Rebeca y Kelvin están sentados en la sala de espera de la clínica, sus manos entrelazadas en un gesto de apoyo mutuo. Habían pasado semanas desde que se sometieron a una serie de pruebas de fertilidad, y hoy recibirían los resultados.Thais los llamó a su oficina, su expresión seria pero comprensiva. Rebeca sintió un nudo en el estómago mientras se sentaban frente a su amiga y colega. Esa mirada le decía que algo no estaba bien. —Rebeca, Kelvin, gracias por venir —comenzó Thais, abriendo una carpeta con los resultados de las pruebas—. Tengo los resultados de sus exámenes.Rebeca apretó la mano de Kelvin, tratando de mantener la calma. Thais tomó un profundo respiro antes de continuar.—Thais, ¿pasa algo malo? Por favor, sin rodeos, dime lo que tengo.—Rebeca, tus niveles hormonales y la ecografía transvaginal indican que tienes insuficiencia ovárica prematura. Esto significa que tus ovarios no están funcionando como deberían, y es muy poco probable que puedas concebir de manera natur
Rebeca estaba sentada en la cocina de su infancia, mirando la taza de té que su mamá le había preparado. Había venido a visitarla en busca de consuelo y orientación. Su mamá, Evelin, una mujer sabia y cariñosa, se sentó frente a ella, notando la tristeza en los ojos de su hija. —Mamá, no puedo tener hijos —dijo Rebeca, su voz quebrada por la emoción—. Me siento tan culpable por no poder darle a Kelvin lo que tanto deseamos, un hijo propio. Evelin tomó sus manos entre las suyas, transmitiendo calidez y apoyo. —Rebeca, mi amor, no tienes por qué sentirte culpable. La maternidad no se define solo por la capacidad de dar a luz. Eres una madre maravillosa para Gael, y eso es lo que realmente importa. Rebeca dejó escapar un suspiro, sintiendo que las palabras de su mamá comenzaban a calmar su corazón. —Pero siempre soñé con tener hijos biológicos, y ahora siento que he fallado, sabes ¿la cantidad de pacientes que he atendido con este mismo resultado? Evelin la miró con ternura, a
—No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí —dijo Alessia, ambos están sentados disfrutando de la brisa nocturna.—Por supuesto que sí. Te lo mereces todo y más —dijo Manuel, besándola con ternura.—Eres lo mejor que me ha pasado en mi vida, Ales.Alessia lo miraba, con el corazón latiendo a mil por hora.—Manuel, yo… —empezó a decir, pero él la interrumpió suavemente.—Déjame terminar —dijo, sonriendo—. Alessia, desde el primer momento en que te vi, supe que eras especial. Hemos pasado por tantas cosas juntos, y cada día me doy cuenta de lo afortunado que soy de tenerte a mi lado.—Manuel. Tú eres perfecto.—No, tú eres la perfecta —respondió él, besándola otra vez, sus labios eran muy adictivos para él—. Y no puedo esperar para pasar el resto de mi vida contigo.┅┅┅┅┅┅┅༻❁༺┅┅┅┅┅┅┅✰ Dos meses después. Rebeca y Alessia se encontraban en la cafetería del hospital, disfrutando de un breve descanso. Alessia, no podía contener su emoción mientras hablaba sobre los planes de su boda
Kelvin llegó al hospital con el corazón en la garganta, sintiendo como su mundo se derrumbaba. Había recibido la llamada de emergencia mientras estaba en la habitación y le leía un cuento a Gael, ya que no podía dormir, salió a toda prisa de su casa, dejando al niño con sus padres y después conduciendo a toda velocidad, su mente llena de imágenes aterradoras. Al llegar, fue recibido por un médico con una expresión grave.—Familiares de Rebeca López.—Soy su esposo, Kelvin López —dijo con voz angustiada.—Señor Kelvin, su esposa, ha sufrido un accidente grave. Está en cirugía ahora mismo. Haremos todo lo posible por salvarla.Kelvin asintió, incapaz de hablar. Se dejó caer en una silla en la sala de espera, sus manos temblando. Las horas pasaron lentamente, cada minuto era una eternidad. Su mente no dejaba de imaginar los peores escenarios, y cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Rebeca, sonriente y lleno de vida.«¿Y si no sobrevive?» Pensó Kelvin, sintiendo un nudo en el e
