Capítulo 47
Compró un panecillo y una caja de leche caliente, y se sentó en un banco donde podía ver el quirófano desde la distancia, mientras se mantenía lejos de Álvaro.

Tomó un sorbo de la leche, la misma marca que siempre había bebido, pero esta vez el sabor le resultó extraño, pesado, casi nauseabundo.

Álvaro mantenía a Gabriela en su visión periférica. Tras despedir a los ejecutivos del hospital, caminó hacia ella y notó que había comprado otra bebida caliente, esta vez un chocolate.

—¿No habías dicho que no podías tomar cosas con tantas calorías? —preguntó, recordándole las estrictas dietas que solía seguir.

Como bailarina, el peso de Gabriela siempre había sido un tema delicado, al punto de precisar cada gramo. Su genética le permitía recuperar la línea con facilidad, pero todo cambió después de la muerte de Emiliano. La depresión severa y los medicamentos la habían dejado vulnerable, incapaz de controlar su peso como antes. Y aunque ya no estaba en el escenario, Gabriela aún intentaba cui
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