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Lilly Trabajar sentada gran parte del día iba a ocasionar que mi espalda quedara molida antes de llegar a los treinta años. Sin embargo, renunciar a mi puesto en el banco era lo último que deseaba. Este empleo apenas me permitía mantener a mi hijo y pagar las facturas y el alquiler, pero era algo seguro y estable. Ahora más que nunca debía aferrarme a esto. Byron nunca más iba a volver. Ya habían pasado muchos meses desde que le envié esa carta y nunca la había respondido. O tal vez siguiera viajando por el mundo, ignorando su casilla de correo que tenía en Nueva York. Tan solo esperaba que no sospechara que era yo.—Lilly, tu celular está vibrando —me susurró Lindsay, mi compañera—. Deberías apagarlo o contestar.—Eh…—Ahora no viene ningún cliente. Ve al baño o algo.—Gracias —susurré.Tomé mi celular de la bolsa y me retiré discretamente de la sala de ventanillas, donde atendíamos a los clientes. Mi gerente estaba en su cubículo y alzó la vista al verme.—Tengo que ir al baño —dij
Landon Algo de culpabilidad afloró en mí mientras empacaba mis cosas para mi viaje, el cual saldría esa misma noche. Byron no tenía a nadie más en quien apoyarse, y yo lo estaba dejando solo, pero ya no había marcha atrás. Estaba seguro de que él me entendería y que encontraría la manera de arreglárselas para solucionar las cosas con esa mujer. Deseaba de todo corazón que así sucediera y, a la distancia, yo también encontraría la forma de ayudarlo en su cometido.Una vez que cerré mi maleta, miré a mi alrededor. La habitación seguía como la había dejado y, sorprendentemente, su aroma todavía permanecía en el aire. Su ropa era lo que más lo conservaba, y a veces me pasaba horas pegado a las prendas que más usaba. Ella se había ido sin nada, lo que sugería que no había planeado lo ocurrido. Aun así, las dudas a veces me atormentaban y sentía una opresión en el pecho cuando imaginaba que ella era feliz con él. Sacudí la cabeza y caminé hacia el vestidor para tomar su bata de dormir, la
ByronTodavía no podía salir de mi asombro cuando Lilly y yo llegamos a una pequeña cafetería que se encontraba a unas cuantas calles del edificio en donde vivía. Intentaba comparar a esta hermosa chica con aquella sensual que me había hecho desearla como a nadie, pero en mi cabeza seguían siendo dos personas distintas. Lilly, mi Lilly, era un ser puro que no estaba hecha para que la tocaran de la forma en la que lo había hecho.Los dos permanecimos en silencio, mirándonos el uno al otro a través de una mesa que nos separaba. Los años solo la habían hecho más hermosa, aunque también lucía cansada y unas oscuras ojeras luchaban por atravesar la barrera del maquillaje.—¿Por qué, Lilly? ¿Por qué no querías verme? —pregunté cuando la voz finalmente pudo salir de mi boca—. ¿Por qué no me lo dijiste desde que lo descubriste?—Pensé que podría sola —soltó un suspiro—. Y bueno, tú te habías marchado, eras libre y no quería cortarte esa libertad.—Merecía conocer a mi hijo y ayudarte en todo —
LandonMi madre siempre había sido buena para las cuestiones de organización de viajes y, por tanto, me recordó sobre algunas cosas que debía hacer al llegar a Rusia, cosas que yo, con la cabeza centrada solo en Lyra, no podía pensar. Por suerte, había dejado todo listo para mi partida y me fui sin ataduras al aeropuerto, donde esperé mi vuelo en la sala exclusiva, evitando así tener que lidiar con el ruido infernal de las personas que iban de un lado a otro. Lo que más me afectaba era ver familias sonrientes que tenían una vida feliz por delante. Cada vez que veía a un padre sosteniendo a su hijo o besando a su mujer, me invadía una rabia asfixiante por no poder tener aquello. Había podido hacerlo, pero una serie de malas decisiones de parte de los dos nos habían puesto en este camino. Le di un trago más al café sin azúcar que había ordenado y me quedé mirando a la nada. Normalmente me gustaba observar las reservas de vino que exhibían en las paredes de este lugar, pero no tenía á