El sol de la tarde se filtraba suavemente a través de las cortinas blancas en la habitación del hospital. El ambiente era tranquilo, solo interrumpido por el suave pitido de los monitores y el murmullo lejano del personal médico. Rebeca yacía en la cama, su rostro pálido pero sereno. Después de días en cuidados intensivos, su cuerpo finalmente comenzaba a responder. Sentía dolor por todo su cuerpo y no podía moverse bien. Sus dedos se movieron ligeramente, y sus párpados temblaron antes de abrirse lentamente. La luz la cegó por un momento, pero pronto sus ojos se acostumbraron y pudo ver el rostro familiar de Kelvin, su esposo, sentado a su lado.—¿Kelvin? —susurró Rebeca, su voz ronca y débil.Kelvin, con lágrimas en los ojos, tomó la mano de Rebeca con ternura.—Aquí estoy mi amor, tranquila, todo va a estar bien. ¡Rebeca! Gracias a Dios, estás despierta mi corazón. Rebeca intentó sonreír, pero el esfuerzo fue demasiado. En su lugar, apretó la mano de Kelvin, sintiendo el calor y
Días después del accidente, Rebeca fue dada de alta, luego de que los médicos se aseguraran de que ambos estaban fuera de peligro. Ella estaba feliz de poder regresar a su casa, un lugar que ahora valoraba más que nunca.Se encontraba en la comodidad de su hogar, rodeada de la calidez de su familia. El sol de la tarde se filtraba por las ventanas, llenando la sala de una luz dorada y reconfortante. Estaba sentada en el sofá, con una manta sobre sus piernas, cuando escuchó el timbre de la puerta.—¡Voy yo! —gritó su hermano menor, corriendo hacia la entrada.—Otniel, no estoy inválida, puedo hacerlo —protestó Rebeca, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios.—Tú te quedas ahí, dije que te cuidaré mientras no haya nadie en la casa —respondió Otniel con firmeza, pero con un brillo protector en sus ojos.—No exageres —dijo Rebeca, riendo suavemente.Rebeca sonrió, agradecida por la energía juvenil que llenaba la casa. Momentos después, Alessia apareció en la sala, con una sonrisa radia
Manuel estaba sentado en su estudio, rodeado de planos y bocetos. La luz de la tarde entra por la ventana, creando un ambiente tranquilo. Sin embargo, su mente está lejos de su trabajo. No puede dejar de pensar en Alessia.Han tenido días en los que se les ha dificultado un poco pasar tiempo juntos, no saber de ella le genera cierta ansiedad. Sabe que debe controlar sus pensamientos y no dejar que se conviertan en una obsesión.Decide tomar un respiro y salir a caminar. Mientras recorre las calles del vecindario, se repite a sí mismo que debe mantener el equilibrio. No todo el tiempo podrán estar juntos o en comunicación constante.Recuerda aquella conversación meses atrás con Ezra y la promesa que le hizo. No quiere repetir los errores del pasado.De repente, su teléfono vibra. Es un mensaje de Alessia, preguntándole cómo va su día. Manuel siente una oleada de felicidad, pero también una punzada de ansiedad. Respira hondo y responde con calma, asegurándose de no parecer demasiado ans
Los días fueron pasando y llegó el mes de diciembre, el sol de la mañana se filtraba a través de las ventanas del registro civil, iluminando el salón con una luz cálida y dorada. Alessia Dorante y Manuel Mujica estaban de pie frente al oficial del registro, sus manos entrelazadas y sus corazones latiendo al unísono.Alessia llevaba un vestido rosa gold sencillo pero elegante, y Manuel, un traje gris, su camisa blanca, sin corbata, aunque lo que resaltaba eran sus ojos llenos de amor y emoción.El aire estaba cargado de una mezcla de nerviosismo y alegría. Los murmullos de los pocos invitados presentes se mezclaban con el sonido lejano del tráfico de la ciudad. El oficial del registro, con una sonrisa amable, primero verificó las identidades tanto de los novios como de los testigos, luego comenzó a leer los derechos y deberes que tienen ante la ley como matrimonio y luego los votos.—¿Manuel Mujica, aceptas a Alessia Dorante como tu esposa, para amarla y respetarla en la salud y en la