PDV Paul.
– ¿Dónde está Estefanía? – le pregunté a mi padre luego de que me abrazara y me agradeciera por haber salvado a su amada ahijada.
– Tu madre se la ha llevado a la cabina del capitán – me responde y me alza una ceja que dice que algo no está bien.
Me voy corriendo hasta la cabina cuando escucho un motor andando, no me detengo hasta alcanzar a mi madre.
– Hijo que bueno que ya salieron del agua y que rescataste a Amalia, ¿Cómo esta ella? imagino que asustada.
– Yo también estoy bien madre, gracias por preguntar – le comenté con fastidio, toda la vida a sido lo mismo y no entiendo cuál es el amor y la insistencia con la pelo rojo.
– Lo se tu eres mi campeón – me tomó de las mejillas como si aun fuera un niño haciendo caso omiso de mi molestia.
– ¿Dónde está Estefanía? Padre me dijo que la habías traído hasta acá.
– Ah, la niña esa, pues allá va – apuntó hacia el mar y me fije que iba el bote a motor con uno de los empleados y Estefanía.
–¿Por qué se fue, que ha pasado madre?
La he enviado a su casa.
– ¿Qué has hecho que? – le alcé la voz a mi madre – ella es mi invitada además es mi novia no tenías derecho a correrla.
– Y tú no tienes derecho a alzarle la voz a tu madre jovencito, así que l vas bajando ahora mismo – escuché la voz de mi padre a mi espalda. Crucé los brazos en mi pecho esperando una respuesta.
Hubo un cruce de miradas entre mis padres que no entendí, mi madre solo asentó con la cabeza y luego me miró.
– A esa chica no la quiero ni aquí ni en mi casa, no suerte no ira a la cárcel.
– ¿Qué? – cada vez todo me parecía más extraño.
– Ella fue quien empujó a Amelia al mar, lo acabamos de ver por las cámaras – mis ojos se abrieron de par en par y negué con la cabeza.
Una cosa era burlarse de Amelia, cosa que yo he participado y he permitido y otra muy distinta era lanzarla al mar en un bote andando, como fue capaz de eso, por suerte Amelia sabe nadar muy bien, desde pequeña estuvo en clases de natación y eso es algo que dudo mucho Estefanía supiera.
– Hablaremos en casa, anda a cambiarte ahora, tenemos invitados que atender y una fiesta que seguir – interrumpió mis pensamientos mi madre, solo asenté y me fui a cambiar.
A la hora siguiente la música estaba alta, todos estaban animados, como si nada hubiese pasado, intente buscar con la mirada a Amelia mas de una vez, no para pedirle disculpas porque yo no le había hecho nada, bueno si, salvarla a lo que ella respondió de muy mala manera, lo cierto es que se mantuvo cerca de su familia y me volteaba los ojos cada vez que nuestras miradas se encontraban, claramente ya no era su amigo favorito.
Para el momento de cantar cumpleaños me acerqué a los Villamizar para agradecerles por su obsequio, pero Amelia se había esfumado. Ya no le di importancia y estaba planeando irme de fiesta a un antro con mis amigos al llegar a tierra, planes que fueron echado por tierra por mi padre apenas atracamos en el muelle de la parte trasera de mi casa.
– Al despedir a todos te espero en mi despacho.
– Papá sigo de cumpleaños, me voy con mis amigos a De Steeg, hablamos mañana.
– Te espero en mi despacho una vez que despidas a todos tus amigos – dijo con voz baja pero helada y pasó de mi para seguir su camino a casa.
– Está bien padre – dije más para mí, él no esperaba mi respuesta, había sido una orden.
– ¿Nos vamos? – preguntó Federico entusiasmado.
– Adelántense ustedes, los alcanzaré luego, mi padre quiere conversar algo conmigo.
– ¿Justo ahora? no puede ser mañana.
– Al parecer no – dije con fastidio. Eran mi cumpleaños dieciséis, quería divertirme no escucharles un sermón a mis padres.
Una vez se fueron todos, me dirigí a la oficina de mi padre tal como él me lo había pedido, di un respiro profundo antes de girar la perilla de la puerta, algo me decía que no iba a ser una conversación de mi gusto.
– Toma asiento hijo – mi madre me señalo la silla frente al escritorio de mi padre, mientras ella estaba casualmente sentada en el posa brazos del lado derecho de la silla de mi padre.
– Me están asustando – dije tomando asiento.
