Elizabeth Collins.
Mi celular suena y resoplo. Mi cabeza duele y lo que menos quiero es que sea otra llamada de Dante y tener que repetirle todo de nuevo.
Me levanto bastante adolorida después de mi faena de la madrugada e ignoro el incesante sonido de mi celular. Es más de medio día y voy hasta el baño para darme una ducha muy larga y así poder relajarme.
Luego de que salgo y me visto con un ligero jean y una camiseta sin mangas, tomo mi celular para mirar las notificaciones y sorprendentemente ninguna de ellas es de Dante.
—Al menos entendiste —murmuro leyendo algunos de los mensajes, pero no sé cómo sentirme al respecto, si bien o mal.
Leo algunos de Alejandra preguntando como amanecí luego de enterarme lo de esa mujer y le respondo que estaré bien y eso pienso hacer. Lissy tendrá un antes y un después de conocer a su madre bilógica.<
Elisabeth Collins.—Señora Fedora —me inclino un poco para saludarla. —¡Qué gusto encontrarla!—Estabas en el lanzamiento, ¿cierto? —me mira con ojos achinados. —¿Es de allí que nos conocemos?—Sí, soy admiradora de sus creaciones —replico de inmediato. —También soy diseñadora y vine a hablar con Damián.Hace un asentimiento con la cabeza restándole importancia a lo que acabo de decir. Se la nota una mujer fría y calculadora tal como ha de esperarse de una mujer que abandonó a su hija pequeña y a su marido enfermo y nunca más quiso saber de ellos.Llegamos al piso correspondiente y apenas se abre el ascensor camina hacia su oficina mientras yo me acerco hasta una de las secretarias.—Hola, señorita. Vine a ver al señor Damián Lewis ¿Pue
Elizabeth Collins. Nos miramos entre los tres sin que nadie diga nada. Me llevo mi taza de café a la boca y tomo el último sorbo antes de levantarme. —Bueno, tengo que irme —coloco mi cartera por el hombro. —Creo que ya está todo listo y necesito descansar. Ambos se levantan y me miran con el ceño fruncido como esperando a que diga algo más. —Noelia, sé que esto no compensa lo que has hecho por nosotros esta noche, pero me gustaría que lo aceptes —Damián me pasa un cheque. —Sin tu ayuda no hubiésemos podido salvar nada. Miro la pequeña hoja y tiene un monto de $10.000. Me quedo boqueando sin saber que responder. Es mucho dinero, mucho más de lo que hubiese pensado. —No puedo aceptarlo —respondo devolviendo el cheque en sus manos. —¡¿Por qué?! —Fedora exclama. —Es mucho dinero. Esto puede ayudarte bastante. —Efectivamente, es mucho dinero y es por eso que no puedo aceptarlo. Si los ayudé fue por
Dante Edwards. —¿Vas a hablar en la conferencia acerca del caso del atentado? ¿Eso no pondrá en sobre alerta a Alissa? —Sí, lo haré —miro mi reflejo en el espejo mientras acomodo mi corbata. —Lo que haga esa mujer ya no me sorprende, Ariel. Si intenta algo será peor para ella porque se estará evidenciando sola. —Son peligrosos —añade. —¿No tienes miedo que tomen represalia contra Lissy? Me detengo por unos segundos aturdido pensando en esa posibilidad para enseguida despejar mi cabeza y continuar con el nudo. —Ella está allí por su propia voluntad. Sabía dónde se estaba metiendo y lo que son capaces de hacer. Termino de arreglarme y empiezo a acomodar algunos de los documentos que debo enviar al agente que está investigando el caso y algunos otros que son para el juicio de divorcio que está previsto para mañana. —Sé que me pediste que no volviera a mencionarte esto, pero, ¿Has pensado en la posibilidad de habla
