PDV. Narrador.
Año 2010
Amelia tenía seis años y corría detrás el perro cazador ella y Paul su mejor amigo que tenía nueve años en ese entonces, estaban en el jardín de su casa un domingo con el sol resplandeciente, siendo seguidos de cerca por un par de nanas, cada uno tenía una persona que los cuidaba mientras sus padres asaban algo a la parrilla. sin pensarlo mucho Paul la levanto del suelo y secó sus lágrimas.
– No llores, yo te voy a cuidar – la miró decidido y cuando los alcanzaron le pidió a su niñera que trajera algo para ayudarla.
Nunca se apartó de ella, siempre la mantuvo tomada de la mano para darle valor, porque él era su caballero, ella lo llamó príncipe, pero él decía que los príncipes eran blanquitos y de ojos azules y él no era así, era fuerte moreno y valiente, así que él era su guerrero, quien siempre la iba a defender.
Amelia era muy pequeña para definir lo que sentía por Paul, pero si sabía que era más feliz cuando él estaba a su lado y él también al ser hijo único la niña más cercana había sido siempre Amelia su pelirroja, luego vino Juliana, pero era muy pequeña aun, apenas tres años.
– Así es cuídala hijo, porque cuando sean grandes será tu responsabilidad – decía el papá de Paul cada vez que veía que su hijo hacia algo heroico por la niña, su madre María Elena, siempre le decía que no era momento de hablar de eso.
Al año siguiente el perro de Amelia que tanto amaba falleció, ella estuvo llorándolo por una semana, hasta que su caballero apareció con un cocker spaniel muy similar, Paul les había pedido a sus padres que le compraran uno igual para dárselo a su amiga, lo que tardo fue en que trajeran al perro pues en la isla no había más y ese se lo habían traído los abuelos de Amelia de Escocia.
Ese había sido uno de los momentos más felices de la niña y supo que siempre podía contar con su amigo, el que le había espantado a una rana que le saltó una vez, y ella lo único que hacía por él era ayudarlo a estudiar.
Desde muy niña Amelia había desarrollado una capacidad numérica y una memoria fotográfica increíbles, siempre fue buena en sus estudios, fue avanzada de año en la escuela, por lo que solo iba un año detrás de su amigo Paul, el cambiar de la escuela a el liceo fue un cambio doloroso para ella en más de un sentido.
Año 2016
Llegó la pubertad para Paul, un nuevo liceo, nuevos amigos y pronto dejó de tener tiempo para su amiga y damisela, ya solo iba a verla cuando sus padres iban de visita o cuando tenía exámenes finales para que lo ayudara en matemáticas y lingüística. Amelia le dolía su lejanía, sin embargo, le alegraba el poco tiempo que pasaban juntos, se alegraba más cuando imaginaba que faltaba poco para alcanzarlo en la secundaria.
Una vez en el colegio ahora juntos de nuevo, la ilusión se le hizo pedazos, ella tenía ya doce años; por alguna razón desconocida no se había desarrollado por lo que seguía siendo muy flaca, sin ninguna curva en su cuerpo, todo lo contrario, a su hermana Julia quien con escasos nueve años ya había alcanzado ese hito en su vida y su cuerpo ya se estaba definiendo muy femenino.
No era de extrañar que Paul fuera el popular de la escuela, era el capitán del equipo de básquet y participaba en natación, por lo que su cuerpo ya estaba definido y con sus quince años ya se quitaba las adolescentes a sombrerazos. Un día estaba con su grupo cuando Amelia lo miró y quiso ir a saludarlo, sin embargo, antes de que ella lo alcanzara uno de los chicos molestos que estaba junto a Paul empezó a decirle.
– Pero miren quien viene allá, la cerebrito o mejor dicho la fosforito porque parece un palillo con la cabeza roja – todos rieron ante la burla, Paul tardó unos segundos en reaccionar y la chica que estaba a su lado le preguntó.