– ¿Acaso hiciste algo malo para estar asustado? – mi padre achico los ojos.
– Pues no, pero hace mucho que no me llaman al despacho y están los dos juntos.
– Es solo que es algo importante para nuestra familia y tanto tu padre como yo pensamos que es hora de que lo sepas. – mi madre estaba algo sonreída.
Alcé mis dos cejas asombrado, por su cara no parecía ser algo trágico o eso quería yo pensar. Observé a mi padre tomar un portarretratos en vidrio y justo cuando me lo iba a extender, mi madre lo detuvo.
– Espera un momento querido – le guiñó el ojo a mi padre. – Paul, tu padre y yo te hemos contado como nos casamos, ¿lo recuerdas?
Me quedé recordando un momento, ciertamente me lo habían contado, pero hacía mucho que no lo hacían así que dije lo primero que me acordé.
– Que el abuelo Paul los casó. – mi madre me hizo un mohín quizá esperaba la historia completa.
– No nos casó, tus abuelos, tanto los padres de tu papá y mis padres se hicieron socios cuando apenas yo tenía diez años y tu padre siete, su sociedad se extendió a una amistad y para cuando entramos a la universidad nos informaron que estábamos comprometidos a casarnos. – mi padre la interrumpió.
– Cosa que yo le agradecí, porque siempre estuve enamorado de tu madre, pero era muy tímido para declararle mi amor – se miraron como siempre lo hacían y se dieron un beso en los labios y antes de que se pusieran más cariñosos carraspee.
– Bueno para no hacerte el cuento mas largo decidimos casarnos al finalizar nuestros estudios y seguir fortaleciendo la corporación que nuestros padres nos heredaron, y aquí nos ves veinte años después felices y continuando con el legado.
– Lo sé – dije referente a que seguían en el negocio y felices, pero seguía sin entender a que me habían llamado justo el día de mi cumpleaños, cuando se suponía que debía estar tomando y bailando. – lo que no se es el punto al que quieren llegar con esta historia.
– En la enseñanza que te hemos dado, los patrones de éxitos se repiten, así que hemos decidido con quien te vas a casar.
Salió de mi una risa media histérica – ¿Están bromeando cierto? – ambos me miraron muy serios y ahora si mi padre me extendió lo que tenia en su mano que minutos atrás mi madre lo había detenido de entregarme. – ¿y con quien se supone que me voy a casar? – pregunté antes de darle la vuelta y quedar en shock al leer.
´Yo Paul Belmonte y yo Rodrigo Villamizar en presencia y acuerdo con nuestras esposas María Elena de Belmonte y Bonnie Brown, acordamos que al nacer nuestros primogénitos de ser sexos opuestos contraerán matrimonio una vez terminen sus estudios universitarios, de ser ambos el mismo género deberán asociarse en un negocio relativo al nuestro¨ Willemstad, Curazao. Noviembre 1973.
Estaba la firma de los cuatro en la pagina de un talonario de un hotel, la cual se había conservado porque la tenían enmarcada en vidrio desde esa época.
– ¿De verdad pretenden que me case con la pelo rojo? Si ella me odia – fue lo primer que me salió y de verdad no se ni por qué, si tenia unas diez razones delante de esa para no casarme con esa niña.
– Si pretendemos. – estoy segura de que ella no te odia. – dijeron mis padres al unísono.
– Esperábamos hablar de esto con ambos cuando llegaran a la mayoría de edad, pero en vista d ellos acontecimientos de hoy tu madre y yo decidimos decírtelo antes porque no puedes volver a permitir que ninguno de tus amigos ni nadie maltrate a Amelia. ¿entendido? – habló mi padre con autoridad.
Al no ver reacción en mí, mi madre tomó la palabra.
– Hijo sé que de buenas a primeras esto te puede caer como un balde de agua fría, a mi me pasó, pero creemos que Amelia es la mejor chica para ti, y estamos seguros que en el futuro se entenderán, se amarán y harán un excelente equipo para seguir con el legado nuestro y el de los Villamizar.
– Esto no es un balde de agua fría mamá, es un mar de agua fría.
– En el que te vas a bañar feliz porque algo que ha caracterizado a los Belmonte por centenares de años es cumplir con nuestra palabra.
– ¿Acaso firmaron un contrato o algo así?
– No, por lo mismo que te acabo de decir mi firma y mi palabra valen con o sin contrato y eso mismo espero de ti al ser mi único hijo y heredero.
– ¿Me puedo ir a mi habitación?
