Mi corazón latía con fuerza mientras contemplaba la pantalla de mi teléfono, observando la hora exacta en la que Daniel había prometido llamarme. Cada segundo parecía una eternidad, y no podía evitar sentir un cosquilleo en el estómago. Al fin, el sonido familiar de una llamada rompió el silencio de mi habitación, y sin pensarlo dos veces, respondí con voz temblorosa.-¿Hola? ¿Daniel? -pregunté, tratando de mantener la calma.-Hola, Lucy... Ya puedes salir de casa, hermosa. Te estoy esperando en la esquina.Al escuchar esa palabra, "hermosa", mis mejillas se encendieron con un tono rojo vivo; era como si me hubieran lanzado un rayo de calor. ¿Por qué me llamaba así? Apenas me conocía. Volteé a mirar a mi hermana Dana, quien me observaba con una sonrisa cómplice, como si entendiera la tormenta de emociones que se agolpaban dentro de mí. Le devolví la sonrisa y le di un fuerte abrazo, buscando consuelo en su cercanía.Sin perder un instante, me dirigí hacia la salida, intentando ser lo
Me encuentro caminando a paso firme hacia la habitación de Henry, mi padrastro. Mis pensamientos son un torbellino de inquietudes y ansias; necesito respuestas y claridad sobre la misteriosa ausencia de mi madre, quien, tras aquel sospechoso viaje de negocios, no ha regresado. La incertidumbre se ha vuelto una compañera constante, y ya no puedo quedarme de brazos cruzados.Al llegar a la puerta, contengo la respiración un momento y toco suavemente, casi con timidez. A través de la madera, su voz resonó: «Puedes pasar». Tomando fuerzas, abro la puerta de su oficina y me encuentro con Henry. Su expresión, un cruce entre sorpresa y aprehensión, me detiene un segundo. Aparentemente, él esperaba la llegada de Elena con su desayuno, no la mía.—Lucy… ¿qué haces despierta a esta hora? ¿Te caíste de la cama? —intenta bromear, tratando de restarle importancia a la situación con una sonrisa que, poco a poco, se va desvaneciendo al fijarse en mi expresión tensa.—Sabes que cuando despierto a est
Era un día muy especial, el cumpleaños de Danna, y yo apenas había cerrado los ojos esa noche. La emoción y la anticipación me habían mantenido en vela, dando vueltas en la cama mientras pensaba en cómo haría de este día algo inolvidable. Había planeado la sorpresa con tanto esmero que no podía dejar nada al azar. La tarde anterior había hablado con mi padrastro, quien fue increíblemente comprensivo y se ofreció a ayudarme. Trajo todo lo que le pedí: globos, decoraciones, una cámara para capturar los momentos y, lo más emocionante de todo, un disfraz de hada que había seleccionado con cuidado. Cuando vi el disfraz, supe que había elegido el mejor; el arco y la flecha eran auténticos, lo que añadía un toque extra de magia a la celebración.Cuando el reloj en la mesita de noche marcó las 6 a.m., el sol aún estaba escondido, y una suave penumbra iluminaba mi habitación. Me levanté con cuidado, intentando no hacer ruido para no despertar a Danna. Un leve susurro de emoción recorría mi cue
Han transcurrido ya dos días desde que nos enteramos de la situación de nuestra madre, y hoy finalmente nos toca visitarla. No he logrado conciliar el sueño en toda la noche, atormentada por pensamientos inquietantes sobre el estado en que la encontraré. Aunque su relación con nosotras no siempre fue la mejor, y su trato a menudo fue frío y distante, ello no significa que no sintamos un afecto profundo por ella. Después de todo, es nuestra madre.La visita está programada para empezar a la 1 de la tarde, y tenemos que esperar a que Danna termine su jornada escolar. El reglamento del centro de rehabilitación es realmente frustrante: solo se permiten visitas dos días a la semana y, además, solo durante tres horas al día. Miré el reloj y me percaté de que apenas eran las 5 de la mañana. A mi lado, vi a Danna, quien empezaba a restregarse los ojos antes de sentarse en la cama y colocarse sus aparatos auditivos.-Lucy, ¿tú tampoco dormiste bien? -me preguntó en lenguaje de señas, su expres
