Blaise llegó de visita a la casa de sus bisnietos, Noemí y Kelvin, con una sonrisa impregnada en su rostro. —¡Bisabuelo! —grito Noemí al verlo entrar.—¡Bisabuelo! —exclamo Kelvin con una sonrisa de oreja a oreja y se acercó para ayudarlo, mientras que su hermana corrió hacia él con emoción, abrazándolo con fuerza mientras le contaba todo lo que había hecho desde su última visita.—Noemí, cálmate, espera que el bisabuelo llegue y descanse —Kelvin trato de tranquilizar a su revoltosa hermanita, pero sin tener éxito.—Déjala, mis oídos no están cansados, así que no es molestia —respondió Blaise con su acostumbrado modo de expresarse.—ja, ja, ja.—¿Qué tal el viaje? —pregunto Gerald.—Normal, como siempre mocoso, ¿qué nuevo quieres que te cuente? Ya sabes cómo es eso de viajar.—Creo que ya no deberías de viajar tanto, tu edad avanza cada vez más.—No es necesario que me recalques lo viejo que estoy, eso ya lo sé —Blaise no perdió la oportunidad de darle un bastonazo a Gerald.—Abuelo,
El tiempo había pasado rápidamente, transformando a los niños en adolescentes y a los adolescentes en adultos.Alessia también se graduó con honores al terminar la primaria, y su personalidad tan extrovertida no pasaba desapercibida, siempre dejaba una huella en quien la conocía.Ya no era esa niña que corría de aquí para allá, ahora era toda una señorita. Estaba en plena etapa de transición entre la adolescencia y la adultez.Aunque conservaba rasgos juveniles, y su rostro aún mostraba la dulzura de la niñez, su cabello largo, lacio y brillante como el azabache, enmarcaba su rostro delicado, también le daba esa elegancia a su delgado cuerpo el cual ya mostraba indicios de la mujer en la que se convertiría, con una postura erguida y confiada.Por su parte, Kelvin también había sacado excelentes notas en la secundaria, así que decidió estudiar turismo, se considera amante de las aventuras, por lo que quería una carrera que estuviera de acuerdo a sus gustos.Su cuerpo también sufrió cam
Alessia regresó a su casa al día siguiente con los puños apretados y una expresión de furia en el rostro. Su madre, que estaba en la cocina preparando el almuerzo al verla entrar, pudo notar de inmediato que algo no estaba bien.Fanny, como toda madre, se percató del estado de ánimo de su hija en cuestión de segundos, ya que ella era una chica que desbordaba mucha alegría e incluso era muy extrovertida, así que decidió indagar qué le pasaba.—¿Estás bien, Alessia? —preguntó con tono suave y cariñoso mientras le ofrecía un vaso de jugo.Alessia fingió una sonrisa forzada y respondió con una simple oración, a la vez que ignoro la mano extendida de su madre con la bebida.—Sí, mamá, solo me siento un poco cansada.—¿Qué te sucede, Alessia? Estás muy callada, no eres así y no pareces estar de buen humor —preguntó su madre con preocupación, aun sosteniendo el vaso.Alessia se limitó a encogerse de hombros y murmurar entre dientes—Nada, mamá.Luego se dirigió a su habitación escapando así
Fanny se encontraba en su habitación, su mirada perdida en el vacío y una arruga de preocupación marcando su frente. Alexis, al notar la expresión de su esposa, se acercó con una taza de café caliente en la mano.—Amor, te veo preocupada. ¿Qué sucede?Fanny suspiró profundamente antes de responder.—Es Alessia… Hoy tuvo un arranque de ira y rompió el espejo de su habitación.La preocupación en la voz de Fanny era palpable. Alexis se sentó a su lado, ofreciéndole la taza de café como un pequeño gesto de consuelo.—¿Y qué crees que la haya llevado a hacer algo así? Cariño.Fanny tomó la taza entre sus manos, buscando calor en el café, el que necesitaba su corazón en ese momento.—No lo sé, mi amor, Sara piensa que ella está enamorada de su mejor amigo, así que le pregunté si había sido por Kelvin.**Flashback:**—Alessia, cariño, ¿rompiste el espejo porque estás enamorada de Kelvin? —pregunto Fanny por segunda vez.Alessia con una risa nerviosa negó.—¡Mamá, por supuesto que no! Kelvin