Mi padre se inclinó hacia su escritorio como para decirme no supe qué más y mi madre le puso la mano en el hombro.
– Si, puedes irte, supongo que querrás pensar en el asunto, solo recuerda que no debes ser tu quien se lo diga a Amelia, eso es cosa de sus padres y a sus dieciocho años de edad como era el plan inicial, a menos que ellos decidan otra cosa como lo hemos hecho nosotros.
Asenté con mi cabeza y salí de ahí, ¿Qué podía hacer? Gritar, decir que no, era como si me hubiesen sentenciado sin derecho a nada.
Tanto Paul como Amelia, se distanciaron aún más, siempre, cada uno por su lado daba una excusa para no ir a casa del otro a no ser que fuera un evento que no se pudiera eludir como cumpleaños o aniversarios. Finalmente, a sus catorce años Amelia se desarrolló y parecía que su cuerpo solo estaba esperando ese evento para expandirse, su cintura quedo estrecha, sus caderas se ancharon, su trasero creció, solo su pecho no tuvo un cambio tan significativo, aunque quedo justo para su nuevo cuerpo y estatura, ella había sacado los genes escoceses de su familia materna. Amelia por comodidad y costumbre seguía usando la ropa ancha y así se mantuvo hasta su graduación que ocurrió un año después, ya Paul se había ido a la universidad, pero ella que ni por equivocación quería seguirle los pasos les había pedido a sus padres irse a los Emiratos Árabes a estudiar negocios internacionales, lo que no esperaban ni Bonnie ni Rodrigo, aunque no les extrañó porque su hija era una eminencia con los núm
– Oh disculpa, no te vi – dijo la chica con una abaya beige cuando tropezó a Amelia y la mojo con café que por suerte era frio. – Si supongo que debo ser transparente o tu ciega – le respondió la atacada conteniéndose porque lo que quería era arrancarle el cabello con todo y hijab. – Típica latina que se cree que es el centro del universo y todos tienen que verla. – sin verla le habló a las tres chicas que la acompañaban. – ¿Cuál es tu problema? en mi vida te había visto. La otra chica se puso roja de ira, ella era la hija de un jeque y de las más populares de la universidad y no iba a venir esa recién llegada a quitarle su puesto y mucho menos a hacerla sentir ignorada, así que le lanzó de vuelta. – Sera que en el país donde vives hay internet? O no sabes usar las r.r.s.s? – se rio y las demás la imitaron. Ah ya lo entiendo, por eso no te conozco, realmente no pierdo mi tiempo en las r.r.s.s, se me dan mejor los libros y los trabajos de investigación. Con permiso. Amelia no pen
Un año después. – Amelia – la interrumpió Hafid de su lectura en la biblioteca – puedo sentarme un rato, quiero preguntarte algo. – Seguro, toma asiento – le señaló la silla frente a ella. Nervioso se sentó y le sonrió. – Sabes que tenemos un poco más de un año conociéndonos – Amelia asintió. – Y bueno tú me pareces una chica hermosa e inteligente, y me gustaría que me dieras la oportunidad de cortejarte. ¿Cortejarte? Se repitió en la mente Amelia y se rio por dentro le parecía lindo, pero aun así podía ver la diferencia de tratos entre los occidentales y los árabes. –Y comprometernos en un futuro. ¿Qué dices? –Bueno Hafid, tu me pareces muy guapo y me gusta estar contigo, puedo dejar que me cortejes, sin embargo, eso de comprometernos es un futuro lejano para mí, no he cumplido aun ni diecisiete años y no esta en mi mente un compromiso ahora. –Dieciséis, estas en la edad perf… – Amelia le levantó la mano para que no siguiera. –Ya se lo que me vas a decir, aquí es común, pero
Amelia estaba en la biblioteca estudiando cuando escuchó el casi murmullo de sus compañeras de mesa. –Uy mira quien viene allá, que habrá hecho esta vez – le decía una chica española a otra local. –No lo sé, pero lo que sea que haya hecho fue una ofensa grande, para que el castigo sea toda de negro. –Lo de la magnitud lo sabremos dependiendo de los días que pase viniendo así. –Shuu, a esta cerca – finamente dijo la emiratí. Amelia no solía involucrarse en conversaciones ajenas y menos si era de chismes, pero por alguna razón tuvo curiosidad de voltear para saber de quién hablaban, quizá sería por la palabra castigo y la cultura donde estaba, de todas formas no tardo mucho en ver a una chica con una abaya completamente negra y un niqab, solo se le veían los ojos, algo que en este país a pesar de ser principalmente musulmán se ve muy poco debido a la gran cantidad de extranjeros que lo ocupan y en líneas generales las mujeres son más actuales usan la gran mayoría el hiyab.