– Verdad que si guapo, se parece un fosforo – él la miró y todos se pusieron atentos a su respuesta.
Hasta Amelia que esperó hasta el último instante que la defendiera como siempre lo había hecho, pero esa vez lo cambió todo.
– Por supuesto, eso es lo que parece un fosforo – y por si eso no fuera lo suficientemente hiriente y él siempre debía dominar la escena agregó – debería volver a primaria, parece una niña, no se le ve ni una curva.
Todos volvieron a reír aún más fuerte y Amelia salió corriendo por donde venia, quería irse de ahí, nunca se había sentido tan humillada en su vida, pero lo que más le dolía es que Paul lo dijera, se sentó en el campo de futbol y lloró, tenía más clases así que no podía solo escapar.
Unos minutos más tarde sintió unos pasos acercándose a ella, se secó las lágrimas antes de alzar la cara hacia quien se había sentado a su lado sin decir una palabra.
– Discúlpalo, estoy seguro de que él no quería decir eso – defendió Federico a su amigo.
Federico Jiménez había entrado también ese año a la secundaria, era español, tenía un año más que Paul, pero estudiaban lo mismo debido a que los padres de Fede como era conocido viajaban mucho, era un chico centrado y simpático, en algunas ocasiones había ido con Paul a la casa de Amelia para que les explicara a ambos, él valoraba la inteligencia de la chica y sabia de lo cercanos que eran desde niños, por las fotografías que había en casa de ambos.
Federico venia de la cafetería cuando escuchó a Paul insultando a Amelia, le pareció muy injusto y al ver la reacción de la chica decidió disimuladamente seguirla, él era muy político, sabía que podía manejarse en ambas aguas, no como el bruto de su amigo que se había parcializado por los que menos le ayudaban, él sabía que ambos en algún momento necesitarían de la inteligencia de Amelia y a Federico le gustaba sacar buenas calificaciones más que destacarse en los deportes. Por lo que inteligentemente fue a pedir disculpas.
– No tienes por qué pedir disculpas si tú no estabas ahí, mucho menos por alguien que estoy segura ni te pidió que vinieras. – le respondió ella apenas mirándolo.
– Igual no me gustan las injusticias. – se encogió de hombros, no tenía caso defender lo indefendible ella sabía que Paul no tendría tiempo ni ganas de defenderla.
Esa misma semana Paul se daría cuenta de su error, le habían puesto un examen de matemáticas que debía aprobar, como siempre le escribió un mensaje a Amelia que lo ayudara, pero para su sorpresa y por primera vez recibió un No como respuesta.
Paul´Hola pelo rojo, ¿estas disponible para estudiar juntos? Tengo un examen importante la próxima semana´.
Esperó por casi una hora que se le hizo eterna, porque ella siempre le respondía de inmediato.Amelia
´Hola, no, lo siento estaré ocupada´.
Paul se quedó sorprendido ante su respuesta. Debía estar bromeando, así que la llamó. Amelia levantó una ceja al ver la llamada entrante en su teléfono, ni una vez en toda la semana le había escrito o llamado para disculparse, pero ahora que la necesitaba si. “pues se acabó lo que se daba pensó antes de contestar.– Hola Amelia, ¿qué hay?
– Hola Paul, todo bien.
– Me alegra, ¿Cómo que estas ocupada? Falta una semana dime cualquier día u hora y ahí estaré.
– Lo siento de verdad no puedo, tengo que estudiar también – quiso mantenerse serena, ella no le diría que estaba molesta con él por su falta de respeto y traición a su amistad de años.
– ¿Estudiar tú? Si le puedes dar clase a los profesores, por favor te lo pido.
– Paul no parecen cosas tuyas, acaso me estas rogando – preguntó ella con sorna – ya dije que no puedo.
Hubo un silencio detrás de la línea y él lo captó, debía estar molesta por lo del apodo.