Elizabeth Collins.—Noemí, ¿puedes llevar estos documentos en el despacho de la señora Fedora? Por favor —Fidel, el encargado general me pasa una carpeta. —Debía ir personalmente, pero aún no almorcé y muero de hambre ¿Puedo confiártelas?—Claro, sin problema —tomo el folder de su mano. —¿Debe firmarlas o algo así?—Debe firmar la primera hoja como recibo, luego las demás se quedan con ella para que las analice y vea si le apetece cambiar alguna u otra cosa.—Lo hago ahora mismo. Ve a almorzar, yo me encargo —le dedico una sonrisa sincera antes de encaminarme hasta el piso superior.Fidel es un diseñador de vasta trayectoria en el mundo de la moda y es mi jefe desde que trabajo aquí. Aprendí mucho en este tiempo de sus técnicas y estoy bastante agradecida de que esto tambi&ea
Elizabeth Collins.—¡Hola familia! —Alejandra entra gritando en la puerta. Levanto la cabeza por encima del sofá donde estoy acurrucada mirando las noticias y niego con una sonrisa. Me encanta que haga eso al llegar.—Hola, amiga. ¿Qué tal tu día? —respondo al ver su cara de agotamiento crónico.—Movido, estoy que me muero del cansancio —se tira a mi lado y empieza a masajearse los pies. —¿A ti como te fue con ese par?—Bastante bien, conseguí otros papeles y ya se los entregué al agente —deja de masajearse y me mira con los ojos muy abiertos.—¿De qué hablas? ¿Pudiste entrar a la oficina de tu mam…digo la bruja? Porque en el de Damián no había nada.—Sí, lo hice —me jacto de mi hazaña. —Conseguí algunos papeles que van a ana
Dante Edwards.—¿Quién mierda molesta a esta hora? —resoplo mientras masajeo mis sienes aun con los ojos cerrados. Los golpes a la puerta no cesan y quien sea que está del otro lado tiene mucha urgencia y yo estoy de muy mal humor.Me levanto como puedo del sofá y camino arrastrando los pies hasta la puerta.—¿Qué son esas fachas, Dante Edwards? —mi madre grita apenas abro. —¿Ahora tengo un hijo perdido? ¿No tienes casa por eso duermes aquí? Apestas.—Shhh —resoplo. —Me duele la cabeza, madre. No grites.—Ya veo el fiestón que te diste anoche —dice mi padre tomando las dos botellas vacías que están en el piso y tirándolas al basurero.Me siento de nuevo en el sofá y cierro mis ojos mientras trato de mermar las punzadas que me atacan sin compasión.—&
Elizabeth Collins.Unas horas antes…Mi celular suena y me sobresalto. Miro la hora en mi reloj de pared y, aunque me parece que ha pasado una eternidad, son pasadas las 22hs.«¿Ariel?» pienso extrañada cuando veo en la pantalla su nombre. No estoy segura de contestarle ¿Qué podría ser tan urgente para llamarme a esta hora?Me quedo mirando el móvil hasta que la llamada se corta, pero unos segundos después vuelve a llamar. Y así, dos veces más.Me debato unos segundos en contestar o no, pero al final lo hago. No tengo nada que perder, ¿o sí?—Ariel, buenas noches —mi voz sale ronca por lo que he llorado estas dos horas.—Lissy, buenas noches. Disculpa que te moleste, pero me gustaría hablar contigo. ¿Puedes?—Mañana a la tarde tengo libre, Ariel —dig
Dante Edwards.—Dante… —su voz ronca y sus ojos llorosos me indican que quizás estaba llorando, aunque no me extrañaría porque seguramente escuchó de nuestra intensa reunión con mis padres y mi abuelo.—¿Qué haces aquí, Lissy? —pregunto atontado cuando se acerca por completo a mí, uniendo su frente y la mía. —¿Cómo lograste entrar? ¿Desde cuando estás aquí encerrada?—Quería hablar contigo y llamé a Ariel —contesta colocando sus brazos por encima de mis hombros. —Me dijo que estabas aquí y le pedí que me ayude a entrar sin que nadie se dé cuenta.Aprovecho que ella misma se acerca a mí y la rodeo con los brazos para atraerla por completo a mi cuerpo. Sentir su aroma y su calor es el aliciente que necesito para mermar mi desazón de to