– Feliz aniversario bella, – la voz de Hafid suave la había tomado de espalda y le ponía en frente una caja rectangular azul – espero que te guste – se puso de frente y le dio un casto beso en los labios. – Para que me recuerdes aun cuando estés lejos – exclamó el joven tomándole el cabello rojo hacia un lado para colocarle la cadena de oro con varios dijes que incluían un camello, y par de edificios representativos de los Emiratos Árabes, el Burj al Arab, Y el Burj Khalifa. –Me encanta gracias cariño – le abrazó y así se fueron caminando hacia el estacionamiento. Amelia que se encontraba caminando por unos de los pasillos de la universidad, aún no le había comprado nada a su novio por su primer año juntos, lo había olvidado, estaba entre el estudio y el cómo convencer a su padre que la dejara terminar la carrera ahí. –Amelia– la llamaba por tercera vez Hadid. –¿Sí? – donde estás que no me estás escuchando te he llamado tres veces. – Lo siento tengo muchas cosas en la cabeza
PDV Paul. –Oh si, si Paul, eres el mejor – gemía la rubia que se encontraba cabalgándome, mientras la tenía tomada por las caderas para controlar el ritmo, ya quería terminar, tenía una reunión en el banco. –Llega para mi hermosa – la animé y no paso mucho tiempo cuando sus gritos llenaron la habitación del hotel. Algunas embestidas más hicieron falta para que vaciara mi esencia en el preservativo y me salí rápido de ella para dirigirme al baño y alistarme, al salir Arianna estaba ya vestida. –Me llevas? total vamos al mismo sitio – pidió sonreída. Asentí y salimos del hotel rumbo a la oficina. En silencio recorrimos las calles de la isla para llegar a la sede principal del banco, de pronto pensé en Estefanía, tenía varios mensajes de ella, pero los había ignorado. –¿Por qué no te has comprometido con Estefanía? – preguntó Arianna. Yo no necesitaba mentir, todas las chicas con las que me acostaba sabían que yo estaba con Estefanía, no tengo la culpa de que aun así me abrieran la
PDV Amelia.Luego de la cena en casa de los padres de Hafid hablé con él.–Hafid, sabes que te quiero, pero pensé que habíamos quedado claros con el tema del matrimonio, de verdad fue muy incómodo la conversación sobre eso con tus padres.–Lo siento cariño es que están tan contentos de que este contigo, ellos ya te quieren y yo solo te veo siendo mi esposa, hablaré con ellos – me sonrió tan tierno que no pude seguir reclamándole más.El tiempo sigo fluyendo, así como nuestra relación, aunque seguíamos sin avanzar más en cuanto a lo físico se refería, pero ya me había adaptado, mis calificaciones eran las mejores y se acercaba el tiempo de hablar con mi padre sobre quedarme a terminar la carrera aquí, pero una tarde al recibir una llamada de doña Samia invitándome a tomar un té me puso a pensar si lo mejor era regresar a casa para evitar estos encuentros incomodos.Había aceptado su invitación más por la insistencia de Hafid que por ella, pero ahí estaba entrando a un lindo café cuando
PDV Narrador. En la azotea del banco de Curazao en un solar decorado y con la mesa servida de deliciosa comida estaban Paul Belmonte y Rodrigo Villamizar, con sus respectivas esposas disfrutando de un almuerzo juntos y deleitándose con la hermosa vista del mar y de los barcos de crucero que siempre engalanaban la isla y la llenaban de turistas. –¿Como esta Paul, que tal le ha ido con sus pasantías en el banco? – preguntó Rodrigo a sus amigos y compadres. –Pudiera estar mejor, pero tengo fe que una vez se case asiente un poco mas la cabeza ese muchacho. – le confesó el padre que pensaba que su hijo le estaba sacando canas al no responder como él esperaba con respecto a los negocios. –Hablando de asentar cabeza – esta vez fue Bonnie quien habló – Me tiene inquieta que pronto Amelia regresa y Paul lleva mucho tiempo con esa chica de novia. –Nada de que preocuparse Bonnie, ya me encargué de eso, Paul dejara a esa chica esta misma semana, sino es que ya lo hizo.