Dana y yo permanecíamos sentadas en aquel sillón, nuestras mentes atrapadas en un torbellino de angustia y ansiedad. La sala, tradicional y un tanto polvorienta, parecía oprimir con su silencio. Afuera, la luz del día se desvanecía lentamente, cada rayo de sol que se perdía era como un minuto más de incertidumbre.Cuando finalmente escuchamos el sonido de la puerta abriéndose, nuestras miradas se dirigieron de inmediato hacia la entrada. Papá apareció en el umbral, su rostro pálido y sus ojos desbordando una preocupación que nunca antes había visto. Una punzada de miedo atravesó mi pecho. Algo malo había sucedido. Mi mente trabajaba a mil por hora, y solo podía pensar en lo peor: que mamá estuviera mucho más grave de lo que habíamos imaginado.Papá se aclaró la garganta, un gesto que indicaba que tenía algo importante que decir, pero que le costaba encontrar las palabras adecuadas. Se acercó a nosotras, su expresión reflejando un peso que parecía tan abrumador que podría desmoronarse
Al despertar, me encontré tendida en mi cama, con Dana sujetando suavemente mi mano. Su rostro reflejaba una profunda preocupación, y a mi lado estaba Elena, quien sosténía un vaso de agua. La imagen de ambas en ese momento me parecía irreal.-Toma, mi niña. Es agua con azúcar. Te estabilizará un poco -me dijo Elena, su voz suave como un murmullo de aliento reconfortante. Con dificultad, traté de incorporarme y le pregunté:-¿Qué me pasó?Elena bajó la mirada, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar fueran un peso demasiado grande para ella.-La noticia te afectó tanto que te desmayaste...Un escalofrío recorrió mi cuerpo. La realidad de lo que había sucedido se apoderó de mí como una sombra pesada.-Entonces todo es real... No es una horrible pesadilla, ¿verdad? Mi madre está muerta?-Sí, cariño. Lo siento mucho, Lucy -me respondió, su tono era de una empatía profunda y sincera.Al girar mi mirada hacia Dana, noté que su brillo habitual había desaparecido; sus ojos est
Me despierto, con los ojos aún entrecerrados y una cierta dosis de somnolencia que se niega a abandonarme. A mi lado, Dana comienza a desperezarse lentamente. La luz que se filtra a través de las cortinas ofrece un tenue resplandor, un recordatorio de que el día ha avanzado sin nosotras. Intento levantarme de la cama, pero en cuanto mis pies tocan el suelo, una extraña sensación me invade; el piso parece moverse en todas direcciones, como si estuviera sobre aguas turbulentas. La marejada de confusión me ancla en su lugar, y no puedo evitar que un leve estremecimiento recorra mi cuerpo.- D.a...na - murmuro, aunque mis palabras se sienten torpes y poco claras, como si mi lengua luchara por encontrar su camino.La vislumbro a mi lado, luchando también contra la pesada bruma del sueño. Con cuidado, me acerco y ayudo a colocar sus aparatos auditivos. Dana, al notar mi esfuerzo, me dirige una mirada de complicidad y, con su delicada habilidad, comienza a comunicarse en lenguaje de señas.
Dormía plácidamente, sumida en un profundo sueño, cuando un sonido inesperado perturbó mi descanso. Era un susurro tenue, casi imperceptible, que se colaba entre los hilos de mis sueños.-Está mintiendo... El eco de esta frase resonaba en mi mente, inquietante y desconcertante.-Lucy, encuentra la verdad...Dios mío, ahora escucho voces. No es suficiente con todo lo que tengo que lidiar; ahora, además, hay susurros en mi cabeza. Esa sensación de desesperación se apoderó de mí. Mientras reflexionaba sobre la situación, la idea de que podía estar volviéndome loca me aterraba. Quizás debería decírselo a papá, confesarle que en mi mente se desata un caos. No quiero que me internan en un psiquiátrico. La verdad es que no sé qué es más aterrador: la posibilidad de perder el control o enfrentar los secretos que se ocultan tras mi reciente pérdida.La muerte de mi madre fue un golpe devastador, una noticia que llegó de improviso y que sacudió mis cimientos. Es posible que todavía esté en sho