¿quien adivina que es el regalo?
PDV Amelia. –¿Que, que quiere decir esto? – pregunté queriendo que me dijeran que yo estaba entendiendo mal o que era una broma. –Que dimos nuestra palabra que te casarías con Paul, hija – respondió mi padre. Salió de mí una risa casi histérica – sí, claro, déjenme decirles que es una broma de muy mal gusto. Estaba agarrando el portarretrato tan fuerte que de seguro mis nudillos estaban blancos, mi madre me miraba como pidiéndome que me calmara, mientras negaba con la cabeza. –No lo es Amelia, tu muy bien sabes lo importante que son tus padrinos para nosotros, son como nuestros hermanos desde hace muchos años, y decidimos que lo mejor para la próxima generación de nuestra familia es que nuestros primogénitos se casen y formemos una familia ahora de sangre. Podía sentir como mis ojos se abrían y cerraban como locos, esto no me podía estar pasando a mí, ¿será que estaba soñando? –En que siglo crees que estamos padre? – sabia que mi tono de voz estaba mas alto que lo que jamás le h
PDV Amelia. Tenia que volver a casa, a quien quería engañar, no podía huir, si mi madre toma té con la presidenta de la isla y mi padre juega golf con el gobernador, solo era cuestión de una llamada para que supieran que yo estaba con mi nana, yo no había llevado teléfono ni nada, pero era predecible, al estar todas mis amigas en la que se suponía era mi fiesta, el único lugar al que podía ir era a los brazos de la anciana que había ayudado a mi madre a cuidarme desde que nací. –Mi niña – llamo mi atención mi nana – sabes que me encantaría que te quedaras aquí para apapacharte, pero sabes que tienes que irte, tus padres están preocupados, doña Bonnie me llamó, le dije que estas bien, pero luego llamé a Fernando para que te venga a buscar, no deberías de manejar con esos tragos encima. –Esta bien nana, gracias – suspiré, ya me había desahogado. Mas tarde, llegué a casa me cambien a un vestido amarillo corto y bajé regia, nadie mas me iba a ver llorar y mucho menos el patán con el qu
PDV Hafid. Había pasado una semana, una terrible semana, a decir verdad, así como todo iba bien de un momento a otro todo se fue al carajo, Amelia me había comentado que sus padres la querían de regreso antes de los tres años que habían acordado que pasara aquí estudiando, sin embargo, jamás me pasó por la mente que vinieran un buen día y se la llevaran de la nada. Lamenté haberme ido al desierto ese fin de semana, quizá no iba a hacer que los padres de Amelia cambiaran de parecer y la dejara, pero por lo menos nos hubiésemos despedido o quizá la hubiese llevado a casa para calmar los ánimos de mi familia que ahora estaban desbordados. Recuerdo ese regreso, a decir verdad, había pasado un buen tiempo con mis tíos, primos, mi padre y hermano, aun cuando como siempre seguían las burlas de que no había conseguido comprometerme, solo que esta vez mi papá salió a mi defensa que una latina estaba derretida por mí y pronto nos comprometeríamos. Cosa que no era tan alejado de la realidad,
PDV Paul. El día de ayer fue extenuante, no solamente la mal criada de Amelia casi me tira al piso al meterme el pie para que me tropezara, sino que me lleve la mala noticia que ella es la socia mayoritaria por lo que será la presidenta de la empresa y yo el vicepresidente, recuerdo su amplia sonrisa, recuerdo mis reacciones la primera fue bajar mis manos de la mesa para cerrarlas en puño y la otra de mi miembro con vida propia que vibro al verle su hermosa sonrisa. Iba gruñendo yo solo en mi auto, cuando me frené por el cambio de luz del semáforo a rojo y una música alta me sacó de mi amargura. –Quien puede estar con ese escándalo a esta hora – casi grité al mirar el retrovisor de mi auto para fijarme de donde provenía la música, me quedé de piedra al ver el carro de mis sueños justo de tras de mí y manejándolo otra persona. Un lamborghini Sián Roadste color verde, hacía menos de un mes que mi padrino lo había importado, de hecho, eran dos, pero uno de ellos ya estaba reservado. M