– No me digas que estas molesta por lo de fosforito, fue solo una broma, por favor.
– Me esta entrado otra llamada, hablamos luego – el muy cretino no se había disculpado. Así que colgó sin dejarle hablar más.
El día del examen llegó Paul saco C- y Federico B+
– ¿Cómo fue que obtuviste esa nota? – le preguntó Paul incrédulo.
– Estudié – fue la única respuesta que recibió, no iba a decirle que había estudiado con Amelia.
El tiempo pasó llegaron los trece años de Amelia y su periodo nada que llegaba, tanto la familia Belmonte como los Villamizar se habían dado cuenta del distanciamiento de sus primogénitos, pensaron que podía ser algo temporal, pero pasaban los días y nada. Así que decidieron celebrar el cumpleaños número dieciséis de Paul en un velero solo con la familia para que se reconciliaran con un regalo que muy dedicadamente las madres de ambos le habían comprado a Amelia para que se lo diera, pero Paul invitó a sus amigos incluyendo a Estefanía Duran, quien se hacía llamar su novia en el liceo y la que había incitado a Paul a hablar sobre Amelia.
Amelia llegó con su familia llevaba in vestido color beige veraniego hasta los tobillos mangas cortas y con escote en forma de V que le llegaba hasta el inicio del estómago, su hermana Jimena le dijo que le quedaba perfecto, porque ella parecía a la modelo de Chanel que lo lució en la pasarela a la que habían asistido cuando estuvieron en Viena, lo acompaño con unas sandalias blancas, tres sets de collares y un sombrero color camel.
Amelia no estaba muy contenta de tener que ser la que le entregara a Paul el regalo en nombre de su familia, pero en algo tenía que ceder, ese verano quería ir a conocer los emiratos árabes unidos y si se rehusaba quizá le iba a costar más convencer a sus padres. Estuvieron un rato saludando, tomo una copa de champagne que le permitieron sus padres y se dirigió al camerino donde estaba Paul según le había indicado doña María Elena.
Tomó un sorbo de su bebida para tomar ánimo y justo cuando iba a abrir la puerta escuchó que estaban jugando verdad o reto, al parecer le había tocado a Paul porque escuchó cuando respondía “verdad”. Luego escuchó la pregunta.
– ¿Con que chica no te acostarías así te pagaran?
Hubo un silencio por un momento, hasta que Estefanía habló.
– Con ninguna porque conmigo tiene suficiente y el no necesita el dinero, ¿verdad baby?
Amelia giró los ojos, tomó el pomo del camarote y segundos después se quedó pasmada con la puerta a medio abrir.
– Con la fosforo.
Las carcajadas llenaron la estancia y nuevamente Estefanía habló.
– Por su puesto quien quisiera estar con un palo como ella, hasta una muñeca inflable tiene más vida.
Obviamente estaba de espaldas a la puerta y no la vió ahí parada, hubo varios que carraspearon hasta que Paul y ella se giraron y la vieron, el cumpleañero abrió los ojos de par en par y por un instante parecía apenado, por su parte la chica que estaba a su lado sonrió de lado y la quedó mirando retadora.
– Feliz cumpleaños Paul – dejó la caja que contenía el reloj Patek Philippe que él tanto le había pedido a sus padres. Se giró sin esperar las gracias y cerró la puerta.