**Dos semanas después**Alexis decidió seguir el consejo de Sara y se encontró con Kelvin en un café local. La conversación fue casual al principio, pero gradualmente Alexis guio el tema hacia Alessia.—Kelvin, has sido amigo de Alessia por mucho tiempo, desde que ella nació se puede decir ¿Has notado algún cambio en ella últimamente? —preguntó con cautela.Kelvin reflexionó un momento antes de responder.—Bueno, sí. Ha estado un poco distante, y he notado que se molesta fácilmente, especialmente… cuando estoy con otras personas.—¿Y cómo te hace sentir eso? —indagó Alexis.—Me preocupa, claro. Alessia es como mi hermana menor. Quiero lo mejor para ella, y no me gusta verla así.Alexis asintió, satisfecho, con la respuesta de Kelvin.—Gracias, Kelvin. Si notas algo más, ¿me lo dirías?—Por supuesto, tío Alexis. Cualquier cosa por Alessia.Con esa conversación, Alexis sintió que había dado un paso en la dirección correcta. Ahora, con la perspectiva de Kelvin y la intuición de Sara, pod
Meses después.—Amiga, quiero ir de fiesta el próximo fin de semana.—¿A dónde? —Pregunto Rebeca.—A la discoteca, recuerda, ya soy mayor de edad.—Cierto, me habías comentado que querías ir.—Ustedes siempre van, y no me invitan.—Ya sabes el porqué, no es que seamos malos.—Sí, lo sé, tranquila.—¿Tus padres que dicen?—Que disfrute, pero con cuidado.—Claro, sobre todo a la hora de tomar licor.—Pero ya he tomado algunas bebidas.—No es lo mismo que tomes con tu familia en casa que en la calle niña. Sobre todo en esos lugares, hay que estar pilas.—Sí, lo entiendo, ¿me acompañas?—Lo siento, pero el fin de semana que viene tengo turno, y no podré cambiarlo.Alessia fingió una sonrisa triste.—¿Cómo que no puedes?—Mi niña no puedo, ese fin de semana me toca en la clínica de tu padre, y con quien siempre cambio turno, está de vacaciones.—Si le digo a mi papá que te dé el día libre.—Alessia, no, eso no —Rebeca negó—. Pero no te preocupes, podemos ir otro día, ¿qué tal este fin de s
Mientras la multitud los empujaba, la cercanía entre Alessia y Kelvin se hacía casi insoportable. La tensión era una llama que consumía el aire entre ellos, junto a la tentación que le producía los labios de Kelvin a Alessia.Él, con su corazón latiendo a un ritmo frenético, se alejó un paso, rompiendo el hechizo momentáneamente, y creando así un espacio frío y vacío entre ellos.El rechazo repentino de Kelvin deja a Alessia paralizada en la pista de baile, y su corazón latiendo con fuerza contra su pecho.—Alessia, no puedo —dijo con voz firme pero temblorosa—. No de esta manera.La confusión se reflejaba en sus ojos, y una mezcla de sorpresa y dolor ante la distancia de Kelvin.—Kelvin, yo… —Alessia intenta alcanzarlo, pero él da un paso atrás, haciendo más grande esa barrera invisible entre ellos.—Lo siento, Alessia —dice Kelvin, su voz estaba cargada de conflicto y con un gesto de dolor repitió—. No puedo hacer esto. No ahora.Alessia siente un nudo en la garganta, su mente lucha
Anaís observaba con paciencia cómo su hija Noemí, de quince años, intentaba elaborar una flor eterna con las manos temblorosas. Los pétalos no quedaban como su madre le había explicado y la frustración comenzaba a reflejarse en su rostro. —No te preocupes, cariño —dijo Anaís con una sonrisa alentadora—. Al principio es difícil, pero con práctica lo lograrás. Noemí suspiró y volvió a intentarlo, esta vez con más cuidado. Mientras trabajaban en las manualidades, Anaís decidió cambiar de tema para aliviar la tensión. —¿Vas a jugar fútbol esta tarde? —preguntó, ya que su hija formaba parte del equipo femenino. Noemí negó con la cabeza, sin apartar la vista de su flor. —No, mamá. Sara está enferma y no quiero ir sin ella. Anaís asintió, sabía que ambas son las mejores amigas y siempre andaban juntas en toda ocasión y para las prácticas no eran la excepción. —Para ir sin Sara, tendrías que llevarme tú o papá, porque dudo que Kelvin quiera acompañarme —dijo Noemí levantando el rostro.