Capítulo 39

El nombre de Marietta golpeó a Astrid como un rayo, haciéndola temblar de pies a cabeza. Sus oídos se pusieron alertas, buscando alguna explicación.

—¿Marietta? ¿Le diste cien de los grandes a Marietta? —preguntó con voz entrecortada, después de un largo silencio de incredulidad.

Knut la observó con extrañeza, sin entender por qué su enemiga estaba tan alterada. Pero no tuvo tiempo de indagar más, pues su esposa ya se había lanzado con sus tacones altos y su vestido deslumbrante hacia la salida del lugar, al darse cuenta de la situación. Él la siguió a prisa, sin perderla de vista. Al llegar junto a la pareja de recién casados, Astrid se pintó una sonrisa falsa en el rostro.

—Perdona, Natalia, pero creo que el pavo asado me ha sentado fatal…

Astrid sintió una punzada de rabia al ver el destello de compasión en los ojos de la mujer, como si supiera algo. ¡No tenía ni idea! Así que no le dejó tiempo para decir nada.

—Dale un beso a Monk de mi parte ¿Sí? ¡Hasta luego!

No se molestó en mi
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