Descubrimiento audaz

Mi mente era un torbellino de pensamientos y dudas, pero la decisión estaba tomada: debía hablar con mi hermana Danna sobre lo que me había estado sucediendo. Me puse algo abrigado, ya que hacía fresco aquel día, y me dirigí directamente a la habitación de Danna con mi laptop en mano. Abrí la puerta y noté que aún dormía. Me senté a su lado y acaricié suavemente su cabello, despertándola poco a poco.

Afortunadamente, esto funcionó. Poco a poco, se movió y, tras unos minutos, abrió los ojos. Se sentó en la cama restregándose los ojos, y noté que parecía un poco molesta. Habíamos estado distanciadas últimamente y no habíamos compartido mucho. Afortunadamente, ya sabíamos comunicarnos en lengua de señas, así que la interacción se volvió más sencilla.

-¿Qué pasa? -preguntó ella con sus manos.

-Debo contarte algo. Eres la única persona en quien confío.

Al ver la preocupación en mi rostro, su actitud cambió por completo.

-¿Qué sucede? ¿Te pasó algo?

-No, pero estos días en los que no hemos
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