*Tres días después.*Anaís llegó a la empresa, se sorprendió al ver que aún no llegaba su jefe, luego se recriminó internamente por estar pensando en él.«No tienes por qué estar, pensando en ese ser tan engreído».Se cambió la ropa, su uniforme lo amó, ya que no era un diseño tan feo como se lo había imaginado.Un par de horas después, una de las secretarias tocó la puerta del laboratorio.—¡Adelante! —Doctora, han dejado esto para usted.Anaís, al girarse, se encontró con la sorpresa de un pequeño ramo de rosas rojas, con un sobre color dorado. En su interior sentía una alegría al pensar que fuera su amor anónimo; sí, tenía que admitir que le estaban haciendo falta esos detalles que siempre le llegaban a su trabajo o su casa en París. Aunque se preguntaba quién era, se había enamorado de él. Pero sintió tristeza cuando pensó que no sería su amor secreto.—¿Quién me ha enviado eso?—No lo sé, solo dijeron que es para usted, ya el chico de la encomienda se fue.—Gracias.Después de q
—¡Ja, ja, ja! —Anaís reía por lo que su jefe le había mencionado—. Mi nombre no es elegante, ¿de dónde saca eso, doctor?—Solo digo la verdad, el nombre Anaís tiene un encanto especial. Por cierto, se popularizó en Francia alrededor del siglo XIX por una actriz que ahora no recuerdo el seudónimo que usaba y en España fue en los años 80, cuando estaba de moda ese nombre, todo por culpa de un conocido perfume francés.—¡interesante! No sabía nada de eso, ja, ja, ja. Así que soy famosa.—ja, ja, ja —Gerald se rio, disfrutaba de ese momento que tenía con ella, quería que no se acabara, deseando en su corazón tener el poder de paralizar el tiempo justo ahí.—Según usted, los nuevos productos deberían llevar mi nombre, por lo que me has contado. Pero no estoy muy convencida de que sea correcto usarlo.—¿Por qué no? Sí, es un nombre elegante, que además tiene un sonido melodioso y esa conexión con la gracia.—Doctor Garnier, voy a creer que es una biblioteca andante, ja, ja, ja, es agradabl
—Por favor, Doctor Garnier, no la despida —decia una nerviosa América, la jefa de las secretarias.—¿Por qué? —Gerald estaba muy enojado, no podía permitir a personas así en su empresa—. La señorita González me ha visto la cara y no cumplió con mi petición.—Quizas se equivocó en los papeles, pero no creo que lo hiciera con mala intención.—¿Es eso así? —Gerald fijo su mirada en la secretaría que temblaba como un pollo, no lo convencían esas excusas.—Si, si doctor, me confundí en los documentos, pero jamás tuve la intención de hacerle eso a la doctora Tatis.—Pero las cámaras dicen lo contrario.Ambas mujeres se quedaron sin habla, no sabían cómo refutar esa acusación. América sabía que si Gerald tuvo que recurrir a las cámaras, es porque ya había hablado con Fabiola, por lo tanto no podía hacer mucho por su sobrina, solo le quedaba apelar el lado humano de su jefe, si es que lo tenía.—Doctor Garnier, por favor, no despida a Fabiola, ella necesita este empleo, para poder llevarle el
—Papá, ¿por qué tu casa es tan chiquita? —pregunto un curioso Kelvin.—¿No te gusta mi casa?—Tu casa es como si estuviera en la sala de la mía.—Haces que mi corazón duela —Rafael hizo una expresión de tristeza. —eres un mocoso malagradecido.—ja, ja, ja no te pongas triste papá, tu casa es bonita, solo me la imaginaba más grande.—Hablas como un loro, ¿lo sabías? Y no soy millonario como tu madre, así que aquí no conseguirás lo que tienes allá.—Eso no me importa papá, porque es tu compañía lo que quiero, no las cosas materiales —responde el niño dejando a un estupefacto Rafael sin palabras.—Eres el amor de mi vida, hijo, haré lo que sea para que estés feliz y tengas una buena infancia, me prometí que sería el mejor padre para ti.Padre e hijo se abrazaron.—¿Que te gustaría comer hoy?—Quiero una pizza.—ja, ja, ja haré el intento, pero por lo visto quieres verme sufrir en la cocina.Kelvin sonrió con picardía.,ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩEvelyn miraba a su amigo con una sonrisa de burla.—