PDV. Narrador.Amelia caminó varios pasos y se encontró con su hermana que venía con Federico ambos le preguntaron que le pasaba al ver lo roja que tenía la cara casi como el color de su cabello.– Es un patán de lo último, no debí aceptar darle ningún regalo, además no se ni porque se lo entregué, mejor me salía invertir eso en la bolsa. Dijo mientras pisaba fuerte y se iba a la proa a tomar aire fresco.Mientras tanto el juego siguió en la cabina, no sin antes pedirle a Paul que abriera el regalo que le habían traído, todos se quedaron asombrados cuando vieron el reloj plateado con fondo azul.– Eso vale como nueve mil dólares – exclamó uno de ellos quitándoselo de las manos, todos eran de familia adinerada, pero ninguno les llegaba si quiera de cerca a la riqueza que poseían los Villamizar.– Si es que es original claro – dijo con voz agria Estefanía.– Por supuesto que es original, ¿acaso no sabes quienes son los padres de Amelia? – le respondió con fastidio Paul, que en el moment
PDV Paul. – ¿Dónde está Estefanía? – le pregunté a mi padre luego de que me abrazara y me agradeciera por haber salvado a su amada ahijada. – Tu madre se la ha llevado a la cabina del capitán – me responde y me alza una ceja que dice que algo no está bien. Me voy corriendo hasta la cabina cuando escucho un motor andando, no me detengo hasta alcanzar a mi madre. – Hijo que bueno que ya salieron del agua y que rescataste a Amalia, ¿Cómo esta ella? imagino que asustada. – Yo también estoy bien madre, gracias por preguntar – le comenté con fastidio, toda la vida a sido lo mismo y no entiendo cuál es el amor y la insistencia con la pelo rojo. – Lo se tu eres mi campeón – me tomó de las mejillas como si aun fuera un niño haciendo caso omiso de mi molestia. – ¿Dónde está Estefanía? Padre me dijo que la habías traído hasta acá. – Ah, la niña esa, pues allá va – apuntó hacia el mar y me fije que iba el bote a motor con uno de los empleados y Estefanía. –¿Por qué se fue, que ha pasado m
Tanto Paul como Amelia, se distanciaron aún más, siempre, cada uno por su lado daba una excusa para no ir a casa del otro a no ser que fuera un evento que no se pudiera eludir como cumpleaños o aniversarios. Finalmente, a sus catorce años Amelia se desarrolló y parecía que su cuerpo solo estaba esperando ese evento para expandirse, su cintura quedo estrecha, sus caderas se ancharon, su trasero creció, solo su pecho no tuvo un cambio tan significativo, aunque quedo justo para su nuevo cuerpo y estatura, ella había sacado los genes escoceses de su familia materna. Amelia por comodidad y costumbre seguía usando la ropa ancha y así se mantuvo hasta su graduación que ocurrió un año después, ya Paul se había ido a la universidad, pero ella que ni por equivocación quería seguirle los pasos les había pedido a sus padres irse a los Emiratos Árabes a estudiar negocios internacionales, lo que no esperaban ni Bonnie ni Rodrigo, aunque no les extrañó porque su hija era una eminencia con los núm
– Oh disculpa, no te vi – dijo la chica con una abaya beige cuando tropezó a Amelia y la mojo con café que por suerte era frio. – Si supongo que debo ser transparente o tu ciega – le respondió la atacada conteniéndose porque lo que quería era arrancarle el cabello con todo y hijab. – Típica latina que se cree que es el centro del universo y todos tienen que verla. – sin verla le habló a las tres chicas que la acompañaban. – ¿Cuál es tu problema? en mi vida te había visto. La otra chica se puso roja de ira, ella era la hija de un jeque y de las más populares de la universidad y no iba a venir esa recién llegada a quitarle su puesto y mucho menos a hacerla sentir ignorada, así que le lanzó de vuelta. – Sera que en el país donde vives hay internet? O no sabes usar las r.r.s.s? – se rio y las demás la imitaron. Ah ya lo entiendo, por eso no te conozco, realmente no pierdo mi tiempo en las r.r.s.s, se me dan mejor los libros y los trabajos de investigación. Con permiso. Amelia no pen