Lyra El día en que Thane me había entregado a mis bebés, fui la mujer más feliz del mundo. Sin embargo, también fue el día más extraño, porque, aunque el personal seguía ayudándome, ahora tenía que hacer prácticamente muchas cosas sola. Era muy difícil lidiar con los cólicos de Amelie y la gran demanda de comida de Antonio, que era el que me daba la impresión de que crecía más rápido. A veces me preocupaba tal cosa, pero el pediatra siempre me tranquilizaba, así como los progresos de mi hija, que era muy despierta para su edad. Incluso ya estaban saliéndole sus primeros dientes, mientras que a su hermano todavía no. —Me gustaría bautizarlos —le dije a Thane cuando vino a verme a mi habitación, luego de llegar de su viaje—. Sé que tienen seis meses y que habría sido conveniente cuando recién nacieron, pero… —Se hará todo lo que tú quieras —sonrió mientras se acercaba. Todavía sentía un poco de recelo cuando él cargaba a los bebés, pero ellos se veían cómodos a su lado, así que no
ByronHabían pasado tan solo unos pocos días desde que supe la verdad sobre mi hijo y sobre Lilly, pero mi salud había mejorado bastante y tenía muchas más ganas de recuperarme. Mi padre estaba feliz de tenerme en casa, aunque no tanto con las reformas que estaba haciendo. Él seguía renuente a creer que yo tenía un hijo, pero estaba seguro de que se terminaría convenciendo en cuanto conociera a Hunter y viera más allá de esa fotografía.—Sí, quiero que el color sea verde —le dije a la diseñadora de interiores a la que había contratado—. A Hunter le gusta mucho. Y también quiero que pinten una gran carretera en la pared principal. A él le gustan los autos. —Hijo, ¿estás ocupado? —me preguntó mi padre, entrando en mi habitación, que pronto sería la de mi hijo. —Sí, un poco, pero puedes pasar. —Vaya, estás avanzando un poco rápido. ¿Acaso vas a cederle esta habitación a ese… niño? —Por supuesto que sí. Necesita un lugar donde dormir y nosotros tenemos habitaciones de invitados.
LandonQuien decía que el tiempo curaba todas las heridas estaba completamente equivocado. El tiempo no había curado las mías, tampoco me hacía resignarme; todo lo contrario, cada día era peor que el anterior, aunque me esforzara porque mis empleados y la gente a mi alrededor no lo viera así. Después de mis primeros meses en Rusia y de recorrer el país entero sin ninguna clase de éxito, decidí establecerme en el país y abrir una sucursal más de mis laboratorios. Mi búsqueda no había finalizado, pero estar aquí y tener progresos me parecía una provocación hacia Thane Wilder, que no había hecho absolutamente nada todavía para intentar derribar mi negocio. Por más logros, medicamentos y avances tecnológicos que implementaba, no conseguía provocarlo para que saliera de su escondite. No era que fuese a conseguir la localización de Lyra cuando lo tuviera enfrente, pero al menos necesitaba que sucediera algo, saber lo que pasaba. O tal vez que me matara de una buena vez para dejar de vivir en
LyraCuando la doctora me informó que Thane había accedido a que fuésemos al centro comercial todos juntos, apenas podía creerlo. Él era sumamente protector con todos nosotros y, aunque ya había salido un par de veces a la ciudad, nunca había ido con mis pequeños. Thane era el único que los llevaba de paseo, o a veces íbamos los cuatro juntos, pero jamás de esta forma. No era que no disfrutara de nuestras salidas con Thane, pero era consciente de que él no podía darse el lujo de ser tan libre como una persona normal y que nunca podíamos salir sin guardias. Salir por primera vez sin tanta parafernalia y con los guardias a la distancia era algo que me hacía sentir muy feliz. Thane confiaba mucho en la doctora, así como yo en ella. —Mami, por favor —insistió Antonio—. Quiero este, quiero este. —Sí, por supuesto, pero debe ser Ded Moroz quien lo traiga —le dije con una sonrisa. Puse en su lugar de nuevo aquel juguete. No solo tendría ese, sino toda la colección, pero quería que tod