Capítulo 45

—¿Dinero? —repitió con incredulidad.

¿Cómo puede pedirle más dinero si no tiene nada a su nombre? Ni una sola cuenta bancaria, ni una sola propiedad. Todo lo que posee está a nombre de Astrid, y ella se entera de cada movimiento que hace. Está atrapado en una jaula dorada, sin libertad ni autonomía.

Sintió un nudo en la garganta al mirar al cielo con desesperación, mientras la voz de Marietta seguía suplicándole.

—Por favor, entiéndeme. Los cien mil que te pedí no son suficientes para salvar a mi amigo. Su enfermedad es muy grave y necesita al menos cuatrocientos mil para el tratamiento. Yo no tengo esa cantidad de dinero, ni nadie que me la preste. Tú eres mi única esperanza. Te lo juro, esta vez no te estoy mintiendo. Te devolveré todo el dinero, palabra de honor. Por favor, ayúdame... No tengo a nadie más a quien recurrir…

—Yo... yo no puedo... —balbuceó Knut con angustia, recordando la mirada de Astrid, llena de dolor y rabia por su supuesta infidelidad.

Sabía que no podía volver
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