. El nudo en la garganta me ahogaba. Ella, me abrazó.─ No debí venir así, los chicos se han asustado, ─ pronuncié después de unos minutos, cuando logré conseguir mi voz.─ No te preocupes por eso, tía. Noah, está con ellos, ─ respondió mi sobrina. Duré quince minutos más hablando con ella, tratando de tranquilizarme para retirarme. No deseaba que mis hermanos me viesen así y mucho menos mi madre. Ingresé al baño lavando mi rostro, maquillándome y luego marchándome. Me dirigí a mi oficina consiguiéndome a Abigail, ya instalada trabajando. Al verme se levantó y sin importarle que no era ni siquiera el medio día, sirvió dos copas de coñac, consiguiendo que mis ojos se abrieran nuevamente, pero esta vez como dos chorros de agua.Ese día me hundí en el trabajo, en el transcurso del día todos fueron llegando a la oficina. Mi madre, la abuela Samantha. Ashley, antes de irse para el hospital e Ivanna, con la pequeña Li
Valerie Ghill─ Eres tan suave, Valerie. ─ Jadeó mordiendo mi clavícula y moviendo sus manos debajo del vestido, apretando mi carne, haciéndome sentir más su dureza. Jadeó buscando nuevamente mis labios, mis manos se hundieron debajo de su saco, acariciando su tórax y sus hombros, sorprendiéndome lo duro que eran sus músculos, seguramente ejercitados. La diferencia entre el cuerpo de Samuel, poco ejercitado y el de Lumbardi, fue inmediato. Me agradó sentirlo tan firme y no solamente en su parte superior, sino en su entrepierna, que en este momento estaba golpeando la mía. Sus manos, subieron mucho más, acariciándome y levantando consigo el vestido, el cual se enrolló en mi cintura negándose a seguir cediendo; sus brazos me rodearon acercándome a su torso, elevando mis manos a su cuello y siendo yo, ahora la que comenzara a morderlo.Él, apretó mis nalgas y haló el hilo dental, haciéndome jadear con el roce que causó en mi vagina, con la prenda íntima. Estaba tan encendida con
Valerie Freetman.─ ¡Valerie! ─ se apresuró Lumbardi, atrapándome a mitad de camino. Giró mi cuerpo y me abrazó.─ ¿Qué sucede? ─ Preguntó posando mi cabeza en su pecho.─ No lo sé, ─ sisee consternada por los dos sentimientos que estaban atravesando mi pecho. Uno, el de querer salir corriendo para no sufrir las consecuencias futuras; y otro, el deseo de quedarme y dejarme llevar, sin importarme lo que suceda posteriormente.─ Solo es miedo a una nueva relación, ─ pronunció besando la Coronilla de mi cabeza.─ ¿Nueva relación? ─ Susurré y Lumbardi, levantó mi mentón buscando mis labios.─ Nueva relación, ─ respondió ratificando sus palabras. Ambos nos observamos. – Deseo intentarlo contigo, Valerie. ─ Confirmó dándome un poco mas de seguridad, esa que estaba ausente en este momento en mi cuerpo, en mi pecho y en mi mente; asentí moviendo mi cabeza. Sus labios volvieron a los míos y me dejé llevar, perdiéndome entre sus besos. Lumbardi, se inclinó un poco, pasando su brazo p