PDV Narrador. Había pasado un mes y tanto Amelia como Paul seguían sin soportarse, solo se hablaban lo justo y necesario para alguna firma de documento o decisión a tomar. Cada uno quería ganar sobre el otro cuando estaban solos, mientras que cuando estaban sus padres disimulaban un poco. La sal en el café de Amelia había sido el inicio de una guerra silenciosa, ella esperó cuatro días para que Paul bajara la guardia y para hacerlo más épico, lo haría durante una reunión con unos proveedores de motos de agua, días previos había comprado tazas personalizadas para todos y se las había dado a la chica que les servía el café para que siempre las usara adecuadamente, es decir ella sabría al ver la taza que esa era la de Paul. Inició la reunión con la presentación de la empresa, como era ya de costumbre los padres se sentaban en la parte izquierda de la mesa de reuniones, Amelia en la cabecera y Paul a su derecha. Espero que tomara el primer sorbo de café, luego apenas vio como Paul y los
PDV Narrador. Paul aceptó solo porque quería encontrar la manera de vengarse. Amelia iba a reclamarle a su hermana, pero esta la miró y le guiñó un ojo. Eso le daba entender que había una razón para haber arruinado su salida, a pesar de que solo tenía catorce años Juliana era astuta para armar planes sobre la gente. Así que lo dejó pasar. Los tres salieron del edificio para encontrarse con Federico en el restaurant que él había elegido, en el auto, Amelia le preguntó a su hermana. –¿Para qué lo invitaste? –Para que ganes puntos con tus papás por su puesto, tienen los ojos puestos en ti y en cómo te llevas con Paul, si siguen peleándose y demostrando lo que se odian, los van a casar más pronto que tarde y se acercan mis quince años no vas arruinar mi mega fiesta con tu boda obligada. –No va a haber ninguna boda. –No veo ningún plan para evitarlo, así que mientras que nuestros padres vean que te llevas bien con él se relajaran y dejaran de presionar mientras te inventas como salir
PDV. Amelia. ¿Me creerían si les digo que mi peor pesadilla, empezó antes de que yo naciera? Por allá por el año 1979, mis padres estaban viviendo aun en España, estaban recién graduados y habían decidido irse de viaje por un mes a un país lejano y que no conocieran, así que según la historia que cuentan, mi padre le dijo a mi mamá. – Gira el globo terráqueo y coloca el dedo donde caiga ahí iremos. Mi madre muy emocionada lo giró varias veces y su dedo lo puso en el mar caribe en sur América, lo más cerca que quedaba de su dedo era una isla muy pequeña llamada Curazao, y ahí se fueron a pasar unas supuestas vacaciones. Mi padre es ingeniero automotriz y mi madre tiene una maestría en negocios, ambos se conocieron en la universidad apenas mis abuelos fueron a trabajar desde Escocia a España. Fue amor a primera vista ella pensó que era el amor de su vida y él que no quería otra mujer más sino ella. Decidieron casarse al estar graduados e iniciar un negocio de talleres de vehículos
PDV. Narrador. Año 2010 Amelia tenía seis años y corría detrás el perro cazador ella y Paul su mejor amigo que tenía nueve años en ese entonces, estaban en el jardín de su casa un domingo con el sol resplandeciente, siendo seguidos de cerca por un par de nanas, cada uno tenía una persona que los cuidaba mientras sus padres asaban algo a la parrilla. sin pensarlo mucho Paul la levanto del suelo y secó sus lágrimas. – No llores, yo te voy a cuidar – la miró decidido y cuando los alcanzaron le pidió a su niñera que trajera algo para ayudarla. Nunca se apartó de ella, siempre la mantuvo tomada de la mano para darle valor, porque él era su caballero, ella lo llamó príncipe, pero él decía que los príncipes eran blanquitos y de ojos azules y él no era así, era fuerte moreno y valiente, así que él era su guerrero, quien siempre la iba a defender. Amelia era muy pequeña para definir lo que sentía por Paul, pero si sabía que era más feliz cuando él estaba a su lado y él también al ser hijo