—El agua micelar está aprobada, ¡qué emoción!—Sí, cada vez falta menos para el lanzamiento de esta línea —responde Gerald.—Las mujeres amaran todos estos productos ya lo verás.—Eso espero, y estoy seguro de que así será, quiero que esta marca sea la innovadora para brindar una opción a cada persona de acuerdo a su tipo de piel y necesidades de la piel.—Por supuesto que así será, ahora hay que trabajar en el protector solar facial, sería bueno sacar uno para el cuerpo.—Me parece buena La idea, y deberíamos buscar una frase que acompañe al nombre de esta marca.—Pero aún no tenemos el nombre.—Ya lo tengo —Gerald sonrió.—¿En serio? ¿Cuál es?—La semana que viene tengo que viajar a Caracas, así que estarás a cargo. —dijo Gerald evadiendo la pregunta.—¿Qué? —Anaís se sorprendió, pues no sabía nada y no se sentía bien trabajar ella sola.—Sí, es una reunión mensual del servicio de dermatología, he sido invitado a participar en ella. No puedo faltar.—Entiendo, no pasa nada, creo que
—Creí que ya no se hablaban —Evelyn se sentó frente a su amigo, después de servirse una taza de café.—La verdad es que no.—¿Y por qué razón le ofreciste empleo? O sea, no entiendo, más todavía si no has hecho las paces con él.—Mi padre me pidió el favor, no esperaba que Jacques aceptaría, por lo que me arriesgue a ofrecerle ese empleo.—¿Por qué lo haría el señor Nathan? Cuando sabe perfectamente que ustedes dos están de enemigos a muerte.—Un favor que le debía a su amigo.—¿Y por eso tenía que involucrar a su hijo?—El señor Petit quiere que arreglemos los asuntos y cree que la mejor manera es que trabajemos juntos, por eso le pidió a mi padre para darle ese empleo a cambio de ese favor que él le debía.—¡Viejo zorro! —Exclamo Evelyn con un poco de enojo.—Ahora necesito la forma de sacarlo de la empresa, solo que no quiero perjudicar a mi padre, Jacques puede valerse de las mañas más despreciables con tal de hundirnos.—Considero que primero hables con tu padre, ya que fue el qu
—¿Quién es esa zorra? —Fabiola estaba como león enjaulado, caminaba de aquí para allá en la oficina de las secretarías.—¿Qué te importa quien sea? —preguntó otra secretaria.—Es obvio, que deben ser parejas, porque de otro modo, el jefe no entraría así con una mujer, está claro que esa señora es la mujer de él.—Yo, hasta creí que era gay —comentó otra secretaria que estaba algo sorprendida.—ja, ja, ja, todas estábamos pensando eso, pero por lo visto, al jefe si le gustan las mujeres.—Pero también le pueden gustar los hombres.—¡callen! —exclamó la jefa de las secretarias—. ¿cómo pueden pensar en tantas barbaridades, mujeres pecadoras?—¡Tia! —dijo Fabiola molesta.—¡licenciada! —dijeron las otras.—Nada, ustedes tienen esa mente tan enferma de cosas inmundas, que piensan de los demás lo peor. —No pensamos, solo decimos lo que vemos ,y hoy en día es normal que una persona esté con hombres y mujeres a la vez, que le gusten ambis sexos.—Viviana, te ves más bonita calladita —America
Anaís parpadeó varias veces, al verse en un lujoso restaurante, aún se reprochaba como fue que se convenció a ir, pero su desconfianza en Rafael estaba a flor de piel, su sistema de alarma se activó cuando este le ofrece la silla para que tomara asiento.—¡Rafael!—Toma asiento y disfruta de la noche que hoy está muy linda como para que sea arruinada.—Rafael…—Disfruta de la cena, Anaís —respondió el hombre ignorando el reproche de la mujer. —¡Rafael! —Anaís insistía en llamar la atención —Mami, ¿no estás alegre? —pregunto el pequeño al ver la expresión de seriedad en su madre.—Cariño, todo está muy bonito —Anaís le dedico la sonrisa más dulce.—Mi papá arreglo todo esto, aunque al principio quería que él cocinara la comida, pero pensando en sus cualidades en la cocina, lo mejor es cenar aquí.—¿Tu papá cocina? —pregunto Anaís desconcertada, esa información era nueva para ella.—Sí, mami.—¡Oh! —Pero no pruebes su pizza —el niño hizo una expresión cómica.—¿Qué tiene la pizza?—E