Al despertar, me giro y veo a Dana a mi lado, envuelta en sus suaves sábanas. La luz tenue de la mañana apenas se filtra por la ventana. Al instante, mi mirada se dirige hacia el reloj en la mesita de noche: son las 5:59 a.m. Justo en ese momento, una alarma resonante interrumpe el silencio de la habitación, proveniente del lado de Dana. Ella también tiene su propio despertador, aunque la mayor parte del tiempo parece ignorarlo.Dana no es como los otros niños. A sus siete años, ha demostrado ser una niña excepcionalmente madura, tan diferente a sus compañeros que a menudo me hace pensar que tiene la sabiduría de alguien mayor, tal vez de doce años o más. No se deja llevar por el desorden que suele invadir la vida de los niños pequeños, ni presenta la típica resistencia a hacer las tareas del hogar. Todo lo contrario, parece que ha aprendido a asumir responsabilidades que no debería tener a su edad, y creo que las circunstancias que nos rodean han influido en su forma de ser.Recuerdo
Me desperté de un sobresalto, empapada en sudor y con lágrimas brotando en mis ojos. El recuerdo del horrible momento que había vivido me asaltó de nuevo, adentrándome en un túnel oscuro de angustia. Fue como si el maldito monstruo que tanto había querido dejar atrás estuviera de nuevo frente a mí, acechando en las sombras de mi mente. Lloré desconsoladamente, permitiendo que las lágrimas fluyeran hasta que, finalmente, el torrente emocional comenzó a ceder. En medio de mi pesar, traté de encontrar un destello de luz, un resquicio de esperanza: ya estoy a salvo, ya no estoy con ese demente, y eso es algo por lo que debo estar agradecida.De repente, oí el suave chirrido de la puerta al abrirse. Era Danna. Al verme con los ojos hinchados y llenos de lágrimas, se acercó a mí de inmediato, su expresión preocupada lo decía todo. Usando el lenguaje de señas, me preguntó qué me había pasado.-¿Qué sucede, Lucy? -me preguntó Danna, sus manos moviéndose con fluidez mientras separaba nuestro a
Estaba en mi habitación, sumergida en el estudio del idioma latino, tratando de asimilar cada palabra y cada regla gramatical. Sin embargo, con cada intento, mi frustración aumentaba como una nube oscura que se cernía sobre mí, impidiéndome avanzar. Aquellos conceptos, que antes parecían claros, ahora se transformaban en un enigma que no podía desentrañar. Me levanté de la cama, sintiendo cómo la alteración comenzaba a manifestarse en mi cuerpo.-¡Maldición, ¿por qué no puedo recordar todo de una vez por todas?! -grité, desahogando mi impotencia en el silencio de mi habitación.La frustración me abrumaba, sobre todo porque la pérdida de mis recuerdos convertía mi búsqueda por la verdad en una tarea titánica. A cada momento que pasaba, se hacía más evidente que mi incapacidad para recordar complicaba cada paso que debía dar. Pero, sabía que no iba a solucionar nada dejándome llevar por la rabia. Así que decidí tomar un respiro profundo. Me dirigí a la mesita de noche, donde siempre ten
Casi no pude dormir anoche, abrumada por las palabras de Jhonny. La incertidumbre y la intriga se enredaban en mi mente, como un espiral interminable. Al despertar, noté que Dana ya se había ido al colegio. Imagino que al verme dormida optó por no molestarme, pensando que tal vez necesitaba descansar. Pero la verdad es que mi mente estaba inquieta; tenía que encontrar respuestas, tenía miles de preguntas que hacérmelas.Sin pensarlo, busqué el teléfono que Paula me había dado y la llamé. La espera fue complicada, y cuando finalmente contestó, su voz sonó aliviada, aunque un poco confundida.-Hola, nena. ¿Pasó algo? ¿Es una emergencia?-No, Paula. No es una emergencia, pero necesito que vengas urgentemente a mi casa. Cuando tengas un rato libre.-¿Por qué? ¿Qué pasó, Lucy? ¿Te hicieron algo?-No, Pau, no me hicieron nada. Solo necesito hacerte unas preguntas, pero quiero que sean en persona.Un suspiro de alivio se deslizó por la línea. -Ah, ok, ok. Ya me había asustado. Bueno, ahorit
