Capítulo 48

Ella sabía que estaba tirando al tacho de basura su orgullo y reputación de esposa fría, sin embargo, no podía detenerse, no podía detener el movimiento, el vaivén de sus manos sobre el falo duro y palpitante de su marido.

Está tan caliente, puede sentir como se pone cada vez más duro bajo su toque. Ahora el calor se esparce desde su piel a todos los rincones de su ser. En los cinco años que lleva casada con Knut, nunca lo había visto tan de cerca, nunca notó que esa enorme cosa estuvo dentro de ella antes, para concebir a Klas.

Para entonces, Astrid jadeaba con la boca abierta, como si corriera una maratón, pero en realidad solo estaba mortalmente excitada.

—Rápido…no quiero ser más paciente…—Ni siquiera tuvo vergüenza, porque esa voz tan necesitada y que sonaba urgente, era de ella. Era ella quien estaba suplicando como si fuese una animal en celo.

Knut echó la cabeza hacia atrás y se lamió los labios.

—Querida, si pudieras ver esto…—sonrió de medio lado—. Tu cara está toda sonrojad
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