Un año después. – Amelia – la interrumpió Hafid de su lectura en la biblioteca – puedo sentarme un rato, quiero preguntarte algo. – Seguro, toma asiento – le señaló la silla frente a ella. Nervioso se sentó y le sonrió. – Sabes que tenemos un poco más de un año conociéndonos – Amelia asintió. – Y bueno tú me pareces una chica hermosa e inteligente, y me gustaría que me dieras la oportunidad de cortejarte. ¿Cortejarte? Se repitió en la mente Amelia y se rio por dentro le parecía lindo, pero aun así podía ver la diferencia de tratos entre los occidentales y los árabes. –Y comprometernos en un futuro. ¿Qué dices? –Bueno Hafid, tu me pareces muy guapo y me gusta estar contigo, puedo dejar que me cortejes, sin embargo, eso de comprometernos es un futuro lejano para mí, no he cumplido aun ni diecisiete años y no esta en mi mente un compromiso ahora. –Dieciséis, estas en la edad perf… – Amelia le levantó la mano para que no siguiera. –Ya se lo que me vas a decir, aquí es común, pero
Amelia estaba en la biblioteca estudiando cuando escuchó el casi murmullo de sus compañeras de mesa. –Uy mira quien viene allá, que habrá hecho esta vez – le decía una chica española a otra local. –No lo sé, pero lo que sea que haya hecho fue una ofensa grande, para que el castigo sea toda de negro. –Lo de la magnitud lo sabremos dependiendo de los días que pase viniendo así. –Shuu, a esta cerca – finamente dijo la emiratí. Amelia no solía involucrarse en conversaciones ajenas y menos si era de chismes, pero por alguna razón tuvo curiosidad de voltear para saber de quién hablaban, quizá sería por la palabra castigo y la cultura donde estaba, de todas formas no tardo mucho en ver a una chica con una abaya completamente negra y un niqab, solo se le veían los ojos, algo que en este país a pesar de ser principalmente musulmán se ve muy poco debido a la gran cantidad de extranjeros que lo ocupan y en líneas generales las mujeres son más actuales usan la gran mayoría el hiyab.
– Feliz aniversario bella, – la voz de Hafid suave la había tomado de espalda y le ponía en frente una caja rectangular azul – espero que te guste – se puso de frente y le dio un casto beso en los labios. – Para que me recuerdes aun cuando estés lejos – exclamó el joven tomándole el cabello rojo hacia un lado para colocarle la cadena de oro con varios dijes que incluían un camello, y par de edificios representativos de los Emiratos Árabes, el Burj al Arab, Y el Burj Khalifa. –Me encanta gracias cariño – le abrazó y así se fueron caminando hacia el estacionamiento. Amelia que se encontraba caminando por unos de los pasillos de la universidad, aún no le había comprado nada a su novio por su primer año juntos, lo había olvidado, estaba entre el estudio y el cómo convencer a su padre que la dejara terminar la carrera ahí. –Amelia– la llamaba por tercera vez Hadid. –¿Sí? – donde estás que no me estás escuchando te he llamado tres veces. – Lo siento tengo muchas cosas en la cabeza
PDV Paul. –Oh si, si Paul, eres el mejor – gemía la rubia que se encontraba cabalgándome, mientras la tenía tomada por las caderas para controlar el ritmo, ya quería terminar, tenía una reunión en el banco. –Llega para mi hermosa – la animé y no paso mucho tiempo cuando sus gritos llenaron la habitación del hotel. Algunas embestidas más hicieron falta para que vaciara mi esencia en el preservativo y me salí rápido de ella para dirigirme al baño y alistarme, al salir Arianna estaba ya vestida. –Me llevas? total vamos al mismo sitio – pidió sonreída. Asentí y salimos del hotel rumbo a la oficina. En silencio recorrimos las calles de la isla para llegar a la sede principal del banco, de pronto pensé en Estefanía, tenía varios mensajes de ella, pero los había ignorado. –¿Por qué no te has comprometido con Estefanía? – preguntó Arianna. Yo no necesitaba mentir, todas las chicas con las que me acostaba sabían que yo estaba con Estefanía, no tengo la culpa de que aun así me abrieran la