Me despierto por el sonido insistente de la alarma de Danna, que resuena en la habitación con un timbre agudo. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que, contrariamente a su habitual comportamiento, ella se incorpora rápidamente en cuanto el sonido comienza. Por lo general, se queda unos 10 o 15 minutos más en la cama, disfrutando de esos momentos de sueño aletargado. Me parece extraño, aunque me alegra ver que tiene energía esta mañana.Danna se levanta de la cama con gracia y sale de mi habitación para colocarse su uniforme. Aprovecho este momento para dirigirme al baño. Allí, me cepillo los dientes con un movimiento automático y luego dejo que el agua caliente de la ducha me envuelva, disipando el cansancio y brindándome un despertar renovador.Después de darme una ducha revitalizante, salgo del baño con una toalla envuelta atrevidamente alrededor de mi cuerpo. Me visto con lo primero que encuentro en el armario, sin preocuparme demasiado por la elección. La prioridad es salir y come
Mi corazón latía con fuerza mientras contemplaba la pantalla de mi teléfono, observando la hora exacta en la que Daniel había prometido llamarme. Cada segundo parecía una eternidad, y no podía evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Al fin, el sonido familiar de una llamada rompió el silencio de mi habitación, y sin pensarlo dos veces, respondí con voz temblorosa.-¿Hola? ¿Daniel? -pregunté, tratando de mantener la calma.-Hola, Lucy... Ya puedes salir de casa, hermosa. Te estoy esperando en la esquina.Al escuchar esa palabra, "hermosa", mis mejillas se encendieron con un tono rojo vivo; era como si me hubieran lanzado un rayo de calor. ¿Por qué me llamaba así? Apenas me conocía. Volteé a mirar a mi hermana Dana, quien me observaba con una sonrisa cómplice, como si entendiera la tormenta de emociones que se agolpaban dentro de mí. Le devolví la sonrisa y le di un fuerte abrazo, buscando consuelo en su cercanía.Sin perder un instante, me dirigí hacia la salida, intentando ser lo
Me encuentro caminando a paso firme hacia la habitación de Henry, mi padrastro. Mis pensamientos son un torbellino de inquietudes y ansias; necesito respuestas y claridad sobre la misteriosa ausencia de mi madre, quien, tras aquel sospechoso viaje de negocios, no ha regresado. La incertidumbre se ha vuelto una compañera constante, y ya no puedo quedarme de brazos cruzados.Al llegar a la puerta, contengo la respiración un momento y toco suavemente, casi con timidez. A través de la madera, su voz resonó: «Puedes pasar». Tomando fuerzas, abro la puerta de su oficina y me encuentro con Henry. Su expresión, un cruce entre sorpresa y aprehensión, me detiene un segundo. Aparentemente, él esperaba la llegada de Elena con su desayuno, no la mía.—Lucy… ¿qué haces despierta a esta hora? ¿Te caíste de la cama? —intenta bromear, tratando de restarle importancia a la situación con una sonrisa que, poco a poco, se va desvaneciendo al fijarse en mi expresión tensa.—Sabes que cuando despierto a est
Era un día muy especial, el cumpleaños de Danna, y yo apenas había cerrado los ojos esa noche. La emoción y la anticipación me habían mantenido en vela, dando vueltas en la cama mientras pensaba en cómo haría de este día algo inolvidable. Había planeado la sorpresa con tanto esmero que no podía dejar nada al azar. La tarde anterior había hablado con mi padrastro, quien fue increíblemente comprensivo y se ofreció a ayudarme. Trajo todo lo que le pedí: globos, decoraciones, una cámara para capturar los momentos y, lo más emocionante de todo, un disfraz de hada que había seleccionado con cuidado. Cuando vi el disfraz, supe que había elegido el mejor; el arco y la flecha eran auténticos, lo que añadía un toque extra de magia a la celebración.Cuando el reloj en la mesita de noche marcó las 6 a.m., el sol aún estaba escondido, y una suave penumbra iluminaba mi habitación. Me levanté con cuidado, intentando no hacer ruido para no despertar a Danna. Un leve susurro de emoción recorría mi cue