Capítulo 41

Ella se revolvía en la cama, incapaz de conciliar el sueño. La rabia que sentía por Knut y sus tonterías le hacía dar vueltas en su mente, como si estuviera atrapada en un carrusel sin fin. Se recordó a sí misma que debía relajarse y dormir algo, pues al día siguiente tenía que ocuparse de las tareas domésticas y preparar el almuerzo para Klas.

Pero apenas logró cerrar los ojos unos minutos, cuando se despertó de nuevo, empapada en sudor y con el rostro en llamas. Fue entonces cuando se dio cuenta de que su malestar no era solo por el enfado con Knut, sino por la fiebre que la consumía.

Con un jadeo, se incorporó en la cama y miró a su lado, sintiendo un dolor punzante en las sienes. Knut seguía durmiendo plácidamente, roncando como un oso.

Ella se sintió abrumada por las ganas de llorar, no solo por el malestar físico que la aquejaba, sino también por la indiferencia de su esposo. Antes, Knut la mimaba y la cuidaba cuando se enfermaba, siempre atento a sus necesidades y dispuesto a p
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